"La Marcha"
- Leonardo González
- 24 jun 2017
- 3 Min. de lectura
La marcha del orgullo LGBTTTI, o popularmente conocida como “la marcha”, este 2017 celebra su trigésima novena edición. Casi 40 años han pasado desde que los primeros contingentes gays se expresaron en la marcha de conmemoración de 1978 del movimiento estudiantil del 68, y 47 años desde el primer pride celebrado en Estados Unidos en 1970.

Pero, ¿por qué es tan criticada esta manifestación de la diversidad sexual por su forma efusiva y una sustancia política? La respuesta se encuentra en la propia evolución del movimiento gay, el cual surgió con el objetivo de visibilizar aquellos amores que no se atreven a decir su nombre y esas expresiones genéricas encerradas en el clóset y que ahora busca la igualdad de derechos.
La marcha del orgullo gay es una expresión única de la diversidad, sobre todo de la historia y necesidades con las que la comunidad ha tropezado conforme a su avance y contexto; desde demandar la no persecución de los homosexuales como criminales en los años setenta, la atención de servicios durante la crisis del vih/sida en los años ochenta y la no discriminación e igualdad de derechos con los heterosexuales, de los noventas hasta la época actual. Todo dentro de un colorido mosaico de caras y cuerpos que en forma de celebración recalcan su existencia y presencia como ciudadanos de día.
“Un carnaval con ideas políticas”, podría tildarse así a la marcha. Una expresión cultural y un acto cívico; una cita anal (perdón, anual) para todo aquel que quiera participar en ella, porque las puertas están abiertas para amigos y familiares bugas que apoyan y respetan a los miembros de la diversidad sexual.
Donde todas estas subculturas de la comunidad conviven, junto con instituciones gubernamentales (como el Censida repartiendo condones al por mayor en camiones) y contingentes que reflejan la existencia de la diversidad sexual en varios círculos sociales; acompañados por los himnos musicales que de alguna forma dan valentía a gays, lesbianas, trans, etc. para no avergonzarse de sí mismos y seguir luchando con un estandarte de seis colores, súper flexible que se adapta a logos de compañías, cuerpos humanos e inclusive símbolos patrios.
Esto no nació como la marcha de la vergüenza después del enfrentamiento de los homosexuales de Stonewall Inn con la policía neoyorquina en 1969. Los primeros torcidos, pervertidos, criminales, desviados, locas que se manifestaron lo hicieron para no vivir en la clandestinidad, no ser perseguidos como criminales y al grito de “¡gay!” festejaban su existencia y diferencia. Lo que continúa presente actualmente para ejemplo los cantos: “¡no que no, sí que sí, ya volvimos a salir!”, “¡no somos putos, somos un putero!”, “¡ese policía de noche es vestida!” o “¡banquetera únete!”.
La marcha es una constante lucha por lo que falta y una celebración de lo ganado. Porque es de celebrarse que, a diferencia de hace 40 años, no te llevan a la cárcel o levantan una infracción por besarte o tomarle la mano a tu novio o novia en público. Mas no hay que olvidarse que falta atender el combate a la homofobia en el pensamiento colectivo del mexicano, y los crímenes de odio, siendo México el segundo país a nivel mundial con más casos.
La marcha comulga ideas que parecen contrapuestas; gritos de gozo y demanda, esa es la naturaleza a la que se enfrentan a nivel personal cada miembro de la comunidad.
Al salir del closet con tu familia o amigos, ¿A poco no te llena de gozo y orgullo saber que tienes el apoyo de alguien? pero que también hay momentos en los que luchas para no ser maltratado en la calle, en el trabajo, o en cualquier lugar.
¿Hasta qué punto somos iguales y hasta qué distintos? es la pregunta que se hace por la unión bajo la luz del sol de transgéneros, gays afeminados, gays hipermasculinizados, lesbianas femeninas, lesbianas masculinas, jotas liosas, vestidas, drag queens, mayates, chales, intersexuales, tomboys y demás variedad de expresiones sobre ser gay, ser hombre, ser mujer, ser lesbiana, ser bisexual, en un día específico y un espacio público.
¿Hasta qué punto somos iguales y distintos yo gay afeminado del gay masculino? ¿Hasta dónde somos iguales y distintos nosotros ciudadanos lgbttti de la ciudadanía hetero?
Celebrar, demandar, exigir, visibilizar, convivir, recordar, gritar, bailar, expresar, cruzar los límites, romper tabúes, conocer, descubrir, apoyar, subrayar, jotear, inventarse, putear, bufar, la calle es tu pasarela.... todas estas acciones unidas en un solo acto marchar uña a uña, perdón año a año, para responder esta interrogante.