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"MÚSICA QUE DEBE LEERSE"

  • Gabriela Berriel
  • 17 oct 2016
  • 3 Min. de lectura


Este año un músico ha usurpado el lugar que corresponde a los escritores. A partir de que se dio a conocer la decisión de la Academia Sueca, las opiniones al respecto se desencadenaron. Aquellas que señalan como un error esta elección se enfrentan a las que defienden la apertura de espacios dentro de la “competencia” que está implícita en los Premios Nobel.


La atención está puesta en Bob Dylan. Con la “nueva expresión poética que creó dentro de la tradición americana de la canción”, es el protagonista no sólo en la programación televisiva, en las secciones culturales de los diarios o en YouTube, sino en páginas de debate literario, en redes digitales de bibliófilos y hasta en memes.


Parece ser que el mundo entero tiene algo por decir, ya sean quejas, alabanzas, reconocimientos o denostaciones a las obras de este músico nacido en Duluth, Minnesota. Cualquiera que sea el caso, las conjeturas no tardaron en comenzar. Se mencionaron cuestiones políticas, intereses privados y, además, se hizo presente la lista eterna de aquellos que, aun siendo favoritos, no fueron acreedores a este premio.


Bob Dylan era un eterno aspirante gracias a la calidad de sus letras; se encontraba en esa lista junto con autores ingleses, occidentales e hispanoamericanos, y su arte superó la de estos. De acuerdo con la filosofía que se sigue para la asignación de los galardonados, podemos decir que él produjo la obra que resultó sobresaliente de entre el resto.


No obstante, también se ha mencionado que lo que menos se tomó en cuenta para esta entrega fue la obra escrita con la que incursionó, y que fueron sus melodías las que lo posicionaron como el primer músico en ganar el Premio Nobel de Literatura.


Más allá de ser reconocido como un brillante elemento del rock, varios de sus compañeros en el medio artístico (e incluso en el medio literario) lo han denominado como “Juglar moderno”, debido a que su forma de hacer literatura es a través del habla, de los sonidos y de la atención que su público le concede.


¿Es por ello menos meritoria la obtención de este reconocimiento? Las opiniones que muestran una postura negativa ante esta decisión se sustentan en el argumento de que se ha dejado de lado a los escritores reales y ahora todos se toman en cuenta”, a pesar de no desempeñar un papel en la literatura.


Si el argumento central es que las cosas deben estar escritas (todas) para que su autor sea reconocido y digno de este premio, entonces aquellos que lo sustentan deben recordar que no es la primera vez que la palabra hablada recibe un reconocimiento en el área literaria.


En 1953, Winston Churchill recibió el premio de la Academia Sueca, cuyo argumento para otorgárselo fue que poseía una gran oratoria. Más allá de sus Memorias, que escribió y legó, este hombre fue reconocido por la manera en que se expresaba al dirigirse a sus interlocutores.


¿No es un caso similar el de la música? El ahora ganador del Nobel ha transportado un discurso político, cultural y social a través del mundo haciendo uso de sus creaciones. La misma función de un libro, pero sin un soundtrack que lo respalde, por así decirlo. Además, ¿no es verdad que ciertos artistas son, antes que músicos, escritores? Ahí, en lo que plasman, se basa la riqueza de sus obras.


Sea cual sea el caso, tenemos que recordar que sí, los tiempos están cambiando. El año pasado, el Premio Nobel de Literatura fue concedido a la bielorrusa Svetlana Aléksievich, siendo la primera ocasión en que un texto periodístico es reconocido por esta Academia. En esta ocasión se ha otorgado a la expresión poética hecha música, de acuerdo con el veredicto señalado por la misma.


Finalmente, este acontecimiento es una puerta que se abre para que el mundo musical amplíe sus fronteras. Muchas veces este arte es relegado a los lugares comunes que han ocupado varios artistas para continuar produciendo; sin embargo, no todo en la música está hecho como un producto para masas.


Varios músicos y compositores alrededor del mundo abrigan, desde ahora, la emoción de que el arte del que viven sea elevado de categoría en el mundo cultural. No podría mostrarme más de acuerdo con la concreta expresión de Joaquín Sabina, cantante, compositor y, sobre todo, artista: “Bob Dylan consiguió que aquel poeta que yo entonces quería ser decidiese convertirse en músico”.


Las formas de expresión son diferentes, pero el arte sigue presente en las obras. Músicos, figuras políticas, narradores y poetas siguen creando cosas maravillosas en el mundo. No dejemos que la postura ante una sola decisión vete nuestro deseo de conocer más, no solo de literatura, sino de todo arte que nos rodea. Que este premio sirva como una invitación más para incrementar nuestro panorama.

 
 
 

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