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#DileAlCongreso

  • Miguel A. Méndez
  • 28 jul 2017
  • 3 Min. de lectura

Antes de comenzar es necesario hacer una precisión. Esta idea surgió de un profesor y académico muy cercano, Carlos Aguirre Rojas. Hace más de diez años escribió una obra que se ha convertido en referente para muchas generaciones de historiadores y filósofos. Es un libro breve llamado El Antimanual del Mal Historiador o cómo hacer una buena crítica. Rescatando un poco la idea que plasma mí viejo maestro, comenzaría haciendo una breve pregunta: ¿por qué debemos poner atención en hacer un antimanual y, más aún, sobre un mal legislador?

La respuesta a esta incógnita, es muy sencilla, la clase política que actualmente rige el Poder Legislativo en México ha formado y educado a simples legisladores que, en breve, podrá obtener un enorme beneficio que no hemos visto desde finales de la década de los años treinta del siglo pasado, y me refiero a la reelección.

Hoy en día apreciamos en todos los medios que tenemos a nuestro alcance diputados, senadores, diputados locales, etc, que son críticos, serios, científicos, pero, sobre todo, creativos y por supuesto, no podemos olvidar, propositivos.

Pero la verdadera razón de cada una de las cualidades que poseen estos personajes responde a una necesidad: la cuantificación de resultados, es decir, presentar buenos número a los electores.

El problema es que jamás se menciona si lo diez, cien o mil asuntos que propusieron tuvieron una respuesta favorable, solo se presentan. La justificación si fue o no aprobada recae en otras instancias que se encargan de deliberar lo que se propone.

Creo que no es extraño que cada una de las personas que camina por la calle, al ser cuestionada, tenga una serie de comentarios negativos, por no decir mentadas de madre sobre la opinión que tiene de sus legisladores. ¿Por qué? Bueno, no sabemos si las mentes de nuestros representantes trabajen bajo un IQ que muchos ciudadanos no puedan entender.

Pero veamos algunos datos. América Latina evalúa el mal trabajo de sus congresos. Bajo esa idea y con el lema #DileAlCongreso, aproximadamente 25 organizaciones de la sociedad civil impulsan en 15 países la primera consulta sobre el trabajo legislativo.

Esta propuesta, por muy atrevida, busca mejorar la favorabilidad de los congresos por medio de las revisiones periódicas de estos y evaluar a profundidad cuáles son las principales necesidades e intereses de la sociedad y no solo generar productividad.

El objetivo, según explica Agustina De Luca, Directora del Área de Transparencia de la Fundación Directorio Legislativo en Argentina, es determinar qué factores son precisos para la legitimidad del trabajo legislativo en algunas regiones de América Latina.

"¿Es la desconfianza?, ¿es la falta de información?, ¿es la ausencia de rendición de cuentas? La idea es identificar los motivos y que eso sirva para elaborar planes de acción”, señala De Luca.

Esta idea podría poner en evidencia que no es necesario elaborar, sino que existe un Antimanual del mal legislador. Finalmente, me gustaría soltar la siguiente cuestión. Podemos evaluar a un legislador que promete, en alguna de las comunidades de su distrito, una serie de políticas públicas de gran alcance y que, al final, no se cumplen. Pero su justificación son los números de asuntos que presentan en sus cámaras, pero que a veces se convierte en iniciativas o puntos de acuerdo que no competen, ni interesan a los habitantes de ese distrito.

 
 
 

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