"Mero entretenimiento"
- Patricio Patiño
- 6 oct 2016
- 1 Min. de lectura

Nada más equivocado que figurarse que la razón sólo tiene una dimensión. Quien opina correctamente, esto es, quien ha descubierto la verdad, generalmente se expresa con una patente preocupación por la justicia de sus pareceres. Sus descripciones brillarán por su ponderación.
Ofrecerá pros y contras, comparaciones desprendidas y retratos desde diversos ángulos del punto en cuestión. Quien posee conocimiento es capaz de apreciar lo más acertado de todas las versiones acerca de los hechos a su disposición. De ahí que con frecuencia pueda pasar ante los demás como un hombre ecuánime, sin opiniones o incluso nihilista.
Pero es más bien esa elocuencia y preocupación por lo cierto lo que constituye su más profunda pasión.
Se entiende entonces que a menudo los más reservados sean los más sabios. Quienes sólo hablan cuando es estrictamente ineludible. Pero que cuando lo hagan sean implacables y contundentes.
Es a esos discursos a los que vale la pena imitar y prestar oídos. Lo demás es mero entretenimiento.
Mención aparte merecen los numerosos ejemplos opuestos que cotidianamente asaltan los estrados. Demagogos, idiotas, prejuiciosos y retrógradas pueden ser señalados con facilidad si nos atenemos a estos criterios. Hablan mucho, dicen poco. Hablan mal y dividen. En no pocas ocasiones defienden agendas subterráneas, invisibles gracias a sus estupideces. Conocer es liberarse, la ignorancia es todo mal y opresión. Toda suspicacia es progreso y rebelión.