"La torre de Moctezuma Franciscana"
- Rubén Flores
- 20 ago 2016
- 2 Min. de lectura
En 1519, los españoles describieron en sus crónicas palacios portentosos, jardines hermosos y una serie de “casas” donde habitaban los monstruos de Moctezuma, una serie de complejos donde el emperador mexica guardaba todo tipo de animales, según los escritos, había hombres con cabello, cejas y piel totalmente blancos, los cuales eran tratados como semidioses.
Todo esto se ubicaba en el sudoeste del centro ceremonial, en el extremo opuesto al Templo Mayor, donde hoy se ubica el templo de los Franciscanos y la famosas Torre Latinoamericana.
Para el año de 1521, Hernán Cortés terminó con la gran ciudad de Tenochtitlan, y en el lugar del Zoológico se edifico el primer Templo de la Orden de los Francisanos; los francisanos construyeron un hospital, un cementerio y un panteón.
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Para el año de 1856, bajo sospecha de, conspiración el entonces presidente Ignacio Comonfort hizo un doble anuncio: que se abriría una calle desde el Callejón de Dolores hasta San Juan de Letrán y que el convento quedaría suprimido. Así comenzó la demolición de la enfermería, las celdas, la huerta y el monasterio, hasta que cuatro años después, en diciembre, las leyes de Reforma suprimieron las órdenes conventuales y aquella magna obra barroca quedó convertida en ruina.
En 1956, el lugar de animales y religiosos se convirtió en unos de los rascacielos más grandes del mundo para su época y el primero en zona sísmica, con una altura de 18 mil 133 metros y 44 pisos: la Torre Latinoamericana, misma que rápidamente se convirtió en símbolo de la Ciudad de México y Latinoamérica.
Diseñado por el Arq. Augusto H. La Torre, y a prueba de todo, se considera uno de los rascacielos más seguros del mundo y cuanta sin duda con uno de los miradores más bellos de la ciudad.
Mi opinión puede tener claroscuros. Sin duda, la zona tiene una gran carga histórica, pero me hubiera encantado conocer el Zoológico de Moctezuma y al convento de los franciscanos en todo su resplandor. Me quedo con la frase del cronista Héctor de Mauleón: “En México destruimos los único para edificar lo común”.
Visiten el Centro Histórico y aprovechemos lo que tenemos. Creyentes o no, entrar a la iglesia y apreciar el arte barroco nunca será un desperdicio de tiempo, y si tienen la oportunidad, el dinero y la paciencia, pasen a la Torre Latinoamericana. Si hay terremoto seguro se salvan.