"MIL CARAS DE LA COLONIA JUÁREZ"
- Luis Sosa
- 10 abr 2017
- 2 Min. de lectura

La Ciudad de México es una tierra en donde convergen muchos sitios de una enorme belleza, riqueza cultural e histórica; sitios que atraen a las multitudes, fomentan el turismo y generan consumo en dichos lugares. Uno de los más bellos, céntricos y diversos; punto de reunión de comunidades y grupos, de nacionalidades y clases sociales distintas en ésta ciudad es la colonia Juárez, ubicada en la delegación Cuauhtémoc, a pocos minutos del centro histórico y que este año recién celebra su 111° aniversario de fundación.
Con más de un siglo de vida, las calles de la colonia son inertes y mudos testigos de una parte de la historia en la Ciudad de México. La zona ha observado la llegada de clases pudientes y adineradas, viviendo en mansiones, comprando en tiendas finas, restaurantes de caché; aunque también, han sentido en sus paredes y banquetas la sangre derramada y escuchado los gritos de connacionales durante los enfrentamientos revolucionarios y de los años de inestabilidad política que prevalecían en el México de la época.
Ahora se ha reinventado y dado a paso a la modernidad urbana, como con la hermosa y futurista Glorieta de Insurgentes; sigue siendo sin duda un sitio de encuentro, de consumo, perfecto para realizar actividades lucrativas y lúdicas. A diario, por la colonia caminan jefes, altos mandos, ejecutivos, trabajadores, cajeros, vendedores, estudiantes, comunidad LGBTT, etc. La lista es tan inmensa como los gustos personales.

Turistas de todo el mundo que, en grupitos, toman fotos de monumentos o de tiendas que no existen en sus naciones. Casi en cualquier sitio pueden verse a amigos reunidos; pequeñas comunidades de extranjeros que comparten una taza de café o una tarde de compras; al grupo de asalariados que se relaja en su hora de descanso. Son ejemplos de la clase de personas que alberga la colonia y de las típicas escenas que uno puede observar cualquier día de la semana.
Sin embargo, se ignora o se simula no estar al tanto de que también es el sitio de reunión de una clase de personas malaventurada, desposeída e indeseable para otras. Éstos desde hace tiempo viven en su hora más oscura: a la intemperie en las calles de la Juárez, subsistiendo con limosnas, cambiando aluminio o papel por algunos pesos. Son parte de una comunidad que deambula por las calles aferrándose a sobrevivir.

Forman parte del paisaje urbano y, aunque normalmente las residentes o visitantes de la colonia evitan cruzar miradas con estos personajes envueltos en un halo de suciedad y miseria, lo cierto es que están ahí. Son esa población que no sale en fotos de Instagram o alguna red social; de ellos no se habla, parecen esa porción de la vida que no es digna de ser capturada, retratada ni compartida, pero que claramente existe.
En la colonia Juárez convive el rico e intangible valor histórico de sus calles; también lo hacen idílicos monumentos oficiales y edificios modernos, una enorme infraestructura en vías de comunicación; pero lastimosamente, en la colonia también conviven día a día y codo a codo la pobreza, indigencia y abandono, con la riqueza, lujo y progreso de otras. Por ello podríamos catalogar a la colonia Juárez como el sitio con más diversidad social, cultural, histórica y sobre todo económica en la Ciudad de México.
