"FILIPINAS EN LA ENCRUCIJADA"
- Eduardo Tzili Apango
- 19 sept 2016
- 2 Min. de lectura

El 30 de junio de 2016 fue electo Rodrigo Duterte como presidente de Filipinas. Este personaje, por demás siniestro debido a su política de “tolerancia cero” cuando fue alcalde, ha llamado la atención en los últimos meses debido a polémicas declaraciones; la última contra el presidente estadounidense.
Duterte llegó a la presidencia filipina en medio de una intensa encrucijada geopolítica. En 2002 la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ANSEA) y China firmaron una declaración para la conducta de las partes en el Mar del Sur de China, la cual había gobernado la dinámica en la región hasta recientemente que Manila decidió llevar el caso a la corte debido a las acciones de China en la zona.
Poco después de ser electo, Duterte como presidente del país archipiélago, la Corte Permanente de Arbitraje emitió un fallo favoreciendo a Manila en el conflicto del Mar del Sur de China. El gobierno chino en Beijing hizo caso omiso al fallo, apelando por la resolución bilateral del conflicto, sin la intromisión de terceras partes.
El haber llevado un caso contra China a instancias internacionales probablemente se debió a presión de Washington más que a una necesidad de Filipinas. ¿A qué me refiero con esto? A raíz de la materialización de los dos llamados “mega-acuerdos” regionales, arreció una competencia geopolítica en Asia-Pacífico.
Por un lado, el Tratado Transpacífico (TTP) con Estados Unidos a la cabeza, y al cual México se ha adherido, apunta a ser un acuerdo económico integral que no solo implique comercio, sino también inversiones, propiedad intelectual, y comercialización de servicios. Por otro lado, el Acuerdo Económico Regional Integral (RCEP por sus siglas en inglés) con la ANSEA como base, y al cual China se ha adherido, apunta a ser un acuerdo de comercio intenso que entreteja las redes económicas en el este asiático.
En esta línea, Washington pudo haber presionado a Manila para salirse por la tangente y llevar el caso del Mar del Sur de China a instancias internacionales. Debido a que el conflicto en la zona tenía un statu quo relativamente estable debido a la declaración de conducta China-ANSEA, esto le permitió a ambas partes concentrarse en consolidar la relación en otros aspectos, como la firma de acuerdos comerciales que respaldan al RCEP.
Al llevar el asunto del Mar del Sur de China instancias internacionales, Filipinas dividió las posturas al interior de la ANSEA; por un lado, los Estados con conflictos territoriales con China –como Vietnam, Malasia, Brunei–, y por otro lado los Estados más cercanos a Beijing –como Tailandia, Camboya o Myanmar. Al dividir las posturas, se dificulta el proceso de afianzamiento del RCEP.

Filipinas, en este sentido, puede fungir como un país-puente no solo para vincular a los miembros de la ANSEA, sino también para vincular al RCEP con el TTP. Este papel también lo podrían desempeñar Vietnam, Singapur y Malasia al ser países miembros de ambos mega-acuerdos. Pero las declaraciones del presidente filipino, que interpreto como un intento de buscar mayor autonomía frente a Washington, su tradicional aliado, bien podrían contribuir a un reacercamiento más constructivo con el gobierno chino en Beijing.
Por muy lejano que parezca este conflicto geopolítico, hay que estar atentos a su evolución, puesto que afecta indirectamente a México al ser parte del TTP.