"SEAMOS TOLERANTES, VIVAMOS COMO FAMILIA"
- Alejandro Solchaga
- 15 sept 2016
- 7 Min. de lectura

Por la noche me acosté revisando el timeline de mi Facebook y quedé sorprendido por la polémica que se generó tras la marcha que convocó y realizó el Frente Nacional por la Familia.
Dormí buscando en mi subconsciente respuestas para entender la intolerancia que como nación vivimos. Dormí recalcándome que somos un país con una gran diversidad cultural, social y económica; rico en gastronomía, arte, cultura, historia y tradiciones, pero lamentablemente somos un pueblo intolerante, dividido y heterogéneo.
Por la mañana desperté y las respuestas comenzaban a surgir. Seguía revisando mis redes sociales y algunos portales de noticias, y sin embargo, me percaté del incremento en las críticas, polémica y discusiones entre amigos, compañeros y conocidos sobre lo sucedido el pasado 10 de septiembre. Mis sentimientos ante esta situación (que aún no puedo definirlos), se acercan al coraje y tristeza por la intolerancia que nos tenemos unos a otros.
El Frente Nacional por la Familia oficialmente nació el 18 de mayo, un día después de que el Presidente de la República enviara al Congreso su iniciativa de ley para regular los matrimonios entre personas del mismo sexo.
Según las cifras de este movimiento, más de 1 millón 260 mil personas en 125 ciudades del país manifestaron su rechazo a la iniciativa presidencial que reconocería el matrimonio homoparental. Si tomamos en cuenta este número de personas que se manifestaron, serían una minoría ante la comunidad LGBTTTI.
Retomando ideas de compañeros a favor de este movimiento, creo fervientemente que todos tenemos derecho a la libre expresión y que están en su plena facultad de reclamar el derecho a la familia “natural”. No critico que defiendan sus ideales, porque ante un país democrático, la oposición (para mí hoy por hoy ya lo es) merece ser escuchada y tomada en cuenta sin importar su religión, etnia o sexo. Esto incluye a la comunidad LGBTTTI, porque apelando a la terminología de Estado, ante un factor esencial del mismo, este se conforma por la población, y eso nos incluye a cada persona que habita en este país.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Valores de la Juventud que realizó el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y el Instituto Mexicano de la Juventud en 2012, por lo menos 3.6 por ciento de las y los jóvenes se identificaron como gays, lesbianas o bisexuales. Dicha encuesta se llevó a cabo en zonas representativas del país.
Por otra parte, de acuerdo con el censo de población y vivienda realizada por el INEGI en 2010, en el país se estima que alrededor de 230 mil hogares son compuestos por parejas del mismo sexo. Ello representaría aproximadamente 1 por ciento del total de hogares en México. Si tomamos en cuenta que en México existen 80 millones de personas mayores de 15 años, y respecto a la cifra del 3.6 por ciento, habría entonces 2 millones 400 mil personas que conforman la comunidad LGBTTTI, número que habla por sí mismo en términos de importancia y representatividad, por lo tanto, son dignos de ser tomados en cuenta.

