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"Carta a los nuevos universitarios"

  • Alberto Ortíz
  • 4 ago 2016
  • 2 Min. de lectura


¿Te acuerdas de aquella vez en la que no podías dormir por saber los resultados para ingresar al nivel medio superior y superior?


Este año muchos jóvenes tuvieron la fortuna de obtener un lugar en la Máxima Casa de Estudios de este país. Otros, lamentablemente, no pudieron acceder a alguna Preparatoria, Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH), Facultad y Facultades de Estudios Superiores (FES).


De la juventud que presentó un segundo examen de ingreso a alguna de las 117 licenciaturas que imparte la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en sus modalidades de sistema escolarizado, abierto y a distancia, sólo 8% logró quedarse en sus opciones.


Las cifras son claras y aterradoras: 59 mil 530 aspirantes presentaron por primera vez el examen de admisión. De esta cifra, 7.99% logró un lugar a nivel superior lo que significa que 54 mil 769 estudiantes fueron rechazados, es decir, 82.1 por ciento.


Año con año la matrícula universitaria sigue sin aumentar porque el presupuesto que se le designa a la educación al nivel medio superior y superior es muy poco en comparación al enorme presupuesto que se le designan a las dependencias del Estado o al propio Instituto Nacional Electoral (INE).


Sabemos que la situación económica en el país no es la más estable ni adecuada, sin embargo, a ustedes los compañeros de nuevo ingreso, no pierdan su lugar. Muchos jóvenes codician ese espacio dentro de la UNAM. Valoren su esfuerzo y compromiso.


Como egresado de la Máxima Casa de Estudios y consciente de nuestra realidad social y educativa, opté por compartir los conocimientos que está institución me brindó siendo estudiante. ¿Cobrar por enseñar? De ninguna manera. La UNAM jamás me cobró por tomar alguna clase en un salón para 30 alumnos y en el que convivíamos 60 o más. ¿Por qué he de percibir un salario como docente cuando se me educó gratuitamente?


Recurriré al lugar común pero es verdad: no hay mayor satisfacción que uno recibe cuando los alumnos aprenden algo de lo que les compartiste en el ámbito académico y laboral. Esa actitud universitaria es la que requieren nuestros estudiantes de nosotros los egresados. Orientemos,demos consejos, compartamos conocimientos, pues se nos olvida que algún día nosotros también fuimos estudiantes como ellos.


Si lo crees, lo creas, les he dicho a mis grupos de diversos semestres y esa misma frase aplica para quienes no lograron un lugar en alguna institución educativa de nivel medio superior y superior. ¡Lucha por ese lugar y nunca dudes de ti y tus capacidades!



A los nuevos universitarios, siéntanse privilegiados y valoren su estancia en la Máxima Casa de Estudios porque ahí aprenderán a convivir con la realidad social que existe en México; valorarán los esfuerzos de sus padres y su inversión económica; conocerán a sus futuros compañeros de trabajo profesional y ampliarán su conciencia crítica.


Ante la nostalgia, como diría Calamaro que más quisiera que pasar la vida entera como estudiante el día de la primavera, pero a través del esfuerzo y apoyo a las generaciones que vienen detrás de nosotros, retomo la frase de Violeta Parra secundada por Mercedes Sosa: ¡que vivan los estudiantes!



 
 
 

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