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Los pasos de Lee Harvey Oswald por México

  • Iván Guerrero
  • 15 nov 2017
  • 6 Min. de lectura

Imagen: World News Daily Report

Martes 1 de octubre de 1963. Un hombre de perfil bajo y misterioso liquidó su cuenta en el Hotel del Comercio ubicado en la colonia Guerrero. No había tenido el resultado esperado después de cuatro días en la Ciudad de México. Con la derrota pesándole sobre su espalda se dirigió a la terminal de autobuses del norte; ahí tomó asiento en un camión con destino a Nuevo Laredo, en la frontera con Estados Unidos. Un viaje que le quedaba corto a ese ciudadano americano mal encarado y mal vestido quien, 53 días más tarde, cambiaría el rumbo de la historia para siempre, asesinando a sangre fría de un tiro en la cabeza al trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos John Fitzgerald Kennedy.


Se trata de uno de los más grandes misterios de la historia moderna y también, una fuente inagotable de leyendas para los amantes de las teorías conspirativas. Lo cierto es que, sin lugar a dudas, la estancia de Lee Harvey Oswald en México continúa siendo una de las más grandes interrogantes del caso que hizo temblar al siglo XX.


Los pasos de Oswald por México pasaron inadvertidos y menospreciados al inicio de la investigación, sin embargo, con los años, este extraño viaje ha resultado ser uno de los capítulos más intrigantes y oscuros del caso.


Un rendez-vous nunca aclarado


Una serie de documentos jamás sacados a la luz pública y que van desde cables, correspondencia, fotografías, memoriales, reportes, y grabaciones del caso han sido publicados la semana pasada por órdenes de nada más y nada menos que el actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y ellos revelan que la CIA y el FBI no investigaron de fondo el paso del asesino por México. Lo que es aún más misterioso, no se investigó la reunión que Oswald tuvo en Ciudad de México con un agente de la KGB (la agencia de investigación soviética), responsable de realizar asesinatos y sabotajes, de acuerdo a uno de los casi 3 mil documentos sobre la investigación del homicidio desclasificados por órdenes ejecutivas. En este documento, se informa que Lee Harvey se reunió, en la embajada soviética de la Ciudad de México con el agente Valeriy Vladimirovich Kostikov, el 28 de septiembre de 1963, pocos días antes de marcharse de la capital mexicana con rumbo a su fatídico destino.


Según informa el diario británico “The Sun”, el FBI y la CIA habían identificado mucho antes del misterioso viaje a Kostikov como un agente de alto rango de la KGB que trabajó como oficial para el departamento 13, responsable de los asesinatos y operaciones especiales para la URSS.


Otro informe revela que el FBI ya estaba enterado de la cita entre Oswald y Kostikov, según se detalla la agencia estadounidense sabía desde el 01 de octubre de 1963, más de un mes antes del asesinato, que ambos se vieron en Ciudad de México.


También se detalla que un comité del Senado de los Estados Unidos interrogó a los agentes de FBI en busca de una explicación lógica: ¿Por qué no detuvieron a Oswald luego de su visita de 6 días en México?

Imagen: BBC

En busca de asilo


La historia oficial muestra a un asesino que actúo como un lobo solitario y sin ayuda de nadie más y cuya trama para matar a Kennedy jamás fue manifestada antes. Sin embargo, las agencias tenían más información de lo que pasó a la historia oficial. Si las agencias de inteligencia de Estados Unidos hubieran actuado de acuerdo a la información que tenían, Oswald hubiera sido frenado antes de llegar a Dallas.


Los errores y las operaciones turbias que cometieron las agencias están arrojando una nueva luz sobre el misterio del asesinato más impactante en la historia presidencial estadounidense: El viaje a México es el capítulo más importante y secreto del caso. Y es que otro informe desclasificado en 1966 confirma que Lee Harvey estaba siendo investigado en Estados Unidos y, posteriormente, al llegar a México una estación de la CÍA en este país siguió su rastro. Este mismo informe detalla que habló incluso de matar a Kennedy abiertamente en el consulado cubano. La pregunta que queda sin resolver y que no aclaran los archivos es ¿conoció la CIA de esta información en tiempo real? ¿Informó de ello a otras agencias?


Los pasos de Oswald no están únicamente detallados en los informes de la CÍA, también la policía secreta mexicana investigó al criminal. Bajo las órdenes de Fernando Gutiérrez Barrios, el mismo oficial que en 1956 detuvo a Fidel Castro y al Che Guevara, los agentes redactaron detallados informes e interrogaron a todos con quienes se había entrevistado. La lectura de los archivos depositados en el Archivo General de la Nación cuentan el extraño perfil y la personalidad herida de Oswald, un marine desertor enfrascado en una vida deplorable con su mujer, una rusa con la que contrajo nupcias en su fracaso exilio en la Unión Soviética.


