"CON EUROPA EN LA PALMA DE LA MANO"
- Diego Díaz
- 2 jun 2016
- 4 Min. de lectura

Sin duda, la crisis migratoria que enfrenta Europa y la Unión Europea (UE) conmociona a la Comunidad Internacional, siendo a finales del año 2015 cuando llegó el punto más agudo de la crisis. Su origen se da en el conflicto interno en Siria y, en lo general, la inestabilidad que vive la región desde aquella lejana pero muy recordada “Primavera Árabe” en Oriente Medio.
El problema continúa; no olvidemos que la crisis migratoria tal vez ha disminuido, pero no ha desaparecido. La solución a corto plazo ha resultado hasta ahora, pues la fuerte inversión económica de Europa para que Turquía se hiciera cargo de los refugiados es indudable y ha conseguido disminuir las oleadas de migrantes en territorio europeo.
Sabemos bien que el viejo continente encabezado por Alemania se vio obligado a buscar de emergencia esa solución que se tradujo en la firma del acuerdo migratorio con el mejor postor en el tablero: Turquía. Esa categoría de mejor postor se le asigna por su posición geoestratégica, pero las posturas asumidas por Ankara tras la entrada en vigor del acuerdo para Europa han resultado un obstáculo que quizás se complica cada día más.
Ese problema que enfrenta hoy la UE se encuentra en lo que Turquía ha pedido a cambio de aceptar el acuerdo. Son varios los eslabones que contribuyeron a la negociación, pero no cabe duda de que conseguir la eliminación de visados para los turcos que deseen entrar a Europa es prioritario para Turquía, abriendo un escenario del que muy poco se ha hablado.
Es mi objetivo demostrar lo que nos dice Lelio Mármora, un experto del fenómeno migratorio, en el que “las migraciones pueden ser utilizadas como presión de un Estado sobre otro con el objeto de obtener beneficios, ya sea en el terreno migratorio, o en un plano general”. (Mármora, 1997).
El aprovechamiento de la situación por parte de Turquía, en el marco de la crisis migratoria, es real, actual y necesario para los intereses del presidente Erdogan y su gobierno.
Desde luego es necesario señalar que el tema ha apuntalado la política exterior de Ankara en la región, pero es interesante cómo este aprovechamiento ha fortalecido el poder del ejecutivo en Turquía y su política interna.
Sólo algunos medios de comunicación son los que informan periódicamente sobre las noticias respecto al ambiente de censura, persecución y mano dura que el gobierno de Erdogan ejecuta contra grupos políticos opositores y periodista críticos del régimen.
Como ya habíamos señalado antes, lo que hoy enfrenta Europa y Erdogan es esa búsqueda como garantía inmediata del acuerdo migratorio, de la eliminación de visados a sus connacionales para entrar a Europa (marcando también nuevos precedentes ante una posible anexión de Turquía a la UE).
El proceso de exención de visados a los turcos avanzó, así como las violaciones a libertad de expresión y persecución en Ankara avanzaron y se incrementaron.
Europa, a principios de este año, tras el debate sobre el tema de los visados a los turcos, arrojó que el concepto de terrorismo es muy amplio en aquel país, pues incluye que a cualquier grupo opositor al gobierno que genere inestabilidad dentro del país se le puede considerar terrorista para términos políticos y jurídicos.
La recomendación de Europa fue presentada, ya que indicó al gobierno turco que modificara dicho concepto para posibilitar la exención de visados, resultando ser una respuesta negativa a la modificación del concepto de terrorismo, argumentando Erdogan las amplias ventajas con las que cuenta Turquía al condicionar el acuerdo, si bien era irónica la negociación de un acuerdo migratorio con Ankara, incluso cuando la misma Unión ya había calificado años atrás a Turquía como un Estado donde se presentaban violaciones a derechos humanos y libertades individuales.
Ahora la ironía crece, después de que Ankara se negara a modificar el concepto, que le permitiera continuar con la caza de periodistas y opositores e impulsar el deseo de Erdogan de mudar de un sistema parlamentario a un sistema presidencial, resultó así un ejecutivo con más capacidades en términos de poder.
Es entonces la concepción realista de las relaciones internacionales la que vincula bien lo que dice Mármora Lelio como única descripción del interés en términos del poder, pues aquellas estrategias ejecutadas dentro de los fenómenos migratorios son realistas, y configuraran la negociación de acuerdos y relaciones entre Estados, en la búsqueda del poder, lucha de beneficios y en función de los intereses que cada actor pone sobre la mesa.

En un campo de juego existe un ganador y un perdedor. Hoy Europa se ve débil ante una coyuntura migratoria apremiante, cuando inclusive se le puede considerar como un actor dependiente a un tercero, siendo ese tercero el que solucione el problema a costa de lo que sea.
Incluso a costa de renunciar en lo que a la UE es referente, bajo el rol de velador en la lucha por los derechos humanos. Europa va abajo en el marcador y está esperando que el juego no termine antes de tiempo.
Fuente
Mármora, L. (1997). Las políticas de migraciones internacionales. Buenos Aires: AlianzaSingular. Página 164.