"No ganó Macron, perdió Le Pen"
- Hristo Torres
- 13 may 2017
- 2 Min. de lectura
El mundo suspiró con alivio este domingo cuando Emmanuel Macron venció a Marine Le Pen en las elecciones para la presidencia de Francia. Una victoria de Le Pen hubiera significado casi con certeza el final de la Unión Europea y un cambio radical en el balance de poder internacional.
Algo que llamó mucho la atención en carrera electoral fue el rompimiento de la sociedad francesa con los dos partidos que han dominado su vida política desde el final de la Segunda Guerra Mundial, debatiéndose, en su lugar, entre un centrista novato y una curtida radical de derecha. Previo a los comicios, desde que Le Pen comenzó a perfilarse como contendiente, había un solo punto de consenso entre la dividida población: había que detenerla, aunque eso significara elegir a un forastero político.
Esto traza numerosos paralelismos con una novela que leí hace un par de años por instancia de un profesor, en la que una de sus subtramas relata precisamente la formación de un frente político inusual para detener a Le Pen en las elecciones de 2022. Dicha novela, titulada Sumisión, atrajo una enorme atención mediática en su momento por dos razones: la primera, que dicho frente común era liderado por un partido abiertamente musulmán; la segunda, mucho más trágica, que su publicación coincidió con el día del ataque terrorista a la revista Charlie Hebdo.
El universo tiene un sentido del humor particularmente negro cuando se trata de coincidencias.
Tanto en la ficción como en la realidad se presentan circunstancias en las que la confianza en los políticos tradicionales se ha desplomado tanto que es necesario recurrir a opciones que en el pasado hubieran sido impensables. Y es que tanto en el mundo hipotético de Sumisión como en el nuestro, los líderes elegidos distan de ser la mejor opción, pero que por sus circunstancias son los únicos capaces de hacer frente a la misma figura polarizante y radical, promotora del odio y la intolerancia.
Una figura que va directamente en contra de los tres ideales más franceses que existen, aquellos sobre los que se cimentó la revolución que daría forma al mundo moderno como lo conocemos y que siguen estando presentes al frente de toda lucha social justa. Esos ideales de libertad, equidad y fraternidad.

Este domingo Francia nos ha dado una lección más, probándonos que somos más los que deseamos un mundo más justo, que rechazamos la xenofobia y que entendemos que es a través de la cooperación, el diálogo y la participación como podemos superar los muchos problemas que se enfrenta la humanidad actualmente.