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INTERNET EN LA ERA DE #LADYPRIETA


Sin duda, nos encontramos en una época donde la información fluye con una velocidad pocas veces vista en la historia. El uso de las redes sociales, blogs informativos, entre otras herramientas digitales, han logrado que procesos burocráticos, atenciones a reportes ciudadanos o noticias antes no consideradas como “relevantes” tomen importancia en diversos sectores de la sociedad.

Gracias a estos mecanismos, se ha logrado evidenciar la falta de trabajo de ciertos sectores gubernamentales y privados, y la presión social se ha convertido en una poderosa arma para el progreso en las calles de la ciudad.

Asimismo, hemos observado cómo se han removido funcionarios de sus cargos públicos por abuso de poder, corrupción, o algún otro ilícito. También, hemos sido testigos del nacimiento de organizaciones dedicadas a la difusión de eventos de índole colectiva a través de Facebook o Twitter, los cuales llevan por estandarte la comedia, el conocimiento exacto de la ley o el deseo de servir a la ciudadanía.

Esta serie de reportes han logrado evidenciar, entre muchas otras cosas, la falta de educación de muchos mexicanos, la prepotencia, racismo, clasismo y una serie de connotaciones negativas que son castigadas con el mote sarcástico de #Lady o #Lord (seguidos de la falta en la que caen) de los usuarios de la red.

Esta serie de evidencias son, claramente, un escaparate al anquilosado (y rebasado) modelo de denuncias jurídicas y legislativas, en donde muy pocas denuncias tienen seguimiento por parte de la autoridad correspondiente.

Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas. Tal parece que el modelo “subir videodenuncia-viralización-castigo al Lord o Lady” carece de un proceso de “no crítica” por parte de varios grupos sociales.

Hace unos meses, un profesor de Jalisco fue grabado por uno de sus alumnos. En dicho video, se le ve dando un discurso aparentemente misógino, machista. Fue castigado socialmente, amenazado, investigado, a punto de perder su trabajo, exhibido en las principales cadenas televisivas del país.

La conclusión del caso: el video estaba descontextualizado. Alguien publicó el video para causar daño. Lo peor de todo es que lo logró. Denigró la imagen de una persona, la dañó moralmente, por una crítica irreflexiva, casi automática por parte de miles de personas que no pudieron ir más allá de lo que se veía en un video de 40 segundos.

Este fin de semana surgió en redes un video, donde una mujer de tez blanca, comienza a despotricar en contra de otra de piel morena, diciéndole que ella no representa a México.

Los nacionalistas y defensores de la patria no se hicieron esperar. El video rápidamente se hizo del conocimiento popular. Medios de publicación nacional lo compartieron en sus portales de noticias y el tema rápidamente pasó a ser ampliamente discutido.

Todo se trataba de una campaña de publicidad-concientización de una cervecera mexicana.

Irónicamente, el único medio que investigó el hecho y sugirió que podía tratarse de una mentira, es el NO-Ticiero “El Deforma” en su popular sección “INCREÍBLE PERO CIERTO”.

En esta época, donde la información fluye con una velocidad pocas veces vista en la historia, es necesario que los procesos reflexivos de la sociedad y los candados para detectar información verídica, vayan al mismo paso, pues de no hacerse, corremos el riesgo de ahogarnos en un mar de letras sin sentido, donde los afectados, pueden ser quienes menos la deban.

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