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"ASIA: AL RESCATE DEL MULTILATERALISMO GLOBAL"

  • Eduardo Tzili Apango
  • 13 jul 2016
  • 3 Min. de lectura


El 23 de junio de 2016 el mundo vio un retroceso en los avances del multilateralismo global: el Reino Unido votó por salirse de la Unión Europea (UE). Si bien el país europeo no estaba tan vinculado al continente –por ejemplo, no fue miembro de la unión monetaria–, su salida supone un golpe al proyecto europeo, considerado el más avanzado en materia de integración regional.


Al tiempo que el Brexit tenía efecto, del otro lado del planeta acontecía otro histórico evento: la Organización para la Cooperación de Shanghái (OCS) celebraba sus quince años al aceptar la adhesión, como miembros formales, de India y Pakistán. Mientras en Europa el multilateralismo se resquebraja, en Asia avanza a pasos agigantados.


¿Qué implicaciones podrían tener estos acontecimientos para el sistema internacional? Por un lado, la salida del Reino Unido podría provocar un “efecto dominó” en la UE, cuyas bases políticas y económicas se tambalean ante los pesados efectos de mantener una estructura supranacional ineficiente. Por otro lado, la adhesión de India y Pakistán a la OCS no solo reúne a dos históricos rivales geopolíticos en un foro multilateral, lo que sin duda podría facilitar el diálogo sobre múltiples tópicos.


También reúne a cuatro de las grandes potencias nucleares del planeta –aunque India y Pakistán son países nucleares no reconocidos–, aglutina a tres de las principales potencias emergentes en la actualidad y, más importante, junta en una plataforma multilateral a India y China, considerados rivales históricos y regionales.


La decisión de aceptar a India y Pakistán puede obedecer a las intenciones, de Rusia y China respectivamente, para mantener un equilibrio de poder regional. Es decir, Rusia-India vis-à-vis China-Pakistán. Estos tándems no son accidentales pues han sido históricamente recurrentes. Cuando la Unión Soviética y China empezaron sus disputas ideológicas, la primera apoyó a India cuando se desató la guerra sino-india en 1962, aunado a que China proveyó del conocimiento para el proyecto nuclear paquistaní.


En este sentido, tal vez el proyecto de la Organización para la Cooperación de Shanghái no sea muy diferente a los inicios de la Unión Europea que, cuando solo existía la Comunidad Europea del Carbón y el Acero, reunió a dos históricos rivales, Francia y Alemania, con la esperanza de no desatar una guerra nuevamente.


En tiempos cuando el multilateralismo era incipiente y la interdependencia no era tan profunda, la dinámica integracionista en Europa constituyó una novedad. Ahora que el multilateralismo es una tendencia, y la interdependencia es cada vez mayor, el Brexit vuelve a constituir una novedad, aunque ya no cargada de perspectivas positivas. La adhesión de India y Paquistán a una organización económica y, sobre todo, de seguridad, resulta ser un paso lógico de cara a la dinámica multilateral de la globalización.


Lo anterior no significa que el multilateralismo en Asia carezca de dificultades. La presencia de otras dos potencias nucleares en la OCS podrá entorpecer acuerdos regionales estratégicos en tanto los países de Asia Central constituyen una declarada zona libre de armas nucleares.


Además, la ausencia de mecanismos institucionales vinculantes podría dificultad una buena cooperación indo-paquistaní al interior del foro. Por último, y aunque todavía no se ha consolidado la adhesión de los dos países asiáticos ya mencionados, Moscú ha querido iniciar el diálogo para la inclusión de Irán a la organización, ante lo cual Beijing se mostrado escéptica, mostrando desacuerdos entre los países líderes del foro.


No obstante, y dados los recientes acontecimientos institucionales en Asia, parece ser que los asiáticos se están colocando a la vanguardia del multilateralismo global. No solo es la proliferación de instituciones en Asia –OCS, Asociación de Naciones del Sureste Asiático, Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, la Iniciativa de las Rutas de la Seda, Unión Económica Euroasiática por mencionar los más importantes y recientes–, sino también su interconectividad. De acuerdo con los presidentes de China y Rusia, Xi Jinping y Vladimir Putin respectivamente, se espera que se profundice la cooperación entre los esquemas de las Rutas de la Seda, la OCS, el Banco Asiático y la Unión Económica Euroasiática.


Sin duda, es prudente esperar a ver cómo se desarrolla la dinámica interinstitucional asiática, misma que ya está atrayendo la atención de países fuera de la región y se enfoca en resolver urgentes problemas regionales. El multilateralismo asiático avanza por buen camino, y dará mucho de qué hablar en los años venideros.

 
 
 

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