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"MIGRACIÓN INDÍGENA: UN RETO DENTRO DE LA PROTECCIÓN CONSULAR MEXICANA"

  • Diana Vázquez
  • 4 may 2017
  • 3 Min. de lectura

Antes de la llegada del magnate Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, sus promesas de campaña contemplaban como uno de sus puntos principales la repatriación de migrantes mexicanos, lo cual se convirtió, para el gobierno mexicano, en un tema principal en la agenda de política exterior, pues tenía el deber de redoblar esfuerzos en la protección consular hacia nuestros connacionales.


En el paso de los últimos meses han habido diversas iniciativas buscando el objetivo mencionado. Una de ellas fue la destinación de mayor presupuesto a los consulados mexicanos en Estados Unidos o aumentando la cooperación con otros Estados (tales como Guatemala, Salvador y Honduras) bajo la iniciativa TRICAMEX. Sin embargo, siguen existiendo retos y temas pendientes sobre la migración mexicana, siendo uno de ellos atender a los migrantes indígenas.


La violación de derechos humanos hacia migrantes indígenas es un tema pendiente; hasta hace pocos años aún no se habían planteado ni desarrollado programas específicos para atender este problema. Como bien sabemos, continuamente se habla de proteger los derechos de mujeres, niños, discapacitados y personas de la tercera edad, pero en ninguna parte se hace mención de las personas indígenas en condición migratoria.


La identidad indígena se entrecruza con otros temas transversales tales como la pobreza, la violencia, la marginación, pero el más trascendental (y quizá el menos conocido) es la discriminación y la falta de sensibilización en la materia. Aunado a esto, la falta de análisis hacia este tema provocado por la pérdida de sensibilización nos aleja desmesuradamente de la capacidad de asombro por conocer más sobre temas que son menormente abordados.

En los últimos años este tipo de migración ha aumentado de manera significativa. Por ejemplo, entre 2005 y 2014, entre 11 y 12 millones de personas indígenas fueron migrantes. El análisis de la migración indígena es un objeto de estudio complejo debido a las características propias del fenómeno, siendo la diversidad étnica el principal elemento a considerar en la formulación de políticas públicas que incluyan tanto retos como oportunidades desde la perspectiva de los pueblos indígenas.


Es importante generar nuevos instrumentos que permitan conocer los distintos tipos de movimientos migratorios, sus volúmenes, estructura, composición sociodemográfica, origen y probable destino de los migrantes indígenas mexicanos, y así tener así un mejor control para su protección.


Podría incluso asegurar que el desconocimiento de este tema no ha permitido una mejor gestión para su solución, puesto que este fenómeno no es un tema nuevo para México. Desde inicios del Programa Bracero, con la finalidad de proveer a Estados Unidos de mano de obra debido a su participación en la Segunda Guerra Mundial, existieron distintos grupos étnicos como los mixtecos, purépechas o zapotecas, que migraron en busca de mejores oportunidades y mejores fuentes de trabajo.


Otro de los principales problemas al que se enfrentan los migrantes indígenas es el lingüístico, ya que no hablan ni español ni inglés. Seis de cada diez migrantes indígenas hablan náhuatl (23 por ciento), maya (11.5 por ciento), mixteco (7.2 por ciento), tzeltal (6.9 por ciento), zapoteco (6.7 por ciento) y tzotzil (6.2 por ciento), lo que ha exacerbado la dificultad del acceso a fuentes de empleo, a la protección diplomática y al contacto con las autoridades.

Ello se ha convertido en una razón por las cuales sus derechos no pueden ser respetados y protegidos. Además involucran casos de separación familiar injustificada, arrestos, repatriaciones sin el debido proceso (la mayoría de ellos debido a la falta de traductores, por discriminación y por no querer aceptar sus usos y costumbres debido al desconocimiento sobre el tema).


Aunque han existido programas específicos, estos resultan ser muy limitados. Grosso modo se ha trabajado de manera conjunta con el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI) con el fin de enviar materiales a las representaciones consulares e incluso enviar maestros hablantes de lenguas indígenas hacia Estados Unidos. No obstante, varios de estos proyectos no se han podido llevar a cabo.


Para hablar de avances significativos e integrales sobre protección consular de migrantes indígenas no se debe dejar de lado el tema educativo. Sería un error pensar que solo aumentando el número de materiales traducidos se aminora el problema. No debe olvidarse que la falta de acceso a la educación impide incluso el acceso a dichos materiales. Brindar protección no solamente es afrontar la necesidad de traductores, sino también atender un enfoque más especializado que tome en cuenta sus usos, costumbres y organización.


La red consular mexicana debe generar la vinculación de temas de la comunidad migrante en general (priorizando educación, salud y todo lo relacionado con el estatus migratorio) y debe ser prioritario colocar al migrante indígena en la agenda, puesto que tiene la misma importancia como otros, ya que el desconocimiento de nuestros pueblos indígenas nos ha llevado a condenarlos y marginarlos.

 
 
 

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