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"¿EUROPA DE INTOLERANCIA?"

  • Diana Vázquez
  • 7 jun 2016
  • 3 Min. de lectura

Europa es el continente en donde los valores universales, fraternidad, igualdad y libertad (antes franceses) tuvieron su auge; sin embargo, esto no parece ser así para los inmigrantes, los cuales han salido de sus lugares de origen en busca de mejores oportunidades, trabajo o sueños.

Según datos de la ONU, como resultado de los conflictos en distintos países árabes y africanos, en 2014 cruzaron el Mediterráneo alrededor 218.000 personas; 3.500 de ellas murieron. El pasado mes, 300 libios tuvieron que ser rescatados del Mar Mediterráneo, ya que intentaban llegar a Europa de forma ilegal.

La xenofobia se hace presente en Alemania, Francia, España y en casi toda Europa, la que ha crecido tras la crisis de 2008, aumentando el desempleo, la ineficiencia de políticas sociales, falta de créditos, recorte del gasto social debido a las políticas monetarias impuestas por el Fondo Monetario Internacional.

Esto se agrava cuando los partidos políticos conservadores o ultraconservadores estereotipan a las poblaciones de inmigrantes como perjudiciales para la sociedad nativa europea, ya que estos trabajan por salarios mucho más bajos y existe una gran cantidad de mano de obra, lo que abarata aún más el valor del trabajo. Tales son los casos en Alemania, España, Italia, Reino Unido y Francia, que ven a los inmigrantes como competencia para los servicios públicos y los empleos.

A pesar de un panorama hostil, protestas en pro-tolerancia han sucedido en varias ciudades alemanas. El mes pasado se apagaron las luces de la Catedral católica de Colonia como símbolo de protesta, en la que personas adultas, jóvenes y niños marchaban con pancartas que se leían “No más intolerancia”.

Las manifestaciones han tensado el panorama político, más que ayudarlo para que se relaje, por lo que los gobiernos más conservadores (por ejemplo, el italiano) han tomado medidas radicales como la de cerrar fronteras temporalmente.

La justificación de estas actitudes xenófobas radica en aspectos meramente económicos y demográficos: los inmigrantes no van a Europa como turistas a invertir en los negocios locales, que genera producción y a su vez empleo; sino que han acaparado los pocos trabajos disponibles, servicios sociales, vivienda y aún más han tratado de imponer su propia cultura sobre la del país receptor.

Este hecho es preocupante si tomamos en cuenta el aumento exponencial de la migración, pues durante los meses de julio y septiembre del año 2014 se recibieron aproximadamente 90 mil personas que cruzaron el Mediterráneo, cifra que aumentó cuando lo comparamos con las cifra de los primeros seis meses del año que fue de 75 mil personas, de acuerdo con los datos del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados. Esto se puede explicar por los conflictos internos que aún surgen en Libia y Siria, así como el terror que provoca el Estado Islámico en Irak y Boko Haram en Nigeria.

Mientras la economía europea siga tambaleándose, con amenazas de recesiones en todos los países de la Unión, la fracción más conservadora ganará votos en las siguientes elecciones. El ejemplo más claro es el Frente Nacional francés, el partido de ultraderecha que ha ganado escaños en el Parlamento Europeo, lo que genera expectativas sobre sus propuestas en los siguientes cuatro años.

El Parlamento Europeo, como una institución central de la Unión, tiene como atributos, revisar y aprobar la Política de Seguridad y Defensa Común, que necesita ser aprobada por la mayoría de sus miembros.

El aumento de los partidos radicales en este espacio puede crear dos situaciones indeseables: la primera, es que las políticas de apoyo a los inmigrantes en cuanto a integración y asimilación se vean afectadas por la disminución de apoyos financieros; en segundo lugar, que el visado Schengen, uno de los mayores éxitos de la integración, se vea afectado de manera significativa.

El Parlamento Europeo ha intentado tomar medidas para reducir los malos tratos a los inmigrantes, estableciendo que se sancionen a los empresarios que contraten a inmigrantes de forma irregular. Las empresas se ven obligadas a vigilar que los documentos de solicitantes estén en regla, para que estos movimientos migratorios ilegales se vayan reduciendo poco a poco.

Además, se han obtenido datos que señalan que los sectores ocupados por esta cantidad de inmigrantes son de servicio doméstico, hotelería, agricultura y construcción, lo que permite crear políticas específicas para estas situaciones. Esto supone emprender un camino para buscar una mejor calidad de vida de las personas que llegan a Europa.

 
 
 

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