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"Las dos esferas"

  • Adán de la Cruz
  • 5 jul 2016
  • 3 Min. de lectura

En una época en la cual las palabras “ataques” y “atentados” se han puesto de moda, donde estamos normalizando la existencia de bombazos y hablamos de decenas de muertos como si habláramos de algún suceso tan cotidiano como el ciclo de rotación, en lo que va del presente año en el mundo ha surgido una válvula, una expresión donde se ha hablado, bajo un mismo idioma, de paz, de alivio y con la cual hemos recobrado nuestra capacidad de sorpresa ante esta vida convulsa.


Esta válvula es el futbol, y como a través de sus “cenicientas” se ha podido reconciliar con los amantes del balompié en este 2016 resulta interesante. En las últimas semanas, el deporte más seguido del mundo ha dejado grandes sorpresas, sucesos irrepetibles y memorias inolvidables, episodios que sin duda tendremos el privilegio de contarle a nuestros hijos.


Todo mundo hablábamos en mayo pasado de la máxima proeza a nivel de clubes de cualquiera de las ligas más importantes del mundo: el Leicester City. Ese equipo tan modesto, que surgió de sus cenizas para ascender a la Premier League, contra todo pronóstico logró conseguir el título en la liga de los billetazos, en la liga de las grandes figuras y de los técnicos mejor cotizados, con un par de figuras –Jamie Vardy y Riyad Mahrez- que le costaron apenas un par de millones de dólares (contrastando completamente con la más cara, la de Sergio Agüero y Kevin de Bruyne, quienes le costaron al Manchester City aproximadamente 120 millones). Claudio Ranieri, ese entrenador de alargada trayectoria, pero cuya carrera estaba destinada a ser concluida sin haber alcanzado algún título, encontró la fórmula para que sus jugadores lograran vencer a esos trabucos rivales y vistió a ‘Los Zorros’ de héroes y campeones, realizando la más épica hazaña hecha en la historia del deporte.


En estos últimos días, en el torneo más importante a nivel selecciones en el continente europeo, La Euro 2016, volvemos a vibrar con los equipos de abajo, con los de más humilde perfil y sin grandes nombres (salvo Gareth Bale), y de la mano de dos importantes animadores, esta edición ha sido un éxito rotundo: Gales, y sobre todo Islandia, quien ha hecho la historia más emotiva de los últimos tiempos.


Las dos esferas más importantes que giran para los más de 7 mil 400 millones de habitantes de la Tierra nos están dando un mensaje claro: atención. El mundo, este que parece más violento, más desangrado, más agresivo en sus respuestas, nos pide atención y cuidados para que podamos seguirlo disfrutando. Por el otro lado, en el futbol parece mandar el mismo mensaje: vivir la historia de los Robin Hood, de aquellos atrevidos que le roban las glorias a los mismos de siempre y reparten la gloria con no solo los suyos, sino con todo aquel que es capaz de acercarse y generar empatía. Baste ver las imágenes del pasado lunes procedente de Islandia, donde una tercera parte de la población se volcó a recibir a sus héroes, a investir al conjunto nórdico como verdaderos héroes, a poner sus nombres en letras de oro y a darles la más cálida recepción vista en años.



Así, sobre todo este segundo, el balón, nos enseña que en medio de la brutalidad, en medio del temor esquizofrénico, pese a los extremismos y en medio de las condiciones que podamos vivir, podemos acercarnos a la paz, a la justicia, a nunca perder la capacidad de sorprendernos. Nuestras esferas gritan reconciliación.

 
 
 

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