"China, Clinton, Trump"
- Eduardo Tzili Apango
- 30 ago 2016
- 3 Min. de lectura

En los últimos meses, uno de los múltiples y más importantes temas que los candidatos a la presidencia de Estados Unidos han debatido es China. De cara a las elecciones de noviembre de este año, es importante trazar las intenciones de los candidatos con respecto al país asiático, tomando en cuenta la trascendencia para la política exterior estadounidense.
Donald Trump, candidato republicano, es quien tiene una posición hacia China más simple; por ello es quien también tiene una política menos compleja. Hasta ahora han sido tres los temas que Trump ha enfatizado con respecto a China: devaluación de la moneda, déficit comercial y pérdida de empleos en razón de la competencia económica china.
Los temas estratégicos y relacionados con la seguridad son tangenciales. Si bien el candidato republicano ha declarado que como presidente aumentará la presencia militar de Estados Unidos en Asia-Pacífico, esto lo realizará con la única intención de incrementar el margen de negociación de Washington vis-à-vis Beijing en los temas ya mencionados.
Debido a esto, es muy probable que las elites chinas prefieran a Trump para presidente, porque, al ser primeramente un empresario, es alguien con quien se puede negociar. Sin embargo, es difícil conocer bien las posturas políticas del gobierno chino con respecto al proceso electoral estadounidense debido a que China procura no involucrarse en aspecto internos de ningún otro país.
Hillary Clinton, candidata demócrata, tiene una posición mucho más definida y una política mucho más proactiva. Cabe recordar que Clinton fue artífice del establecimiento, en 2009, del Diálogo Estratégico y Económico con China. No obstante, también declaró en una visita a Hanói, Vietnam, en 2010, que la problemática en el Mar del Sur de China resultaba de “interés nacional” para Washington. En 2011 es bien conocida la publicación de su texto America’s Pacific Century, en el que establece las bases del llamado Pivot to Asia de Estados Unidos, con el fin de aumentar la presencia del país americano en la región.
Es decir, más que temas, los ejes que conforman la postura de Clinton hacia China son fundamentalmente tres: seguridad regional, temas estratégicos, relación comercial. En materia de seguridad está el asunto de aumentar una presencia militar en los mares del Sur y Este de China por los compromisos anteriormente adquiridos con Japón, Taiwán y Filipinas, aunado a un interés estratégico de contención a China. En materia de temas estratégicos está los asuntos del cambio climático, derechos humanos, ciberseguridad; cuestiones en las que Beijing y Washington no siempre están de acuerdo.
Curiosamente, los vínculos comerciales son un tópico en el que los candidatos coinciden, en mayor o menor medida, frente a China. Esto porque Clinton también reconoce el déficit comercial y la situación del yuan. Empero, en su papel de secretaria de Estado, la candidata demócrata ha sido mucho más cauta y pragmática en estos asuntos; tal es el caso, por ejemplo, de la promoción y bienvenida de la inclusión del yuan en la canasta de reservas globales del Fondo Monetario Internacional.

Otro asunto en el que los candidatos coinciden, hasta el momento, es la reconsideración del Tratado Transpacífico (TTP). Ya sea la total cancelación, o renegociación de numerosas cláusulas, el TTP (considerado por varios como una herramienta geopolítica para la contención de China a gran escala) representa el Pivot to Asia estadounidense; su reconsideración pondría a China a la vanguardia de la dinámica económica regional.
En materia de políticas y propuestas hacia China, los candidatos han sido laxos, tomando en cuenta la profunda y compleja interdependencia entre ambos y países, y la importancia política y económica que el país asiático adquiere cada vez más. Únicamente es posible calcular cierta tendencia de acción en el caso de Clinton, ya que Trump, hasta ahora, es mera retórica. Pero habrá que ver cómo se desenvuelven los ánimos en materia de política exterior de Estados Unidos en y después de las elecciones.