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“APRENDER A EMPRENDER CON CACTUS Y DINOSAURIOS”

  • Andrés Sánchez
  • 10 jul 2017
  • 4 Min. de lectura

De la convicción y emprendimiento de dos publicistas, Diana Yoatzin y Amaury Rodríguez (la primera ya egresada y el segundo aún en combate universitario) es de donde ha surgido la perfecta combinación de cactus, suculentas, dinosaurios, diseño, esencia y pasión: Cactusaurio. ¿Dije dinosaurios? En efecto.



Encubando al pequeño Cactusaurio


La idea de una marca que escapara del lucro y el negocio como única finalidad, dejando atrás la cotidianidad, fue consolidándose conforme el hobby y las lecciones de cuidado de cactáceas que Amaury tuvo a bien aprender se transformaron de ocio en una oportunidad de emprendimiento ahí donde otros solo veían plantas, para transformarlas en una experiencia de diseño y estilo a través de una maceta y un cactus con esencia y pasión propia.


¿Cómo? Poniendo en cada uno de sus productos un diseño propio, adaptado al gusto de quien lo solicita, asegurando algo único pero, sobre todo, con el valor añadido de fomentar la responsabilidad con el ambiente y con las distintas campañas de conservación y educación ambiental. Como lo mencionan sus creadores, Cactusaurio, “más allá de vender plantas busca vender conceptos originales que satisfagan al público, que sientan que tienen un reflejo de su personalidad y de su estilo. No es una planta relegada al jardín o al escritorio, no se olvida, desde la planta hasta la maceta cumplen el destino de una experiencia a través del diseño”.


Sus primeros y emocionantes pasos


Afortunadamente para Amaury y Diana, su visionario proyecto ha logrado desprender poco a poco y, hasta el momento, los primeros pedidos ya se han hecho realidad, cumpliendo las expectativas de algunos clientes que se han llevado un diseño nacido de las mentes de estos emprendedores y que ahora ocupan un lugar especial en sus hogares. De esta manera, a través de recomendaciones, pláticas con contactos, conocidos, profesores de su Facultad y demás, han llegado invitaciones a pláticas sobre creación de marcas, por ejemplo, o creación de proyectos verdes por parte del Instituto Politécnico Nacional.


Además, el trabajo con otras asociaciones les ha permitido incursionar en los temas de recuperación de espacios públicos y reciclaje, sin olvidar que el trabajo en conjunto con otras Pymes, como Chipiturco, fungiendo como patrocinadores, los ha llevado a pequeños eventos dándose a conocer y consiguiendo una red de contactos y apoyos en su camino a la consolidación. El trabajo colaborativo aparece como una herramienta medular para la travesía del emprendimiento. Cactusaurio no está solo.


A pesar de estos pequeños pero seguros pasos, han surgido unos cuantos obstáculos: la falta de tiempo para enfocarse por completo en él, en parte por ser estudiantes, o el que emprender sea también invertir, algo que se dificulta si no se tienen suficientes ingresos base. Un error común puede ser esperar a ver resultados tangibles de manera inmediata, aunque poner toda la confianza y esfuerzo en el proyecto es algo que hará que continúe.


Pero el mayor de los problemas es, por mucho, la falta de difusión, lo que provoca que las muchas ideas no se puedan terminar de cocinar debido al poco alcance. ¿La edad?, eso no debe ser visto como impedimento: ser joven es una oportunidad por la capacidad, el tiempo y la energía que se tiene para el emprendimiento; hay que querer y confiar en tu proyecto para que se contagie en las demás personas: crear confianza y amor por lo que tú amas.



¿Qué quieres ser de grande, Cactusaurio?


Los planes a futuro mantienen el enfoque en el desarrollo de la marca y de los diversos proyectos que pueden surgir. Es por ello que los creadores de Cactusaurio buscan que sus productos sean una experiencia, elaborada por ellos de manera artesanal, reflejando su esencia. También les preocupa concientizar e informar sobre las problemáticas ambientales y las campañas para resolverlas. De ahí que la difusión dé la oportunidad para que surjan las invitaciones a pláticas en centros de estudio y comunidades en la Ciudad de México y sus alrededores.


Compartir su conocimiento y experiencia para generar más empresas socialmente responsables y una consciencia sobre reutilización de material, harán de Cactusaurio una marca funcional y que puede enseñar a dar una segunda vida a la basura, enfatizando en la recuperación de espacios verdes, que dejen de ser los “no lugares”. Asimismo, fomentar en la población una cultura sobre el cuidado medioambiental y, ¿por qué no?, entrar a un bazar para no olvidar su eje de diseño, mostrar su fuerte estético, por lo que necesitan mayor inversión, el mal al que se enfrentan todos los emprendedores.


Hay un Cactusaurio para ti…


Si ya se enamoraron de este proyecto tanto como yo, les servirá saber que todo contacto se hace por las redes sociales de Cactusaurio en Facebook e Instagram, donde podrán solicitar las cactáceas de sus sueños en magistrales macetas sobre diseño que se vuelven realidad al combinar sus gustos con la magia creativa de las manos de Cactusaurio.


Además, esto sirve de pretexto para voltear a ver a las pequeñas y medianas empresas porque ofrecen algo que no se encuentra en las grandes plazas. Hay para cada estilo, forma de ser y todo está hecho de manera artesanal, única y con mucha pasión que se comparte. Como mencionaran los autores de este proyecto, “hay que engrandecer al pequeño, no hacer más grande al que ya es grande”. Y de paso invitar a más estudiantes, egresados y jóvenes en general a no dejar pasar la oportunidad de emprender, de asociarse y de compartir ideas que dejan experiencias de valor para la vida profesional y personal.


Lo sé, no hay ningún dinosaurio de por medio, pero, por el momento, yo ya puedo presumir de mi propio Cactusaurio cortesía de Amaury y Diana, aunque me harán falta algunos más para que no crezcan tan solos.


Ustedes ¿tienen plantas, o ya tienen sus Cactusaurios?

 
 
 

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