México, te presento a tus voluntarios
- Andrés Sánchez
- 2 oct 2017
- 3 Min. de lectura
Escribo esto para canalizar mis emociones
Mas, ¿cómo canalizar a tantas personas siendo humanas?

Siempre he creído que el voluntariado es el motor de una verdadera sociedad, esa capacidad de todos los seres que nos volvemos humanos tocando nuestro corazón y comprendiendo las necesidades de los demás para buscar una solución a lo que aqueja, a las necesidades de tantos que son vistas por tan pocos. Muchas ideas comienzan a rondar por mi cabeza.
Cuando en clases externaba mi aspiración a hacer de las Organizaciones de la Sociedad Civil (ONG’s) entes con mayor presencia e influencia motivadora para los jóvenes, potenciando su comunicación y su ejemplo en la sociedad, parecía inevitable ser blanco de miradas incrédulas de que prefiriera algo en lo que la cantidad de dinero posible es mucho menor a lo que recibiría trabajando para una empresa o una institución pública. Mi motivación nunca ha sido el dinero, para ellos era algo imposible de comprender.
A veces pedía que los jóvenes de mi generación fueran más conscientes, más empáticos con los problemas de una nación que conocían más por redes sociales que en persona. A veces lo pedía, a veces. Afortunada o infortunadamente sus ojos se abrieron de golpe al ritmo de un terremoto y con el olor y el sabor a sufrimiento de cientos o miles de personas que lo habían perdido todo en un abrir y cerrar de ojos. Fue como un baño de agua fría que los despertó de un sueño de apatía y egoísmo.

No diré que fue un cambio, porque para eso tuvieron que ser malos o una “basura social”, más bien creo que mostraron lo que realmente son y han sido, lo que no expresaban por falta de espacios o de un momento claro. Las razones pueden ser varias. Lo que ahora importa realmente es que se ha hecho evidente la importancia de la acción social, del poder que tenemos como voluntarios y de lo satisfactorio que es hacer algo por los demás sin esperar una recompensa económica. la emoción comienza a invadir mis manos.
Siempre he creído que el voluntariado podría ser la fuerza de esta sociedad y hoy lo tengo más claro que nunca. Sé que es posible y sé que habrá muchos que piensen como yo. No es necesario formar parte de una ONG para actuar, se ha demostrado que la emergencia nos exige organización y de la nada surgen grupos con una necesidad común que no descansan hasta conseguirla, hasta asegurar que la problemática se haya disminuido o desaparecido.
Si todos desde nuestras trincheras, desde nuestras carreras y profesiones aprendiéramos la manera de aportar al bienestar común, más allá de sólo velar por ganar más y más, o llenarnos de reconocimientos, nuestra realidad sería muy distinta, pues aprovechando esta fuerza que ha surgido desde nuestra esencia no habrá límites humanos, políticos, económicos o ideológicos que detengan nuestra lucha. No es una utopía, hemos demostrado que construimos nuestros propios caminos y si los medios para expresarnos se corrompen, nosotros creamos los propios.
¿Para qué queremos instituciones que no nos representan ni protegen?, ¿para qué queremos empresas que se nutren de nosotros al estilo parásito?, ¿para qué nadar en dinero si lo que se construye con él se derrumba pero lo que nos salva se da a manos llenas y sin costos? Ahora pusimos el ejemplo, demostramos de qué se trata vivir en sociedad: somos ciudadanos trabajando y salvándonos entre y para ciudadanos; seres humanos para otros seres humanos. Había un nudo en mi garganta…trago saliva y continúo.

Ya lo dijo Sabina Berman: “Hay una belleza atroz y justa en la tragedia. Lo que tumba se prueba inepto. Lo que permanece de pie, indispensable”. Me alegra saber que la próxima vez que hable de lo importante que es ser voluntario en nuestro país, y en el mundo, muchos más me darán la razón y habrá muchas experiencias que compartir. La sociedad civil y las ONG’s dejarán de ser entes faltos de interés por parte de los profesionistas. Ya no serán bichos raros.
Ahora los ojos de México y del mundo se enfocan más en los voluntarios, personas a quienes yo prefiero llamar superhéroes, unos sin capa y sin superpoderes, pero sí con grandes cualidades y pasión extrema por lo que hacen. Ni la edad ni el género fueron condicionantes, pues lo mismo se vieron adultos, gente mayor que niños; hombres y mujeres recogiendo escombros o jugando con niños. Pero los jóvenes realmente sorprendieron, aguantaron y fueron ejemplo…pero no en pasado, pues lo siguen y lo seguirán siendo.
Una lágrima logra escapar de mi ojo derecho. México se derrumbó, pero la fuerza de su sociedad ha emergido. Los gritos de ayuda sonaban por todos lados: respondimos con voces aún más fuertes de organización y esfuerzo. Ahora será más difícil hacernos callar. México, aquí están tus voluntarios, te los presento. Ellos no se dejarán olvidar.