Oaxaca nunca muere
- Alberto Ortiz
- 30 jun 2016
- 3 Min. de lectura

“Muere el sol en los montes con la luz que agoniza,
pues la vida en su prisa, nos conduce a morir…”
Macedonio Alcalá
“¡Mátenlos en caliente!”, fue la respuesta del general-presidente oaxaqueño Porfirio Díaz a los grupos rebeldes en contra de su gobierno. Desde entonces a la fecha, la frase se mantiene vigente a pesar de contar con instituciones que velan por los derechos humanos; que administran la justicia; que procuran la gobernanza y que canalizan política por la vía democrática.
La diferencia del régimen porfirista con el actual, es que con el general Díaz se aplicaba la ley y se generó un avance económico, social e incluso cultural. Ahora ni avance, ni retroceso, más bien un estancamiento; desde que Enrique Peña Nieto asumió la presidencia de la República prometiendo “Mover a México” con sus reformas estructurales, el sistema en vez de afianzarse se ha venido deteriorando y cayendo.
Lo ocurrido en Nochixtlán, tierra que ha sido escenario de batallas durante la Independencia, la Intervención francesa y de la propia Revolución, da cuenta de una orden antaña de eliminar “rebeldes” (ahora disidentes) que se oponen al régimen priísta. Más allá de estar de acuerdo o no con lo ocurrido con la reforma educativa y el posicionamiento de la CNTE , lo cierto es que se sigue asesinando gente inocente que no tiene nada que ver con dichos actores; vaya, en palabras de Felipe Calderón, se han generado demasiados “daños colaterales”.
Luego de todo el recuento periodístico que se ha realizado, llegamos a la conclusión que la policía provocó a los manifestantes para “ejercer el legítimo uso de la fuerza” (parafraseando a Althusser) y disparar con armas cargadas de balas calibre 9 milímetros.
Enrique Galindo, comisionado general de la Policía Federal, juró y perjuró que los elementos de seguridad no portaron armas de fuego. Luego del regaño que recibió de Gobernación tuvo que recular y aceptar que había mentido tras la evidencia de fotografías y metadatos que circularon en redes sociales.
Aurelio Nuño, el salvador de la educación nacional, por arte de magia desapareció el fin de semana en que se suscitaron los hechos en Oaxaca. Pospuso sus compromisos y su visita de los lunes a alguna escuela del país. Al principal promotor de la aplicación de la ley y la reforma educativa se lo tragó a tierra sin fijar un posicionamiento. ¿De qué o quién se escondió?
Con todo lo anterior, ¿has visto una estrategia clara de la Presidencia? ¿Qué se ha querido decir que lo comunican mal?
Desde que se presentó como candidato del PRI al Ejecutivo federal, Peña Nieto ha incurrido en pifia tras pifia; desde no saberse los nombres de los tres libros que han marcado su vida hasta tirar la banda presidencial durante una trasmisión vía Periscope (qué por cierto, tampoco sabe hablar inglés).
En el caso de Galindo, quedó mal posicionado al desmentirse propiamente siendo una pieza fundamental en la “inteligencia” y seguridad.
Nuño aventó la piedra y se escondió a la hora de los macanazos.
Las estrategias de comunicación tanto del Ejecutivo federal como de las dependencias gubernamentales federales y locales no han funcionado. De la evaluación a la reacción han perdido horas valiosas que pudieron inyectar certidumbre en muchos escenarios de fenómenos sociales.
Ante los últimos hechos ha quedado claro que el viejo régimen mantiene su consigna de matar en caliente y luego investigar si fue inocente o culpable el difunto.
Se ha evidenciado que el diálogo y las estrategias de comunicación en este gobierno no han sido su punto fuerte, ni lo serán pese a tantas experiencias.
Ha quedado de manifiesto que lo escrito por Macedonio Alcalá cuando muere el sol en los montes de la sierra mixteca y a pesar de todo lo que ha vivido, Oaxaca nunca morirá.