"La audaz visita de Trump"
- Hristo Torres
- 1 sept 2016
- 3 Min. de lectura

El martes por la noche México lanzaba un grito de lamento y protesta al anunciarse una visita relámpago de Donald Trump para reunirse con el Presidente Enrique Peña Nieto. “¿¡Cómo es posible!?”, “¡Después de todo lo que ha dicho sobre nosotros!” exclamaron por igual la sociedad, los comentaristas políticos y los medios de comunicación. “¿¡Pero cómo se le ocurre a Peña?!”.
Esta reacción es perfectamente comprensible, pues la visita se produce en un momento sumamente inoportuno para el gobierno de Peña Nieto, que, de cara a su Cuarto Informe de Gobierno, se enfrenta a bajísimos índices de aprobación, golpeados aún más por el reciente escándalo relativo al plagio de su tesis universitaria.
¿Pero qué podía hacer?
Junto con el anuncio del encuentro, se hizo la aclaración que Trump venía respondiendo a una invitación hecha por el propio gobierno mexicano, la cual también se extendió a la candidata demócrata, Hillary Clinton. Los asesores de Peña Nieto están conscientes que, aunque remota según las encuestas y los análisis estadísticos actuales, existe la posibilidad que Trump se mude a la Casa Blanca el próximo año.
Y es que cuando se trata de una relación tan estrecha y de tanta dependencia como la que tienen México y Estados Unidos, no se puede arriesgar a dañar estos lazos, ni siquiera si el mandatario de la nación más poderosa del mundo es un cretino con un discurso incendiario como Trump.
Quizás no nos guste, y a muchos nos pese admitirlo, pero esta vez el gobierno de Peña Nieto tomó la decisión correcta, aun sabiendo que su popularidad se vería aún más mermada. Sin embargo, al menos en esta ocasión, su gabinete comprendió que, con frecuencia, en la política es necesario tomar decisiones desagradables y en las que se tiene que escoger entre el mal menor.
Pareciera, a final de cuentas, que los asesores de Peña Nieto ya se han resignado a que terminará su mandato con uno de los índices de aprobación más bajos de la historia.
Por otro lado, la visita resultó ser la oportunidad idónea para demostrar que Trump puede comportarse como un auténtico mandatario que sigue el protocolo internacional y que está dispuesto a dialogar. Para el multimillonario convertido en político, su faceta como audaz negociador es uno de sus puntos fuertes, y que dejando aparte los discursos populistas, le ha ganado un número significativo de adeptos, radicando ahí la importancia de seguir construyendo este aspecto de su figura como candidato presidencial.
Asimismo, se pone un paso delante de Hillary Clinton, al haberse reunido antes que ella con el mandatario de uno de los socios más importantes de EEUU, lo que a primera instancia parecerá poco importante, pero envía un mensaje sutil y de gran trascendencia. Trump, con su falta de tacto e ignorancia del panorama internacional, se le ha adelantado a la ex Primera Dama y ex Secretaria de Estado en una de sus áreas de mayor experiencia.
Al final, esta visita sirve para destacar dos de las mayores fortalezas del magnate: la de negociador arriesgado que no se cierra ante las posibilidades, y la de gran oportunista que, ante una situación propicia, la ataca y la capitaliza.

P.S. Tan sólo unas horas después del encuentro, Trump presentó formalmente en Phoenix, Arizona sus propuestas en materia de migración, entre las que destaca la construcción del muro, el cual, pese a las afirmaciones de Peña Nieto, deberá de ser pagado por México. El paquete de propuestas muestra un gran endurecimiento de la política migratoria de EEUU, la cual sería llevada a niveles de cero tolerancia en todos los ámbitos.