"RESACA TRAS LA GUELAGUETZA"
- Patricio Patiño
- 1 ago 2016
- 4 Min. de lectura

Cultura
Por todo aquel -mexicano o no- que guarde un cariño especial por nuestras tradiciones y patrimonio cultural, es conocida y celebrada la Guelaguetza, la fiesta popular más importante del estado de Oaxaca.
Cada año se da inicio a la celebración en el "Lunes del Cerro" (tercer lunes de julio, a menos que ese lunes sea 18, pues ese día se conmemora el aniversario luctuoso de Benito Juárez, y por respeto se aguarda hasta la siguiente semana), en el marco de las celebraciones en torno a "Nuestra Señora del Carmen", una de las tantas advocaciones de la Virgen María.
Sin embargo, esta suerte de carnaval hunde sus raíces hasta lo más profundo de la identidad de los pobladores del estado. La palabra "Guelaguetza" proviene del zapoteco guendaliza’a, cuyo uso es válido en diversos contextos y denota una actitud de cooperación desinteresada y alegría por el bien común.
De ahí que durante esa semana, las ocho regiones del estado oaxaqueño envíen provisiones, bailarines, representantes y diversos objetos hacia la capital, esperando con ello mostrar el mejor panorama de sus creencias, costumbres y valores.
Ya en la celebración, cada una de estas exuberantes manifestaciones tiene su espacio y sabe ganarse el corazón de los presentes. Se ofrecen banquetes públicos con comida y bebidas autóctonas, productos artesanales para los visitantes y diversas muestras de ceremonias y cantos tradicionales; pero lo más importante, es a través de una celebración de esta naturaleza que el pueblo oaxaqueño logra conectar con sus raíces y mantener viva su identidad. Con un sincretismo impecablemente logrado, estos pueblos se recuerdan a sí mismos que tienen historia e identidad, y que deben estar orgullosos de ellas.
Da click en la galería
El indígena objeto
Lamentablemente, no todo es belleza y organización en comunidad. Desde hace muchos años (quizás desde que existe promoción gubernamental al respecto), la tendencia es usar a estas tradiciones y a sus preservadores como un producto mediático, como el maquillaje de las impresentables gestiones que se suceden sin parar. No es una novedad que desde instancias oficiales y dominantes, la constante sea siempre menospreciar y marginar al indígena y a lo indígena, pero en esta ocasión la manifestación es un poco distinta.
Estas celebraciones son explotadas por las autoridades, y validadas por la sociedad mestiza, como un escaparate. Aunque la gran ventaja es promover el turismo y los ingresos para el estado, el tipo de turismo promovido es inconsciente y perjudicial, por decir lo menos.
Es el indígena el principal atractivo del espectáculo, son sus exóticas costumbres lo que vale la pena ir a mirar. Es el morbo lo que nos mueve a saber cómo viven los incivilizados, las creencias que plasman y mantienen nos mueven a la compasión, la infantilización y la condescendencia. Como si se tratara de un circo o un zoológico, desde el gobierno se promueve que los extraños vean desde arriba (sí, desde arriba, siempre desde la suficiencia y superioridad occidental) cómo viven los nativos.
Esta utilización estatal de los valores culturales populares supone un enorme problema en términos de política cultural. Es evidencia de la incapacidad de nuestras instituciones, y ni hablar del clasismo y racismo que las impregna.
Por medio de la petrificación de su identidad, a los habitantes originarios se les culpa indirectamente de su miseria y se les condena a permanecer en ella. Con este tipo de enfoques, el gobierno da cuenta de que no le interesa ni un poco que la situación mejore para los miles de oaxaqueños que viven en la más ignominiosa pobreza. Antes es preferible mantenerlos así, es mejor que ellos sigan creyendo lo que creen, haciendo lo que hacen, e inclinándose ante quienes se inclinan. "Preservar los usos y costumbres", dice la ley.
Da click en la galería
Integración
Más allá de que la fiesta resulte bella (incluso valiosa por sí misma), y que despierte en los participantes la nostalgia, hay que hacer acopio de fuerzas internas y emprender el cuestionamiento. ¿Qué implica que un esfuerzo en común y de base engrane de una forma tan nefasta con las instituciones oficiales?
No hay que perder de vista que el núcleo de toda identidad es representar efectiva y convenientemente al actor que la asume. Por lo que hablamos necesariamente de un elemento en constante transformación. Apelar a la conservación de las tradiciones (y por ende, de toda la idiosincrasia subsecuente) como si se tratara de una pieza de museo es también atentar contra el futuro de los pueblos, truncar su desarrollo integral.
Probablemente no sea tan atractivo dejar que los indígenas usen pantalón de mezclilla y celulares, o que produzcan sus artesanías e insumos con tecnología más avanzada, pero no olvidemos que debe ser elección suya. Y de parte del gobierno existe la responsabilidad de promover el progreso y no el estancamiento.
No hablamos aquí de atentar contra los milenarios usos y conocimientos de un sector de los mexicanos. Hablamos de informar a esos sectores de las alternativas con las que cuentan, de ofrecerles oportunidades reales de sumarse a las prácticas que mejor les parezcan. ¿O es que pensamos que lo que hacemos, valoramos y consumimos nosotros no puede ser también conveniente para ellos?
Por último, no debemos olvidar que, en última instancia, se trata de una fiesta de los oaxaqueños para los mismos oaxaqueños. Quien se sume a ella a través de una actitud solidaria, curiosa, abierta y empática, estará un paso más cerca de romper sus propias barreras culturales y hacer nuevos amigos.
Bonus: En los últimos años, y particularmente en los momentos más álgidos del conflicto entre las clases populares y la clase política, el magisterio oaxaqueño y la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, se han dado a la tarea de promover una Guelaguetza alternativa (cuyas fotos acompañan nuestro artículo), popular, sin máscaras ni fetiches innecesarios. Una Guelaguetza por el pueblo y para el pueblo, auténtico festival que apela a la alegría y la convivencia, a la verdadera conexión en comunidad. Este año no fue la excepción.
Este artículo tiene un artículo hermano, aquí.

Comments