El verdadero objetivo de Oswald era abandonar nuevamente Texas y regresar a Moscú. Para ello, se hizo pasar por fotógrafo y cruzó la frontera mexicana el 26 de septiembre de 1963 y tomó un autobús Flecha Roja con destino al aquel entonces Distrito Federal. Después de un largo viaje de 20 horas lo primero que hizo fue alojarse en el hotel Comercio, ubicado en la calle de Sahagún, colonia Guerrero. Ya instalado en su domicilio temporal se dirigió a la Embajada cubana, lugar donde solicitó un visado de tránsito hacía la URSS, mostrando su pasaporte y la antigua cédula de trabajo soviética, su acta de nacimiento americana y en la entrevista afirmó ser miembro activo del partido comunista de EE.UU.


Silvia Tirado de Durán, la empleada que inició la tramitación del visado, le solicitó un paquete de fotos nuevas y, según su expediente confidencial del Archivo General de la Nación, aprovechó para ir a la delegación soviética donde tuvo una reunión con 2 agentes de la KGB que trabajaban como funcionarios en el consulado. Tras su paso por la oficina, Oswald explicó que el FBI no le dejaba a sol ni sombra; por todos lados le seguían afirmaba a todos. Por ese motivo le era indispensable obtener el visado y dejar Estados Unidos para siempre. Sin embargo, cuando los agentes soviéticos le explicaron la lentitud del proceso, Oswald estalló en cólera y con el rostro desfigurado por la rabia espetó a los agentes: ¡Esto va a terminar para mí en tragedia!


Posterior a su visita al consulado soviético encaminó nuevamente a la embajada cubana a entregar el paquete con las fotografías solicitadas. Ahí volvió a toparse con una negativa al saber que sin la autorización soviética no podría obtener el permiso cubano. Sus gritos estallaron y se hicieron escuchar por todo el edificio. La secretaria tuvo que llamar al cónsul para intentar calmarle, pero fue en vano, ante el ataque de ira el cónsul se negó a iniciarle el trámite.


Con tan solo 23 años Oswald estaba en caída libre. Las personas que le conocieron le describen como un hombre irritable, colérico, mal vestido y terco. Tanta era su desesperación que al día siguiente regresó a la delegación rusa. Era sábado y los funcionarios se preparaban para salir a jugar un partido de voleibol. En tono desesperado insistió en que necesitaba el visado, lloró y suplicó y les hizo saber las supuestas intenciones del FBI de acabar con su vida, sacó un revólver como muestra de que lo tenían amenazado. Lo posó sobre una mesa. Un funcionario, con sumo cuidado, lo descargó y Oswald se marchó ante las negativas.


A partir de este punto los archivos mexicanos se empañan y la pista del criminal se pierde. Se sabe que aquel domingo, un día después de la visita al consulado de la URSS, acudió a los toros, visitó museos y el lunes acudió a Ciudad Universitaria en busca de apoyo por parte de los estudiantes castristas. De nada le sirvió.


Lo último que se sabe de su visita a México fue la noche de aquel lunes. Lee Harvey Oswald acudió a una fiesta de twist a la cual también acudieron la ex esposa de Octavio Paz, Elena Garro, así como la hija de ambos, Helena Paz Garro. La celebración fue organizada por funcionarios cubanos y en ella se encontraba también la empleada del consulado cubano Silvia Durán, con quien se sospecha Olwald sostuvo una relación sentimental. Las Garro le recordarían un año más tarde, en 1964, con dos hombres junto a la chimenea de la casa donde se celebraba la fiesta.


A la mañana siguiente, a las 6:30 h, abandonó el hotel comercial para dirigirse a Estados Unidos con rumbo al instante que marcaría la historia, 8 semanas después, el 22 de noviembre de 1963. Harvey mataría al presidente Kennedy y dos días más tarde, el 24 de noviembre sería asesinado a sangre fría por Jack Ruby.


Bajo su misteriosa presencia en México y lo que realmente habló con los agentes de la KGB permanece oculto en el más borrascoso misterio. De acuerdo a la investigación “oficial”, Oswald actuó solo y lo apuntaron como único responsable. Por su parte, las autoridades mexicanas no encontraron evidencia de complicidad o más indicios de su paso por la capital. Lo que el FBI y la CIA vieron antes de que ocurriera el homicidio permanece como uno de los capítulos más inquietantes de la historia americana.

 
 
 

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