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"Perdónalos, Bantú"

  • Alberto Ortíz
  • 14 jul 2016
  • 2 Min. de lectura


Bantú, el gorila de 25 años de edad que residía en el zoológico de Chapultepec, dejó de existir hace unos días por una negligencia médica.


De acuerdo con los primeros reportes, una dosis mal suministrada de anestesia llevó al gorila de 220 kilos de peso y 1.75 metros de altura a tener complicaciones cardíacas que terminaron con su vida. Al menos 20 médicos le asistieron al momento pero todo fue en vano. El único ejemplar macho en México había sufrido las negligencias que también padecen los humanos. Un muerto más que se suma a la lista que lleva la administración pública.


Aunque usted no lo crea, la seguridad y responsabilidad corre a cargo de la Ciudad de México, por lo tanto, catalogo a este caso como un crimen de estado. Lo es porque al igual que los otros, no pasa nada; los protocolos fallan; las explicaciones son incoherentes; todos se echan la bolita; suspenden a funcionarios incompetentes y los verdaderos responsables gozan de plena libertad; los informes tardan más de una semana en publicarse; salen a la luz imágenes atroces cuya carnicería parece tan normal en nuestros tiempos.


Luego de leer la columna de Engañabobos quisiera rescatar un elemento fundamental: los animales también sienten y tienen derechos. Bantú quizá no gozaba de derechos políticos ni civiles, pero sí el derecho a la vida. ¿Quién es tan miserable para cortarle la vida a un ser vivo? ¿Qué tan preparados y profesionales eran los que realizaron las pruebas de anestesia al gorila?


Las inconsistencias en las declaraciones: Si los medicamentos utilizados hubiesen sido los indicados y autorizados por SENASICA de la SAGARPA, el informe no habría tardado y hoy estaríamos hablando de que Bantú estaría gozando de una pareja, esperando crías y evitando la extinción de su raza. Si para realizar la necropsia sólo se necesitan tomar muestras del tejido cerebral, ¿para qué descuartizaban el cuerpo del animal? Según la Sedema dijo que los restos del gorila representaban un "material biológicamente peligroso" por lo que se hizo en cachitos a Bantú porque "no cabía en el horno". Por lo tanto, si los materiales utilizados hubiesen sido los autorizados por la SAGARPA, sencillamente se pudo haber realizado un entierro sanitario.


Y el colmo: Después de desmembrar al gorila, a alguien se le ocurrió unirlo para disecarlo y exhibirlo en algún museo. No tienen madre, me cae.


Ante toda la ola de incongruencias en las declaraciones, negligencias médicas y ocurrencias, me resta decir: perdónalos, Bantú.

 
 
 

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