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"HOMOFOBIA Y REACCIÓN"



En los días (no tan) recientes, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) avaló la garantía constitucional que permitirá a las parejas altersexuales (de la comunidad LGBTTI) contraer matrimonio y llevar a cabo trámites de adopción. La reacción no se hizo esperar y múltiples organizaciones, siendo la más relevante el Frente Nacional en Defensa de la Familia, con respaldo de la Iglesia en México, se movilizaron para echar atrás esta decisión del gobierno.


Está más que claro que en México persiste una fuerte influencia del catolicismo en la dinámica social y en las cuestiones colectivas, pero esto no es particularmente el resultado de un pensamiento religioso, sino que responde a actitudes reaccionarias. Ser reaccionario es “luchar” contra el orden establecido solo cuando una clase ve afectados sus intereses futuros; esta es la actitud que retoma, por ejemplo, la cúpula empresarial en México. Pero volvamos a nuestra situación concreta.


Hay que dejar en claro que la decisión de la SCJN no fue fruto de la benevolencia o la buena voluntad del Estado, sino que es de la misma naturaleza que otras conquistas sociales: fruto de la lucha de sectores populares organizados, en este caso, de la comunidad altersexual. En definitiva, esta decisión es una afrenta, de parte de la comunidad LGBTTI, a los viejos poderes que aún subsisten en un país todavía atrasado relativamente en el desarrollo ideológico del Estado burgués, como lo es México.


Instituciones, como la Iglesia y la familia “tradicional”, todavía tienen un peso de relevancia en la ideología del Estado; peso que está decayendo, por un lado, por la propia evolución del Estado burgués en México, que ya prepondera otros aparatos ideológicos (entre ellos, por supuesto, la escuela), y, por el otro lado, por la lucha de la comunidad altersexual en busca de sus derechos y conquistas sociales.


De primera vista, la lucha de la Iglesia y de los sectores retrógradas (ya vimos por qué verdaderamente lo son) es contra un Estado que “corrompe a la sociedad”, pero en última instancia, por lo demás, es una lucha contra la misma comunidad LGBTTI de la sociedad, y contra su derecho a amar y forjar, en el seno de la familia, nuevas generaciones.

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