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Alemania: La locomotora económica de Europa

  • Iván Guerrero
  • 29 sept 2017
  • 4 Min. de lectura


Las elecciones federales en Alemania del pasado 24 de septiembre representan un parteaguas en la historia del pueblo alemán y del resto del viejo continente. El pueblo alemán ha salido a las urnas y, como se esperaba en todas las encuentras, han elegido nuevamente a Angela Merkel para que esté al frente del ejecutivo germánico durante otro periodo. Con este cuarto mandato la canciller alemana renueva su posición como la mujer más poderosa del mundo, según Forbes y distintas encuestas así como su visión de refundar, de la mano del presidente francés Emmanuel Macron, una Europa que en últimos años se ha visto al borde del colapso debido a los intensos movimientos nacionalistas y a la crisis de la zona euro.


En lo que a los datos económicos se refiere, Alemania es la primer potencia de Europa y, a juicio del Fondo Monetario Internacional, el crecimiento del empleo es fuerte, la tasa de desempleo está en un nivel récord, el crecimiento de la producción está por encima de la media potencial y la posición fiscal sigue teniendo el mayor superávit de Europa. Pero la situación no siempre fue así. Cuando la canciller Merkel tomó su primer mandato, Alemania era “el enfermo de Europa”, en 2005 su economía era muy diferente a lo que es hoy día. A lo largo de la década de los 90 y de los primeros años del 2000, el crecimiento alemán era menor a la media de la eurozona, debido al alto costo de la reunificación con la parte del este en 1990.


De un día para otro, la República Federal Alemana tuvo que incorporar 16 millones de personas, miles de fábricas en malas condiciones y un legado de 50 años de planeación centralizada (como parte de los planes de producción socialista) la había sumido en una inesperada crisis económica y social.


Para 2004, la tasa de desempleo era más alta que la media de los países europeos, incluyendo a Italia y a Francia. Con un déficit fiscal del 3.7% del PIB, Alemania estaba rompiendo los acuerdos del tratado de Maastricht, el cual, limita el 3% de déficit para todos los países miembros de la Unión Europea.


¿Cómo consiguió la economía alemana cambiar tan rápidamente?


De acuerdo a la opinión de muchos expertos, gran parte del éxito se debe al buen “timing”. A mediados de los 90, la negociación salarial dejó de ser tan centralizada, con menos negociación a nivel sectorial, como en los tiempos de la República Democrática Alemana, y empezó a negociarse directamente con las empresas y empleadores. ¿El resultado?, la reducción de los costos laborales y una mayor competitividad para las compañías.


En los mercados internacionales también hubo buen timing. Alemania comenzó a deslocalizar la producción y mudó muchas fábricas a Europa del este; más de 1.800 empresas alemanas invirtieron en más de 3.500 proyectos en esta parte, creando más de 650.000 empleos desde 2003. Ningún otro país invirtió tanto en la región, especialmente en automoción, componentes electrónicos y maquinaria industrial.


Las firmas alemanas buscaron posicionar sus productos en mercados emergentes antes que sus pares en Estados Unidos, Canadá y el resto de Europa: En 2003, Alemania se convirtió en la mayor fuente de importaciones de Europa del Este, un mercado que se ha cuadruplicado desde el año 2000. En 2005, Alemania superó a Estados Unidos para convertirse en la principal fuente de importaciones de maquinaria en India: el valor de ese mercado se ha multiplicado ocho veces desde 2001. Alemania es el mayor exportador de vehículos a China, el valor de esas importaciones se multiplicó 18 veces en el mismo periodo.


La clave está en las reformas


Si bien las reformas implementadas por el gobierno federal alemán han sido exitosas, no se deben únicamente al papel de Merkel y su equipo: la recuperación económica inició en 2003 como resultado de las reformas promovidas por el entonces canciller Gerhard Schröder. Su objetivo era flexibilizar el mercado de trabajo y proporcionar mayores incentivos para emprender el trabajo. Otros argumentan que el impacto económico fue modesto. Se considera que las reformas de Schröder han contribuido a la reciente disminución del desempleo de larga duración, pero los críticos señalan el consiguiente aumento de la pobreza en el trabajo y los empleos inseguros.


Problemas en el paraíso


No todo ha sido miel sobre hojuelas para el pueblo alemán, luego de la enorme crisis del euro y de los cambios políticos recientes, con tendencias fuertemente nacionalistas, Alemania tendrá que refrendar su papel hegemónico en Europa así como su discurso de unidad frente a los movimientos ultranacionalistas que se han desatado en los últimos años por todos los rincones del mundo.


A largo plazo, el Fondo Monetario Internacional ve con malos ojos el superávit comercial alemán, según los expertos repiten cada año: se debe invertir más en infraestructuras y al gasto público; asimismo, hace falta una mayor participación laboral femenina y una mejor integración de los inmigrantes al mercado laboral: desde 2015 a la fecha Alemania ha aceptado a más de 1 millón de migrantes de diversas partes del mundo.


Sin duda, las elecciones del pasado 24 de septiembre tienen un peso enorme para el futuro de Europa no solo como bloque económico, sino como la idea de un solo pueblo: una Europa fuerte y unida depende de los resultados próximos; mientras tanto, en Berlín, el ambiente no se puede percibir de una mejor manera, Alemania es la locomotora económica y política de Europa, Berlín es, hoy por hoy, la capital del viejo continente.

 
 
 

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