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“SI NO ME DAN, QUE NO ME QUITEN”. ASENTAMIENTOS IRREGULARES

  • Andrés Sánchez
  • 10 may 2016
  • 4 Min. de lectura

Eduardo pasa ya de los 50 años y lleva casi cinco viviendo en este lugar. Su casa no cuenta con servicio eléctrico ni mucho menos con drenaje; el agua la toma de una manguera que a veces le prestan y la guarda en un tinaco donde, en lugar de conservarse, se contamina. Su casa es de maderas, lámina de cartón y desperdicios. No tiene número, ni siquiera una calle; habita en medio de basura, a un lado del Canal de la Compañía.

La choza de Eduardo forma parte de los más de 120 mil predios irregulares del Estado de México, también de los 1,151,717 hogares en localidades de 2,500 habitantes o más, que se encuentran en situación de pobreza de patrimonio y no cuentan con escrituras sobre su propiedad.

Los asentamientos irregulares se han convertido en la opción para que las familias en condiciones de pobreza accedan a un suelo para construir su vivienda; no obstante, esta condición impide que se goce en totalidad de los beneficios de un hogar.

Entre muchas causas, se pueden mencionar las deficientes políticas urbanas y lo complicado que puede ser el mercado de suelos, por lo cual algunas familias se encuentran excluidas y se ven forzadas a buscar alternativas acordes a sus posibilidades económicas. Además, el crecimiento poblacional acelerado, la migración interurbana, la pésima planeación de la ciudad y una falta de cultura de la legalidad, son factores que intervienen directamente en la formación de este tipo de asentamientos.

Por otro lado, muchas de las colonias formadas bajo este concepto se han logrado por la actitud permisiva de parte de los ayuntamientos y autoridades competentes que no intervienen, en parte, por falta de reglas y leyes claras sobre este asunto, también por intereses políticos y económicos que generan una cultura de ilegalidad cada vez más normalizada. Según un estudio realizado por UNAM-SEDESOL, en el 2006:

“15 por ciento de la demanda de suelo no es atendida por el sector formal, por lo que se satisface a través de la irregularidad. Al menos 50 por ciento del área urbana actual de las ciudades mexicanas se ha desarrollado a partir de asentamientos irregulares.”

La insolvencia económica ha llevado a muchas familias a tener que sobrevivir en estos predios a costa de su seguridad física, de no poder disponer de un título de propiedad; además, problemas y riesgos sanitarios y ambientales; como Eduardo, que junto con su pareja, Rosita, viven entre montañas de cascajo, basura, desperdicios industriales y a unos pasos del Canal de la Compañía, uno de los ríos sin vida más contaminados de la ciudad. Tiene dos pequeños cuartos que apenas si se sostienen, una cama regalada donde también duermen sus perros y sobrevive de vender botellas de plástico, latas y otros reciclables.

–¿Han intentado sacarte de aquí? ¿el Gobierno te ha propuesto reubicarte?– Se le pregunta.

–¡No! Hasta crees. Si el Gobierno no te da nada de a gratis, sólo cuando les conviene, vienen a verme, pero después se les olvida. Las veces que me han quemado mi casa, hasta patrullas y ambulancias mandaron, pero ve, aquí seguimos– Menciona Eduardo.

Él no confía en los procesos legales, porque tampoco los entiende. Después de muchos años de andar rentando, y luego de perder a su mamá, quién era su única familia, se construyó su casa aquí, para él y para Rosita, sin importarle los riesgos. Ignora el proceso para otorgar una porción de suelo destinada a uso residencial que, básicamente, consiste en cuatro pasos:

  • Fase 1: compra de tierra con uso de suelo urbano de acuerdo a los planes y/o programas de desarrollo urbano con la posibilidad de cambio de uso de suelo, pactado con las autoridades.

  • Fase 2: obtención de autorizaciones, licencias y permisos para fraccionar y urbanizar el terreno, con lo que después se obtienen licencias de construcción de viviendas.

  • Fase 3: urbanización del terreno por parte del fraccionador, mediante terracerías, red de media y alta tensión, red de agua potable, drenaje sanitario y pluvial, vialidades y banquetas, señalización, alumbrado exterior, definición de superficies destinadas a áreas verdes y espacio públicos.

  • Fase 4: construcción y venta de viviendas.

No sólo Eduardo las ignora, ya que muchas empresas inmobiliarias y particulares parecen echar por la borda los requerimientos básicos y venden propiedades en suelo no apto para vivir, en zonas que ponen en peligro la seguridad y el bienestar de los habitantes. Como consecuencia, se tienen las múltiples casas inundadas ante el desbordamiento de canales, enterradas después del desgajamiento de cerros o en lugares inaccesibles.

A pesar de que se trata de un tema latente, los estudios sobre el mismo son insuficientes, las soluciones no llegan y poblaciones como “Cartolandia” en Ecatepec, algunas del Valle de Chalco, La Paz y Nezahualcóyotl siguen creciendo en condiciones deplorables. Es un asunto complejo que refleja muchas problemática a las que se enfrenta la población día a día, y genera algunas otras que están implicadas como pobreza alimentaria, desempleo, inseguridad, rezago educativo y múltiples riesgos a la salud.

El panorama no es alentador, ni siquiera para Eduardo, quien declara: “No espero ya nada. Sé que ya me voy a morir y no me voy a llevar nada, lo material se queda. Sólo quiero poder seguir protegiendo a mi Rosita”, su acompañante de toda la vida. Y así se expresan muchas otras voces que viven en riesgo constante; con nulas esperanzas, pero defendiendo lo que es suyo, no por escrituras pero sí por antigüedad.

“Si no me dan, que no me quiten”, un grito dicho y escrito entre suelos de tierra, techos de cartón, paredes de madera y sueños rotos.

 
 
 

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