top of page

"CUANDO VIAJÉ A 1965"

  • Alberto Ortíz
  • 17 ago 2016
  • 2 Min. de lectura


Sin haberle entrado a la heroína, al LSD, a la cocaína o haberle quemado las patas al diablo, alguna vez soñé con John, Paul, George y Ringo. Enfrente de mí y arriba de un escenario estaba el cuarteto de Liverpool dando un concierto como en la década de los sesenta frente a una multitud que enloquecidos por su estilo y música, cantábamos cada una de sus rolas.


Gloriosa década sesentera en la que el cuerpo y la sexualidad se liberaban de los tabúes; la juventud era el motor principal de los movimientos sociales; las ondas hertzianas estaban cargadas de mucho rock and roll; el amor y paz fungían como bandera e himno; y las drogas eran el complemento perfecto para las estrellas del momento.


The Beatles, Rolling Stones, TheDoors y un sinfín de bandas utilizaron las drogas para inspirarse y crear expresiones artísticas únicas e irrepetibles. Aquella escena musical sesentera era dominada por hombres que robaban el suspiro a las bellas americanas, inglesas y mujeres alrededor del mundo.


¿Y Janis, apá?


Janis Lin Joplin, la nominada por sus compañeros del colegio como el “hombre más hermoso del año”, irrumpió en los escenarios de Texas, California, San Francisco, y desde luego, en el legendario festival de Woodstock, convirtiéndose en un ícono femenino para el rock de los sesenta.


A través del documental Janis blue Little girl, dirigida por Amy Berg, nos lleva a reconstruir, mediante entrevistas, audios, conciertos, cartas e imágenes, la vida de la Bruja Cósmica. Para aquellos fans (y los que no), se ofrece un material inédito de los momentos clave de Janis Joplin como hija de familia, cantante, novia, mujer y leyenda.


En una de las 62 pantallas que proyectan dicho documental en el país, nos encontrábamos dos marcadas generaciones: jóvenes y adultos mayores. Estos últimos que seguramente lograron escuchar a las grandes bandas y solistas sesenteros en la radio, se encontraban en las butacas cantando y recordando “viejos tiempos”. Por nuestra parte, la juventud que escuchamos digitalmente All you need is love, Sympathy for the Devil o Cry baby, entre muchas más, admirábamos músicos genuinos; reíamos y compartíamos la frustración de no ser como ellos.



Sin temor a equivocarme, este tipo de eventos son los únicos que pueden juntar a ambas generaciones en un mismo foro. Vamos, es un espectáculo familiar con algunos toques de rudeza.


Seguramente, cuando vino McCartney, Ringo, AC/DC, los Rolling, Pink Floyd, The Doors y más bandas, tu mejor compañía fueron tus padres. ¿Cuándo se había visto algo parecido? ¿Qué género ha podido lograr eso?


Luego de ver el documental de Janis, refuerzo la siguiente teoría: la camada, ola, música, arte de la década sesentera jamás podrá ser igualada.


Nadie podrá igualar a Hendrix, a Lennon, al Rey Lagarto, o cualquiera del Club de los 27. Ni a Queen, Led Zepellin, Deep Purple, Black Sabbath, The Who, Dylan, ni mucho menos a Janis Joplin, la güerita con voz de Aretha Franklin y rudeza de Etta James.


Si deseas viajar en 104 minutos a los sesentas y soñar como lo hice yo (sin consumir drogas), no puedes perderte este documental que estará solo esta semana en proyección. Saca tu otro yo rockero y disfruta del viaje en compañía de los fans antaños: tu familia.

 
 
 

PARTNERS

Queda prohibida la reproducción total o parcial de este material por cualquier medio sin el previo y expreso consentimiento por escrito de Metrópoli Digital.

  • Facebook - Grey Circle
  • YouTube - Grey Circle
  • Instagram - Grey Circle
  • Twitter - Grey Circle

© 2018 Metrópoli Digital

 

bottom of page