top of page

"Parece que no hacemos nada"

  • Patricio Patiño
  • 31 ago 2016
  • 2 Min. de lectura


No es una novedad que los millennials somos una generación empobrecida. Tampoco es novedoso que aún así trabajamos más que la generación de la que forman parte nuestros padres. A simple vista se trata de una paradoja.


Si tuviéramos que resumir lo que sucede en una oración, tendríamos que decir que se trata de una generación que no ha sido incluida a cabalidad en la dinámica económica. Hablamos de la generación más preparada en toda la historia de la humanidad, y quizá por eso mismo con una visión muy particular del mundo.


A los jóvenes de hoy no nos gustan los modelos laborales tradicionales. Apostamos por la innovación, la flexibilidad y la satisfacción personal como motores profesionales. No hay que olvidar que también somos una de las primeras generaciones en la historia que vio desarrollarse al internet tal como lo conocemos ahora, con todas las ofertas y posibilidades que ello implica. Somos muchachos acostumbrados a conseguir lo que visualizamos de forma autodidacta y sin mayores limitaciones que las energías y creatividad propias.


En el ámbito del consumo pasa algo parecido. Hemos crecido con la mayor cantidad de opciones nunca antes vistas. Estamos igualmente acostumbrados a la abrumadora variedad, a una inagotable barra de opciones.


Por esto no es extraño que muchas veces se nos caracterice como una generación egocéntrica, enajenada y fría. Hemos crecido con la ilusión de la autosuficiencia, guiados por la ideología de "ser los mejores" y de conseguirlo todo.


En términos económicos podemos hablar de una saturación de mercado, una sobreproducción de agentes altamente calificados. En términos globales, las viejas estructuras no estaban preparadas para dar cabida a una numerosa generación con nuestras características: en este estado, no le somos útiles a la cadena de producción. En términos históricos, podemos hablar de un inminente cambio de paradigma.


Más temprano que tarde nos veremos al frente del desarrollo global. De nosotros depende que nuestra inserción sea un fracaso o el amanecer de un nuevo día. Lo que sí es un hecho es que no podemos limitarnos a seguir el modelo económico de finales del siglo pasado.


De seguir por ese camino, seguramente veremos en la indigencia a una buena parte de nuestros coetáneos. Contribuiremos a la consolidación de un mundo profundamente desigual, y quizá autoritario. Y sin duda llevaríamos a la especie a una catástrofe ecológica.


Es uno de los retos de este siglo conseguir un sistema de subsistencia adecuado. La generación del valor no es un punto débil. No tenemos miedo de emprender y sabemos hacer uso de nuestras herramientas. Es el beneficio de nuestro trabajo lo que se nos escapa. ¿Por qué hacemos mucho y parece que no hacemos nada?

 
 
 

PARTNERS

Queda prohibida la reproducción total o parcial de este material por cualquier medio sin el previo y expreso consentimiento por escrito de Metrópoli Digital.

  • Facebook - Grey Circle
  • YouTube - Grey Circle
  • Instagram - Grey Circle
  • Twitter - Grey Circle

© 2018 Metrópoli Digital

 

bottom of page