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"DE BENEDETTI A LA DEFENSA DE LOS DERECHOS LGBT"

  • Rob Cruzzó
  • 23 jun 2017
  • 3 Min. de lectura

Si usted ha leído “La Tregua” de Mario Benedetti, recordará a Martín Santomé, ese hombre adulto que se enamora de su joven empleada, de nombre Avellaneda y cuyo trágico final es uno de los más leídos y comentados en la literatura latinoamericana.


Sin embargo, no solo la relación amorosa entre estos dos personajes es digna de reflexión. La historia -ambientada en el final de la década de los 50- nos da un panorama sobre los prejuicios de la sociedad uruguaya (y latinoamericana), en particular del homosexualismo.


Martín Santomé es padre de tres hijos: Blanca, Esteban y Jaime, siendo este último el que le parece más auténtico y con quien cree tener una mayor cercanía.


Sin embargo, la relación fraternal da un vuelco cuando el novio de Blanca llama homosexual a Jaime, quien no desmiente el hecho. Blanca se pelea con ambos: con su chico por “ufanar” de esa manera a su hermano y a este por no desmentir lo sucedido.


Cuando Blanca se lo cuenta a su padre, Santomé se lamenta, se castiga, se flagela considerando que él pudo ser el culpable, por no haber visto los signos, por no atenderlo, por evitar la inclinación sexual de su hijo hacia personas de su género.

Sebastian, por su parte, da cuenta del pensamiento machista ponderante, al golpear a Jaime por tan deshonrosa decisión, lo que resulta en la emancipación de Jaime de su familia con sórdida carta de despedida, en la cual no se reprocha lo que es y sí cuestiona la pulcra moral de los suyos.


A casi 60 años de la obra de Mario Benedetti y la fotografía que captura el pensamiento y tabús sobre las personas homosexuales, habrá que reflexionar: ¿qué tanto hemos avanzado como sociedad para ofrecerle garantías y derechos a este sector social?


La Ciudad de México es punta de lanza en el país, pues en 2006 se aprobó la Ley “Sociedades de Convivencia” y en 2009 la reforma al Código Civil, lo que ha permitido que personas del mismo sexo puedan tener una relación legal entre ellos, protegiendo su patrimonio y sus libertades.


Sin embargo, en México la realidad dista de ser exitosa, pues apenas en 10 entidades se ha reconocido este derecho (a pesar de ser una garantía). Aunado a ello, grupos de poder como la iglesia, el recién nombrado Frente por la Familia o partidos políticos como el Partido Acción Nacional o el Revolucionario Institucional han bloqueado los accesos a estas garantías.


Previo a las elecciones en el Estado de México, se cuestionó al (hasta ahora) candidato electo Alfredo del Mazo sobre su postura acerca del matrimonio igualitario y el aborto.

Tajantemente el priista indicó que durante su mandato (2017-2023) velará por las familias tradicionales, lo que implica la marginación y el desconocimiento de las personas homosexuales.


Luchar por lo que se considera justo es un camino largo y sinuoso, y es el estado quien deberá garantizar la protección de quienes buscan un camino democrático a la hora de pedir igualdad en los derechos.


Habrá que seguir de cerca las luchas legales y los movimientos sociales y políticos que emanen de decisiones como las de Alfredo del Mazo, aunque lo cierto es que muchos ciudadanos no descansarán hasta decir “acepto” como cualquier mexicano en cualquier relación, tratando de cambiar la realidad del país, la cual hoy se asemeja a un texto de hace casi seis décadas.

 
 
 

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