Corrupción, Pumpkin Spice Latte y El Efecto House of Cards
- Hristo Torres
- 1 nov 2017
- 3 Min. de lectura

El día de ayer fueron detenidos tres miembros de la campaña presidencial de Donald Trump como parte de las investigaciones del procurador especial Robert Mueller, quien indaga sobre los vínculos entre la campaña y el gobierno ruso, y el posible complot que llevó a la gran calabaza a la Casa Blanca.
Entre los detenidos destacan Paul Manafort, quien fuera jefe de campaña durante cinco meses, y George Papadopoulos, que se declaró culpable de los cargos de los que se le acusa y podría estar colaborando con la investigación. Entre los cargos que Manafort enfrenta se encuentran lavado de dinero, cuentas bancarias ocultas y obstruir una investigación federal, o como los conocemos en México, “El Paquete Básico de Corrupción”.
Esta misma mañana Trump tuiteó que no había ninguna conspiración, porque cuando eres inocente, obviamente lo escribes con letras mayúsculas.
La prensa, como niña fresa tomando café con sabor a canela y calabaza, no ha parado de relamerse lo bigotes con tan grandes noticias, señalándolas como prueba que la investigación avanza rápido y que ya no falta mucho para que Trump sea removido de su cargo y encarcelado. También insinúan que es el momento oportuno para que la oposición incremente su presión y recuse al presidente. Sin embargo, considero que deberíamos de hacernos a la idea de que Trump no sólo no será destituido este año, sino que terminará su periodo de cuatro años.
La razón por la que Trump ha llegado tan lejos en su presidencia y por la que incluso la va a terminar, es porque el Partido Demócrata así lo quiere. Los demócratas están viendo a largo plazo, y desean aprovechar la ineptitud de Trump para destruir desde adentro a los republicanos, acabar con la confianza de sus votantes y apoderarse del gobierno en 2020. En los diez meses que lleva Trump en el cargo, no han faltado excusas para removerlo y ahora que está haciendo enemigos dentro de su propio partido, el proceso tendría que ser más sencillo.

Sumado a esto, los demócratas saben del riesgo que implica destituir a Trump, pues eso significa que su vicepresidente lo sustituiría, y Mike Pence es su completo opuesto. Pence es centrado, formal, presidencial, y lo que es peor, un republicano hecho y de derecha. Un individuo como él sería capaz de unir a su partido en el Congreso y pasar con facilidad el número de leyes que quisiera. Pence sería un verdadero gobernante, que no tendría mayor problema para reelegirse para un segundo término.
A este fenómeno le he llamado “El Efecto House of Cards”, por la serie de Netflix en la que (SPOILERS) el congresista Frank Underwood -interpretado por cierto actor cuyo nombre no quiero mencionar- llega a la Oficina Oval a través de una serie de artimañas que involucran a la vicepresidencia y la destitución del presidente después de una serie de escándalos.
Ya sea que la realidad se inspirara en la ficción o viceversa, creo que los demócratas desean evitar un escenario similar y han actuado, o mejor dicho, no actuado, pensando a largo plazo. Si bien es cierto que hay poco que los demócratas puedan hacer para impedir que Trump caiga por el peso de sus propias acciones, también es cierto que no han tenido ninguna prisa en acelerar esa caída.
Por ahora, solo nos queda seguir de cerca los avances de las investigaciones, pero no hay que hacerse falsas ilusiones. Ni republicanos ni demócratas desean sacar a Trump de la Casa Blanca, y a él ciertamente le gusta que lo llamen presidente, así que al igual que los cafés con sabor de temporada, tendremos calabaza gigante para rato.