Desde mi óptica, y como mencioné anteriormente, el Frente Nacional por la Familia está en todo su derecho de levantarse, de protestar y manifestar su inconformidad. Constitucionalmente, es su derecho y se establece en el Artículo 6 de la Carta Magna que expresa: “La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, si no en el caso que ataque a la moral, la vida privada o los derechos de terceros, provoque algún delito o perturbe el orden público”.
Asimismo, Artículo 9 dice: “No se podrá coartar el derecho de asociarse o reunirse pacíficamente con cualquier objeto lícito (…) No se considerará ilegal y no podrá ser disuelta una asamblea o reunión que tenga por objeto hacer una petición o presentar una protesta por algún acto o autoridad”.
Sin embargo, quien se mantiene informado podrá o no estar de acuerdo conmigo de que este es un movimiento que tiene un trasfondo político orquestado por altos mandos del clero y, probablemente, por el YUNQUE, organización que pone entre dicho la separación de la Iglesia y el Estado.
El YUNQUE fue fundado en Puebla en la década de los cincuenta y se ha extendido por varios países del mundo. Un ejemplo claro de ello fue cuando entre 2009 y 2011 el grupo movilizó a miles de personas en España tras la despenalización del aborto para destituir el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. (véase Proceso (10/09/2016) “El Yunque detrás de familias que están vs matrimonio igualitario” obtenido el 11 de septiembre de goo.gl/pzr39g ).
De acuerdo con Juan Dabdouv Giacoman, presidente del Consejo Mexicano de la Familia, advierte que “esto apenas empieza. Estamos trabajando para las elecciones del 2018, donde no habrá espacio para candidatos antifamilia de ningún partido. Si esto lo hicimos en apenas dos semanas, imaginen lo que haremos en dos años. Vamos por todo. La ciencia y la razón nos asisten. La mayoría silenciosa ha decidido alzar la voz y en 2018 nos tienen que oír. Las próximas elecciones, incluida la presidencial, son para la familia, son nuestras”. (véase: Álvaro Delgado (9/09/2016) “El YUNQUE, la mano que mece al Frente Nacional por la Familia” obtenido el 11 de septiembre del 2016 en goo.gl/SZq3nl ).
En contraste, gran parte de la comunidad LGBTTTI profesa la religión católica. De acuerdo con el último censo del INEGI, 82.9 por ciento de los mexicanos se dicen católicos, por lo tanto, de los 2 millones 400 mil integrantes de la comunidad lésbico-gay, aproximadamente 1 millón 989 mil personas pertenecientes a este sector se dirían católicos, por lo que me llevaría a preguntar y refexionar lo siguiente: ¿Cuál sería la postura de Dios? ¿Reconocería (o no) su obra natural?
Si partimos de la premisa que México es un Estado laico y sabemos quiénes manejan este movimiento, podemos deducir que esto es un levantamiento que atenta directamente al Estado ya que está yendo contra la autoridad suprema, sus propuestas o reformas encaminadas a la protección total de su población sin excluir a nadie.
En segundo lugar, y apelando un poco más al sentimiento, es un movimiento que ataca directamente a la nación ya que está en contra de una comunidad que forma parte de la identidad nacional del país, que posee mitos, costumbres y un modo de vida que debe ser respetado por todos. Todos sus integrantes, sin excepción, provienen de familias nucleares o familias extendidas.
Estoy cansado de escuchar y ver comentarios en redes sociales que la homosexualidad es “antinatural” ¿Por qué habría de ser anti-natural?
Hace poco discutía con un compañero el tema y le respondía a ese argumento que el ser homosexual no es antinatural, ya que si se ve desde la concepción biológica, la persona que es homosexual desde su gestación tiene una derivación en los cromosomas y en la formación de hormonas que provienen desde el embarazo de la madre. Es algo que el ser humano mismo no controla, y al no tener nosotros control sobre esto, parto de la premisa que por lo tanto es algo natural, tan natural como la heterosexualidad. Por lo que esto desecha cualquier creencia de que la homosexualidad y la transexualidad no son una opción de elección personal.
De acuerdo a investigaciones del Programa de Sexualidad Humana de la Facultad de Psicología de la UNAM, en algún momento del desarrollo intrauterino existe un punto crítico por el que cada individuo pasa, y algunas veces, no se alinea a la hora de nacer, vivir y socializar.
Por lo tanto, la homosexualidad entendida como la inclinación erótica afectiva por personas del mismo sexo no es una patología; en el caso de la transexualidad, se nace con un cuerpo que no corresponde a la sensación emocional, física, psíquica, y psicológica, como lo explica la especialista Selma González Serratos (Véase Mariana Peña (s/f) “Biología de la homosexualidad” obtenido el 11 de septiembre del 2016 en goo.gl/8I5pbj ).
De hecho, en 1990 la Organización Mundial de la Salud eliminó la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales cuyo motivo se originó cuando la Asociación Americana de Psiquiatría comenzó a cambiar en 1973 la percepción sobre el fenómeno de la homosexualidad y decidió eliminar de su manual de diagnóstico de los trastornos mentales a esta condición.
Para 1974, en el manual se dejó de incluir la homosexualidad como trastorno mental. A partir de ese entonces, la Asociación se pronunció en contra de todas las legislaciones y acciones que fueran discriminatorias. Actualmente, existen casi 80 países en los que se criminaliza la homosexualidad por lo que millones de gays y lesbianas son condenados a penas de prisión y, en algunos casos, son condenados a muerte. (véase: S/A (17/05/2016) “La OMS elimina la homosexualidad del catálogo de enfermedades mentales” obtenido el 11 de septiembre del 2016 de: goo.gl/UgnSHi ).

Una vez planteados estos argumentos, si es algo tan natural como la heterosexualidad, ¿porque no se respeta?, pregunté al compañero con el que mantenía la discusión. Él contestó que simplemente se trata por el hecho de no poder tener hijos de manera “natural” o formar una familia conformada por hombre, mujer e hijos. Pero entonces, la persona que es homosexual y la cual proviene de una familia heterosexual “normal”, ¿por qué no va a tener la misma oportunidad de formar una familia de la cual él o ella forman parte?
Recordemos que la familia es significado de vinculación y crianza. Familia puede ser un grupo de amigos; una asociación de la que eres parte; el equipo de futbol con el que juegas la cascara los domingos… la familia es la unión de personas que conviven, se quieren, se respetan y viven en paz.
Existen muchos tipos de familias; las más tradicional y reconocida es la nuclear, conformada por padre, madre y descendencia de ambos. Existen las monoparentales, conformadas por el padre o la madre y los hijos. Asimismo, existen las extensas, en las que los abuelos, tíos, primos y demás miembros de la familia son parte de la misma. Recientemente han surgido las familias homoparentales que están conformadas por parejas del mismo sexo, con sus hijos o hijas. Y las familias ensambladas son aquellas que se han unido por afinidad y habitan en el mismo hogar.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), del total de hogares familiares, 7 de cada 10 son nucleares y 28.1 por ciento son extensos. En los hogares extensos, 62.7 por ciento convive con la nuera, yerno y los nietos del jefe del hogar.
Por lo tanto, familia, respetémonos. Los invito a analizar por lo que están marchando; claro que están en su derecho de hacerlo, pero les recuerdo que familia no es la unión de hombre, mujer e hijos. Familia somos todos. No dejemos que se atente contra nuestro Estado-nación. Seamos tolerantes, respetemos la diversidad, así como respetamos etnias, sabores y colores.