"LA MAGIA DEL CINE NUNCA SE PERDERÁ"
- Sebastián Moreno
- 13 ago 2016
- 4 Min. de lectura

En agosto terminará la temporada de las películas taquilleras de verano -las summer blockbuster, como se les llama en Estados Unidos-, por lo que me gustaría regresar en el tiempo y apreciar las películas que, se podría decir, iniciaron este término y su propio género; en especial, me gustaría analizar cómo ha evolucionado el arte del cine y la maestría de hacer una película durante el transcurso de los años. Ir al cine y disfrutar una película ha cambiado tanto desde sus inicios que hoy en día es casi imposible pensar que iríamos a ver una película "muda" o en blanco y negro; hoy queremos nuestras películas con grandes explosiones, robots gigantes, acción, superhéroes, coches rápidos, tiroteos, etcétera.
Es por ello que escribiendo esta reseña al cierre de este verano de películas, me gustaría recordar las películas que iniciaron todo esto.
En primer lugar, Jaws (Tiburón), para muchos considerada la película que inició todo el Summer Blockbuster en Estados Unidos. Una película que estoy seguro muchos no creo la consideren como tal porque no hay acción; el tiburón aparece en la película aproximadamente diez minutos en escena (a lo mucho), pero en 1975 fue considerada como tal y fue lo que inició esta tradición de presentar ante el público películas tan esperadas en estas fechas.
Le siguió de cerca otra película clásica, que sin lugar a dudas cambió el cine en su época: Star Wars (la original), la cual transformó el género de la ciencia ficción como ninguna otra película lo había logrado antes -ni siquiera Star Trek que llegó antes. Cuando vemos películas de los años setenta a los noventa como Jurassic Park, o El Día de la Independencia (Independence Day), es increíble cómo ha cambiado el arte del cine en ese tiempo, pero más impresionante es cómo esas películas, con sus efectos tan anticuados (que hoy en día nos parecen incluso cómicos), aún guarda en nosotros un pequeño respeto por ellas en nuestro corazón y las vemos en la actualidad y seguimos considerándolas únicas.

Hoy en día con películas como Transformers, o las películas de Marvel y DC, así como la saga completa de Rápido y Furioso (Fast and the Furious) y películas de Pixar, se nos olvida a veces que películas con efectos tan prácticos pueden ser una obra de arte y cómo unas obras de arte pueden pasar los años y solo podemos apreciarla más.
Si comparamos Jaws con alguna película de Transformers o Fast and the Furious, sin duda podremos decir que es mucho mejor película esta última que la de un tiburón que solo aparece diez minutos en la pantalla, o si comparamos la trilogía original de la Guerra de las Galaxias (Episodio 4-6) con las "precuelas" (episodio 1-3), muchos preferirán las precuelas porque los efectos especiales son mejores.
Este es el grave error de muchas personas hoy en día: van al cine y les gusta la película porque tiene todos los elementos que se esperaba de ella: explosiones, peleas increíbles, efectos especiales de primer nivel, etcétera. Hemos dejado de apreciar el arte de una película como "Tiburón" porque Hollywood nos tiene embobados con tantos efectos y tan poca historia.
Por eso cuando veo en el cine una película que no es de algún superhéroe o de un libro "best-seller" me emociona, porque sé que voy a ver una película diferente a las demás. El mejor ejemplo que puedo darles de este año es una película llamada "Dos Tipos Peligrosos" por Shane Black con Ryan Gosling y Russel Crowe. Esta película no está basada en ningún libro, comic, videojuego, serie de televisión, en nada; es un guion original del director y es una película divertidísima. Es tan sencilla y cómica que no necesita tener grandes efectos especiales o algún robot gigante destruyendo la ciudad. Cuando el director invierte en desarrollar a sus personajes, darles carisma y hacernos sentir a través de ellos y verlos crecer y disfrutar del viaje que hacen durante la trama de la película, es algo único, algo que muy pocas películas con tanta acción lo olvidan o no les interesa, porque saben que de todos modos las personas van a ir a verlas y van a lograr sus objetivos económicos (como en Transformers).
No me malinterpreten; yo amo ver películas de superhéroes, de coches, robots gigantes, pero disfruto más cuando la historia, la dirección y sus personajes están bien hechos, cuando logran interesarme y mantenerme al borde de mi asiento tratando de anticipar qué podría pasar después. Cuando una película pierde todo eso o no invierte en dicho aspectos, pierde su magia, pierde el arte de lo que es una película.
Desafortunadamente, eso pasa con la mayoría de las películas de la actualidad (no todas quiero, ser muy claro con eso), pero si con la mayoría, especialmente en películas que son secuelas –remakes- de clásicos, como lo tendremos próximamente con "Ben-Hur" (¿por qué tenían que volver a hacer esta película?).
El problema es que nosotros como público lo permitimos, dejamos que nos asombren con sus efectos especiales y olvidamos que en una película debemos de apreciar más una buena historia, que esté bien actuada y bien dirigida.
Así que aprovechemos las últimas semanas de vacaciones y regresemos a ver los clásicos del cine; disfrutemos con películas que nos brinden la magia del séptimo arte, películas que resalten la magia del cine. No nos dejemos impresionar por grandes efectos especiales. No olvidemos lo valioso que es realizar un viaje de dos horas con personajes que nos interesan.

Pero sobre todo, disfrutemos la película; hay tanto que apreciar en cada filme. Porque cada película nos puede dejar algo y eso que nos llevamos saliendo de la sala del cine es lo que hace que cada película sea única.