"El país plagiado"
- Adán de la Cruz
- 23 ago 2016
- 4 Min. de lectura
Al tiempo que la sociedad mexicana ha iniciado la semana bajo un linchamiento a través de redes sociales al presidente de la República, que ha provocado que la gente se haya polarizado por quienes demeritan la investigación de la periodista Carmen Aristegui y por quienes la defienden a ultranza, el país experimenta una serie de situaciones que, bajo mi opinión, son temáticas más graves y que necesitan más atención porque son resultado del dolor de la gente, porque son fruto de la indiferencia de autoridades y sociedad, y porque mientras avanza el tiempo y el sexenio, dichos conflictos se acentúan en terribles crisis que cada vez más se antojan complicadas de resolver.
Evidentemente, el cobijo mediático bajo el que se cubrió la investigación publicada el domingo por la noche iba a tener el resultado que tenemos: la sociedad ha dejado de lado el foco en algunas temáticas más sensibles, prestando gran parte de su atención y energías en el asunto de la tesis plagiada del presidente. Además, la respuesta del gobierno federal y de la propia Universidad implicada, han ayudado mucho a tener material para el debate público. Hoy todos tienen su opinión en el tema.

Sin embargo, sirva este espacio para hacer la reflexión de que el debate de un país mejor no pasa por la destitución del presidente. Un sistema como el nuestro, tan débil, contaminado, corrompido y jodido, no se arregla con el escarnio público al presidente ni con su salida. Por supuesto que me parece una falta de lo más poco ética la demostrada por el mandatario; por supuesto que esto se suma a las diversas fallas que ha tenido como presidente, y que quizá esta debería de ser la última piedra que tire la obra de su sexenio. El presidente, como dicta la experiencia internacional, debería renunciar.
Sin embargo, pese a este mal trago que hoy pasan las instituciones nacionales, retomando las palabras citadas por el periodista Jorge Ramos, Enrique Peña Nieto no es en absoluto el líder que necesitamos no por su tesis plagiada, sino por el país que, bajo su liderazgo, se nos ha arrebatado, robado, extraviado, y, bajo el otro significado de la palabra, plagiado (que, de acuerdo a la Real Academia de la Lengua, refiere a secuestrar a alguien –en este caso, a nuestro país-).
Citaré, a manera de listado, sólo algunas de las cosas por las cuales escandalizarnos de una manera más pronunciada, bajo hechos que nadie, ni afines al gobierno ni detractores del mismo, deben quedarse callados.
El día de ayer salieron cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, las cuales arrojaron que los homicidios dolosos están en el punto más alto del sexenio, alcanzando niveles de 2012, uno de los puntos más significativos desde la denominada “Guerra contra el Narco”. Además, todo indica, por lo reportado los meses pasados, que la tendencia será que la cifra de homicidios (con Colima y Guerrero a la cabeza) crezca a niveles quizá nunca antes vistos.
En otro punto alarmante, la economía mexicana ha experimentado en el trimestre una contracción del PIB, que ha obligado a las autoridades a reducir la proyección de crecimiento económico. Ni las remesas, ni el cada vez más enflaquecido sector industrial, minero y petrolero, podrán ayudar al país, que quizá tenga que verse obligado a un tercer “apretón de cinturón”.
Ni hablar de la malograda Reforma Educativa. Al conflicto magisterial no se le ve que tenga solución; por el contrario, parece que entra en la fase más dura de las negociaciones, mismas que hoy se han caído. El gobierno federal amenaza a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), y la propia disidencia magisterial no moverá ni un ápice en su lucha. No cabe duda de que esa reforma de la que tanto cacarean, la cual incluso llegan a señalar que será la palanca de desarrollo para México en el Siglo XXI, no es en absoluto un modelo de éxito.
También es una vergüenza para el país la situación de las tan “preciadas” instituciones de seguridad. La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) ha documentado casos de ejecuciones arbitrarias en el municipio michoacano de Tanhuato; la respuesta de la policía federal es reducir el problema a la semántica (argumentando que las ejecuciones que no son ‘extrajudiciales’ son referidas únicamente a las aplicadas bajo pena de muerte) y que dichos asesinatos pueden estar justificados pues se abatieron a miembros de un grupo criminal. Al final, solo podemos decir que, sin importar si se asesinaron “buenos” o “malos “, se asesinó con alevosía, se enfrentaron a un grupo con la única evidencia de meras suposiciones e incluso quemaron viva a alguna persona. El escepticismo contra el gobierno en este sentido surge por hechos anteriores donde se ha usado la fuerza para reprimir; Nochixtlán, el caso más cercano.
Veracruz, por su parte, sigue siendo una tierra imposible para ejercer el periodismo: tan solo al inicio de esta semana, Lucía López Castillo fue baleada, y Noé Zavaleta tuvo que huir del mismo estado tras recibir múltiples amenazas tras la publicación de un libro que retrata al gobernador de la entidad, Javier Duarte.

Así, faltándome muchos temas, parece inagotable el largo listado de asignaturas pendientes en el país, que reflejan un gobierno aislado de la sociedad, indiferente a él. La sociedad, por su parte, está cambiando, y cada vez parece más intolerante a soportar las condiciones bajo las que vive.
El tema de la tesis del presidente se suma a una lista de asuntos que mancharán este sexenio. Parece ser que no habrá forma de que este gobierno salga parado en 2018.
A la sociedad le corresponde no callar la voz, luchar por la convicción de un mejor país, y no olvidar y darse cuenta que encima de los temas más relevantes, coyunturales, mediáticos, están algunos más sensibles y que requieren nuestra empatía y nuestra fuerza. Prohibido olvidar.