"El día que cambió a México"
- Adán de la Cruz
- 20 sept 2016
- 2 Min. de lectura

Dos minutos fueron suficientes para cambiar la cosmovisión (quizá también la cosmogonía) de México. Un suceso lamentable, doloroso, de consecuencias funestas, modificó la forma de entender al país.
El temblor del 19 de septiembre de 1985 de magnitud 8.1 en la escala de Richter sorprendió a los mexicanos a las 7:19 horas. Lámparas, muebles, y casas enteras empezaron a sacudirse, no todas ellas logrando resistir. Así, apareció uno de los desastres de origen natural con mayor cantidad de muertos (tres mil 692, según la cifra oficial), y una inmensa cantidad de heridos y cuantiosos daños materiales.
Recordar el acontecimiento de hace 31 años es una buena oportunidad para anotar lo importante que es prepararnos ante las contingencias. Muchas veces creemos que no puede pasarnos nada, minimizamos los riesgos y creemos que las situaciones de desastre ocurren en aquellos países donde los sismos, lluvias, tifones, deslaves, y ataques arrasan con pueblos enteros y dejan decenas (o centenas de muertos). Sin embargo, la conformación de megalópolis como la Ciudad de México justo la hacen más vulnerable al desastre.
Lo importante no es conmemorar
Testimonios, imágenes, reportajes, crónicas y demás acervo de aquel día son vastos y cuantiosos. Pero, atención: lo importante no es conmemorar; no es hacer placas ni rendir homenaje o poner la bandera a media asta. También va mucho más allá del reconocimiento (que por supuesto lo merecen) por la muestra de solidaridad ocurrida en el país en los días postdesastre. Lo importante es analizar qué hacemos al momento de edificar y vivir nuestras sociedades, y de qué manera reducimos los riesgos. Es fundamental seguir trabajando en fortalecer nuestra capacidad de respuesta y la forma en cómo nos formamos (e informamos) ante las condiciones que amenazan no solo la armonía, sino la existencia.
El 19 de septiembre nuestro país cambió de ser, y se convirtió en uno más sensible, en uno más comunicado, en uno más cercano a comprender que la catástrofe siempre está a la vuelta.
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