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Muchos chavos pocos votos

Los partidos políticos y sus candidatos se disputan, como perros ante la carne, estar a la cabeza de las encuestas de preferencia y recurren hasta a las más ridículas acciones para estar en los trending topics. Enganchar al público joven es medular para afianzar su victoria pero, ¿qué tan productivas han sido sus acciones en el impulso de la participación juvenil?

Más de 37 millones y medio de jóvenes en México; 31,4% de la población entre los 12 y los 29 años; 1 de cada 3 inscritos en el padrón electoral tiene entre 18 y 29 años, mas paradójicamente también representan al grupo poblacional que menos vota: falta de confianza en las instituciones, una oscura reputación de corrupción y malas prácticas y falta de representatividad parecen ser los principales factores.

Alentar a la población juvenil a participar en los procesos democráticos de participación ciudadana y de toma de decisiones por el bien de su comunidad va más allá de dar el material para los mejores memes o de divulgar un pasado rockero; se necesita de verdaderos proyectos que busquen su presencia en las instancias públicas y se asegure un campo abierto a sus ideas y al cambio.

El Instituto Republicano Internacional (IRI), a través de su proyecto Generation Democracy (GenDem), ha desarrollado variadas acciones en el afán de informar a los jóvenes en varios estados de la República sobre lo medular que es canalizar su deseo de cambio hacia la participación política y cívica, empoderándolos y ofreciendo una plataforma global para compartir sus ideas y labores en busca de una mejor democracia con verdadera inclusión juvenil, mientras se tratan temas de corrupción, transparencia y seguridad con justicia, en los que son expertos.

A través de múltiples organizaciones nacionales e internacionales se ha construido una red en la que destacan la producción de ideas y consciencia en un público normalmente relegado, subestimado y limitado a cumplir con lo que los adultos esperan. Mucho se ha escuchado sobre los estereotipos que vinculan a los “chavos” con etiquetas como desobligados, egoístas y apolíticos; no obstante, es esa misma generación la que ha demostrado que su voz y sus acciones pueden transformar el país.

Organismos como Ollin, Jóvenes en Movimiento A.C., mediante su Plan Joven por la Democracia, se han encargado de promover el voto joven e ir generando una mayor confianza en las instituciones públicas. No todo debe quedar en manos de los representantes políticos, por ello es medular recalcar la importancia de su participación en los procesos electorales, incentivando su voto informado y comprendiendo los cargos que se eligen en cada comicio. Dicho proceso forma a jóvenes capaces de capacitar a otros en sus comunidades o estados.

Como estas acciones hay otras realizadas por asociaciones y fundaciones en un constante esfuerzo por catalizar el poder que tiene la población joven en México, el alto grado de incidencia que tendrían si participaran verdaderamente en la toma de decisiones de los organismos públicos y no sólo estuvieran de relleno en el afán de cumplir con una inclusión que hasta el momento se cuestiona: según datos de Ollin, Jóvenes en Movimiento, sólo 1 de cada 10 tomadores de decisiones en dependencias de gobierno, la iniciativa privada e instituciones de educación superior son jóvenes; 4 de cada 10 en organizaciones de la sociedad civil y ninguno en partidos políticos.

Generation Democracy está abierto a nuevas propuestas para impulsar a la participación juvenil en dos canales: generando capacidades entre ellos a partir de herramientas específicas, para las organizaciones y representantes ciudadanos y, por otro lado, con la difusión que se facilita por su presencia global, sobre todo entre países latinoamericanos.

Norma Ruiz Salas, Gerente de Programas y Joel Díaz, Communications Program Associate del IRI recalcan que “la voz de los jóvenes como colectivo sí cuenta, es el sector poblacional que en estas elecciones va a definir, ya que representan el 30% del padrón electoral, lo que definirá el rumbo del país y delegar esa responsabilidad es su destino en los próximos 6 años y los que siguen, pues hay cuestiones que negociar, como el Tratado de Libre Comercio, además de otras tomas de decisiones trascendentales para el país”.

Al final, en palabras de Mark Green, ex director del IRI, “si la democracia va a triunfar, tenemos que fomentar una cultura que valore la representación de la juventud y su inclusión en las prácticas de gobernabilidad democrática”. Que nuestros votos valgan, que nuestra voz se escuche, que la juventud se haga notar.


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