"FIESTA, AMISTAD Y MEZCAL"
- Alberto Ortíz
- 1 ago 2016
- 4 Min. de lectura

¿Te imaginas vivir una fiesta con duración de una semana en la que propios y extraños convivan día y noche acompañados de unos traguitos de mezcal?
Quizá en muchos poblados de la República Mexicana las fiestas duren semanas, pero en Oaxaca durante 10 días puedes disfrutar de folklor, convivencia y degustación para el paladar.
El pasado sábado 23 Metrópoli llegó a Oaxaca para los preparativos de la Guelaguetza 2016. Cocijo para los zapotecos o Dzahui para los mixtecos, fueron las deidades de la lluvia quienes nos recibieron al llegar al estado que vio nacer a Benito Juárez y Porfirio Díaz. Quizá lloraban de alegría por ser de los pocos que lograron llegar a la Capital tras los bloqueos de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE) en Nochixtlán.
Una vez que los dioses de la lluvia dieron tregua, emprendimos la caminata hacia el centro de la Ciudad en busca de una morada. Acá las cuadras en verdad son cuadras cortas (no son kilométricas como las el Estado de México) y en cada una de ellas se desprendía un aroma a tierra mojada y gastronomía oaxaqueña.
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A pesar de lo dicho en medios de comunicación sobre el conflicto de la CNTE, el clima social se mantenía en calma y con mucha algarabía. Mucho turista nacional y extranjero se daba cita en los puestos de artesanía y mezcal como si la problemática magisterial hubiera hecho una pausa que permitiera los festejos de esta celebración ancestral.
Del zapoteco guelaguetza que significa ofrenda, compartir, o bien dar y recibir, es también la fiesta máxima de los oaxaqueños mejor conocida como los “Lunes de cerro”. Esta festividad comenzó a realizarse desde el 25 de abril de 1932 y es un homenaje a la pluriculturalidad que existe en dicho estado, así como a los 570 municipios que lo conforman y, a su vez, a las ocho regiones de la Cañada, Costa, Itsmo, Mixteca, Cuenca del Papaloapan, Sierra Sur, Sierra Norte y Valles Centrales.
Con un desfile de las delegaciones participantes sobre las calles de la Ciudad, misma que se vuelve anfitriona de los representantes de las 8 regiones, comienza la celebración y puedes admirar las vestimentas, contagiarte y bailar la música regional; además, degustarás el mezcal que cada pueblo trae. De pruebita en pruebita, comienza tu fiestecita.
Independientemente de las actividades programadas, puedes visitar varios museos (gratuitos los domingos), como el Convento de Santo Domingo, la casa de Benito Juárez o Monte Albán. Si después de turistear tienes mucha hambre, puedes comer tlayudas, empanadas o lo que se te antoje en el mercado cercano la alameda de manera buena, bonita y barata. Si no aguantas el calor o quieres “pasar” la comida, tendrás que hacer una escala en las aguas “Casilda” y probar la de horchata con tuna, ¡te refrescará!
Por la tarde noche puedes continuar dando vueltas en las calles del centro o por el andador Macedonio Alcalá, que es como la avenida Madero de la Ciudad de México.
Todo este rito te costará menos de 150 pesos al día entre comidas y gustitos personales. Con lo anterior contribuirás directamente a la economía de Oaxaca que vive del turismo y que, por circunstancias ajenas a sus habitantes, ha tenido un decrecimiento. En vísperas de esta atracción turística, el sector hotelero reportó 65% de ocupación en comparación al 100% de hace un año y una derrama económica de 288 millones de pesos.
Una vez que te has aclimatado a las festividades, estás listo para el postre de la celebración: la Guelaguetza en el cerro del Fortín. Este sitio fue escenario de rituales mexicas que se ofrecían en honor a la diosa del maíz Centéotl. Así pues, cargado con un pasado místico, religioso e histórico, en el cerro se dan cita todas las delegaciones participantes en donde demuestran a nacionales y extranjeros la riqueza cultural de su vestimenta y danza regional.
Con más de tres horas y media de duración, en cada baile conocerás cómo se realizan las ceremonias de matrimonio; cómo se corteja a una dama; cómo puedes lanzar piropos pícaros y reírte un rato. En suma, vivirás una fiesta de convivencia con los nativos de cada región y los concurrentes. Asimismo, recibirás tu gueza o regalo que cada delegación te trae: pan, café, sombreros de palma, bordados, mangos, limones, piñas y para todo mal, mezcal, y para todo bien, también.
La única desventaja es el boletaje. Al ser un espectáculo lleno de cultura y regalos, las localidades vuelan como si se tratara de una banda de rock legendaria que visita por primera vez tu país. Pero si eres paciente y madrugador, puedes formarte con mínimo 3 horas de anticipación a una fila con acceso gratuito al evento.
Estoy seguro que cada nota musical hará que tus pies se muevan en sintonía con el taconeado de cada región. Al final de la demostración no dudes en subirte al escenario y convivir con las delegaciones. Tómate fotos, recibe más guezas y mezcal. ¡Vive la máxima fiesta de la Guelaguetza y comparte el orgullo de ser oaxaqueño!
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