"PARA LOS INTERESADOS EN LA DESCONFIANZA ELECTORAL"
- Alberto Ortíz
- 2 jun 2016
- 5 Min. de lectura

Miércoles 6 de julio de 1988
Carlos Salinas de Gortari, del Partido Revolucionario Institucional (PRI); Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, por el Frente Democrático Nacional (FDN) y Manuel de Jesús Clouthier del Rincón, del Partido Acción Nacional (PAN), eran los candidatos presidenciales en la elección de 1988.
El día de la jornada electoral se denunció la operación "carrusel": ‘embarazo’ de urnas y sufragio de personas fallecidas a favor del candidato del PRI. Horas después, se supo que Salinas había logrado la presidencia, toda vez que el sistema informático de la Comisión Federal Electoral (CFE) “se había caído”.
Recupero parte del artículo que Cuauhtémoc Cárdenas escribió en La Jornada el 2 de abril de 2014 que explica el proceso de recepción de votos:
“El 7 de julio, día siguiente al de la elección, el FDN tenía datos que sumaban 2 millones 724 mil 7 votos, que se distribuían 26.61% para el PAN, 26.76% para el PRI y 40.16 para el FDN.
El 9, dos días después, con 6 millones 709 mil 351 votos, correspondientes a 35% del total, los porcentajes eran 25.19 para el PAN, 32.69 para el PRI y 38.8 para el Frente.
El 12 de julio, que fue el último día que se recibió información que se podía considerar medianamente confiable, se tenían computados 10 millones 355 mil 293 votos (54.09% del total), de los cuales 21.38% era para el PAN, 35.76 para el PRI y 39.4 para el FDN, correspondientes a 30 mil casillas (54.5% del total de las instaladas en el país).”
Ante el resultado a favor de FDN, con más del 50% de los votos escrutados, la ingeniería electoral ocultó 25 mil paquetes en la Cámara de Diputados que después, en un incidental suceso, serían quemados y cerraría la posibilidad de conocer con certeza quién había ganado la elección.
Así pues, según los resultados oficiales de aquel tiempo, se recibieron 19 millones 145 mil 12 votos; Carlos logró 9 millones 641 mil 329 votos (50.36%) frente a los 5 millones 911 mil 133 votos del ingeniero Cárdenas (30.8%). Paradójicamente los resultados se invirtieron.
Ante los cuestionamientos, legalidad y transparencia, para legitimar su triunfo, Carlos Salinas reformó la ley electoral lanzando el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe) y creó el Instituto Federal Electoral (IFE) que tendría autonomía, pero continuaba a la cabeza el secretario de Gobernación.
2016
A 28 años de aquel episodio electoral y a unos días de llevarse a cabo los comicios para renovar las 12 gubernaturas y elegir a 60 constituyentes que habrán de redactar la Constitución de la Ciudad de México, el panorama se ha transformado, pero sigue siendo similar.
En la elección presidencial de 2012 se recibieron 50 millones 323 mil 153 votos de los cuales 38% correspondió al PRI; 31.59% al PRD-PT-MC; 24.41% al PAN y 2.29% a Nueva Alianza.
Para estos comicios emergieron movimientos sociales como el #YoSoy132 que impactó directamente en la preferencia de voto sobre Enrique Peña Nieto, abanderado del tricolor. Asimismo, se evidenció la compra de casas encuestadoras con resultados a favor del Partido; noticiarios y medios de comunicación con preferencia de tratamiento informativo hacia un color; y la entrega de despensas, objetos utilitarios y tarjetas Soriana-Monex.
Desde la época de Miguel Alemán se comenzó con esta tradición de regalar objetos utilitarios. Para dar una idea, son cosas como bolsas de asa para amas de casa, pines, tortilleros, sombrillas, cilindros, manteles, encendedores, gomas, plumas, reglas, mochilas, fotografías, y un sinfín de artículos. Si buscas una mayor ilustración, te recomiendo que visites el Museo del Objeto, el cual resguarda estos materiales.
También, en 2012, volvieron a votar los muertos, aumentó la inseguridad el día de la jornada electoral y mutó la técnica del carrusel por el uso de programas sociales de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) para condicionar el voto a favor del PRI.
Al igual que en el pasado, tras los cuestionados resultados que le dieron la victoria a Enrique Peña Nieto, éste trató de legitimar su triunfo y gobierno reformando la ley electoral a través de la creación de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales (Lgipe) y creó al Instituto Nacional Electoral (INE), que es el sustituto del IFE.
Tres años después se renovó la Cámara de Diputados, gubernaturas, congresos locales y ayuntamientos. Según datos del INE, se recibieron 39 millones 872 mil 757 votos.
A 28 años de aquella elección, la economía permanece estancada. No hay fuentes suficientes de empleo. Los salarios son miserables. La inseguridad aumenta y la cifra de asesinatos y desaparecidos se eleva. La corrupción se vuelve cada vez más inherente al sistema político mexicano. La libertad de prensa e información se vuelve un peligro. Nada ha cambiado.

Desconfianza
En el comparativo de ambos momentos electorales hablamos de hechos aparentemente iguales: la creación de leyes e instituciones que organicen las elecciones y logren recuperar la confianza de la ciudadanía.
La gente no vota porque desconfía. ¿Pero qué tanta desconfianza hay? La suficiente para que existan al menos 25 candados contra la falsificación y usurpación en la credencial de elector; y para que en la boleta electoral de este 2016, se contemplen 16 candados que aseguren la autenticidad y validez del documento.
Hablamos de 41 candados en total para garantizar la legalidad y confianza en el proceso e instituciones, sin embargo no es suficiente. En Reino Unido, por ejemplo, sólo tienen escasos 3 mecanismos de seguridad; en Brasil andan en los mismos números; pero en México, un mayor control no significa mayor certeza.
No es para menos, luego del ‘carrusel’, ‘mapacheo’, urnas ‘infladas’ y muertos votantes, hay razones suficientes para seguir desconfiando.
En síntesis, la realidad es que…
Ante la inestabilidad económica, falta de empleos, crisis de inseguridad, desconfianza en los políticos, partidos e instituciones, la gente no vota.
La tendencia de votación va a la baja y se elige al Presidente con menos del 50% de la población:
En 1988 votaron 19 millones; 50.36% eligió al ganador.
En 2006 votaron 41 millones; 35.89% eligió al ganador.
En 2012 votaron 50 millones; 38% eligió al ganador.
En 2015, a pesar de no ser elección presidencial y tener en cuenta que el nivel de participación se reduce a la mitad, votaron 39 millones de electores.
Para la elección de este 2016, el INE ha estimado que participará del 30 al 35% la ciudadanía.
Aumentan los candados en los instrumentos electorales y con ello aumenta el gasto para organizar una elección.
Se han “reformado” leyes e instituciones que cargan con vicios de sus antecesores; no resuelven pero sí obtienen nuevas atribuciones que las entorpecen.
Se ha obstaculizado el derecho al voto pasivo de ciudadanos no perteneciente a algún partido político.
Un mayor número de partidos no significa mayor calidad en la democracia.
Continúa la entrega de objetos utilitarios como coacción del voto.
Los partidos siguen peleando por los votos en tribunales y no se han preguntado por qué la gente no vota y el aumento del abstencionismo per se.
Si antes de 1988 se hablaba de desconfianza, ¿Qué nos depararán los siguientes procesos comiciales? No te pierdas la segunda parte de esta entrega.