"LAS OBSESIONES DE DALÍ"
- Diana Hurtado
- 23 feb 2017
- 3 Min. de lectura

Hablar de Dalí es adentrarse en un mundo desconocido y con diversas interpretaciones, toda una vida prismática llena de locuras, de confusiones y de obsesiones. Y son precisamente éstas las que se presentan en el Museo Soumaya de Plaza Loreto, con la intención de desentrañar sus más oscuras perversiones, mismas que le dieron la inspiración para crear las obras expuestas realizadas entre 1930 y 1980.
Salvador Dalí i Domènech fue un pintor español nacido en el año de 1904, su vida estuvo influenciada por los artistas del momento, tales como Luis Buñuel, Federico García Lorca, André Bretón, Joan Miró, entre otros; sin embargo, sería el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, el que le daría la inspiración necesaria para crear sus características obras.

Dalí estudió pintura, escultura y grabado en la Real Academia de las Bellas Artes en Madrid, pero por diversas revueltas y cuestiones ideológicas fue expulsado años después; a temprana edad conoció el impresionismo y el cubismo, pero sería el surrealismo al que le dedicaría la vida entera (literal), llegando a convertirse en su máximo representante.
Peeeeero… para llegar a conocer a un artista no es necesario leer su biografía, sino que es importante y vital descubrir el entorno en el que se creó y Dalí no es la excepción. Desde pequeño su vida sexual se vio afectada por las creencias cerradas de su padre, quien le repetía ocasionalmente que era una actividad pecaminosa que no debía ser llevada a cabo, esto provocó en el artista un trauma, por así decirlo, que marcó toda su vida. Uno de los rumores dice que Dalí creía ser impotente por lo que desarrolló una fijación por la masturbación, misma que reflejó en sus obras con un dejo de erotismo.

Otra de las obsesiones de Dalí era su musa y amante Gala, mujer con la compartiría su vida hasta la muerte y que serviría como modelo e inspiración para sus obras; sin embargo, su relación no era lo que se dice un cuento de hadas, ambos compartían ideas retorcidas fruto de su relación, lo que en un momento dado provocó que el español le propinara una golpiza por motivo de celos.
La lista por supuesto que no termina ahí, una de las cosas que ocupaba la mente del catalán eran los procesos oníricos o relacionados con los sueños, por este motivo, Dalí se interesó en Sigmund Freud, padre del psicoanálisis y de la psicoterapia. Sin saberlo, Freud aportaría nuevas ideas a la obra de Dalí a través de su obra “La interpretación de los sueños”, así como de otros escritos relacionados con la mente, mismos que provocarían una gran admiración y obsesión en el artista para con el médico. Innumerables fueron las veces que Salvador intentó conocerlo hasta que lo logró y no contento con eso, trató de impresionarlo por medio de una exposición; al final, Sigmund Freud sólo pudo decir: “Nunca había conocido a tan perfecto prototipo de español. Qué fanático”.

Estos y otros temas son los que trata la exposición en cuestión, a través de una serie de obras compuestas por esculturas, pinturas y dibujos donde Dalí plasmó sus ideas retorcidas y no tan alejadas de la realidad. Son las obsesiones del pintor lo que lo llevaron a realizar magníficas representaciones surrealistas conocidas en todo el mundo, que le dieron el merecido reconocimiento y lo colocaron como el máximo representante de dicha corriente.
Sería poco decir que Salvador Dalí estaba loco, que creó su propio mundo a la vez que comunicaba su interpretación del mismo por medio del arte, que buscó dar explicación a sus propios cuestionamientos e intentó profundizar en su propio ser para reinventarse una y otra vez. Pero no habría podido ser de otra manera, nadie en su sano juicio podría haber logrado lo que él, así que no se preocupen si de momento no conectan con la exposición, ya que después de todo estamos ante el legado de un genio retorcido.
