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"Nubes de nata"

  • Alberto Ortiz
  • 18 mar 2016
  • 2 Min. de lectura

Cuentan los códices mexicas que alguna vez existió un lago, panorámica de los volcanes y limpieza entre sus habitantes. Hoy, a más de 7 siglos de distancia, abunda la contaminación visual, auditiva y atmosférica.

Luego de experimentar varios cambios climatológicos (sol, lluvia y viento) en un día, los imecas también se alteraron y estamos sufriendo niveles de contaminación exagerados.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Ciudad de México está entre los primeros lugares con una malísima calidad del aire; tan sólo para dar una idea, estamos a la altura de Beijing, Lima, Nueva Delhi en la India, Kuwait, entre otras.

En los últimos días hemos escuchado a Miguel Ángel Mancera y Eruviel Ávila, jefe de gobierno de la Ciudad de México y gobernador del Estado de México, respectivamente, echándose la culpa uno a otro sin proponer soluciones inmediatas.

La única reacción que han tenido es recomendar a los automovilistas que no usen su coche y que utilicen el servicio de trasporte público (Metro y Metrobús) que será gratis. ¿Y luego? ¿A poco Mancera llegó a su oficina en pesero?

Esta recomendación equivale a un silencio total de las autoridades porque nadie les hizo caso.

En este espacio hemos hablado sobre la construcción de la “Megalópolis” y la planificación urbana como proyecto inviable para los 20 millones de habitantes que vivimos en esta ciudad.

Es claro que no estamos preparados para afrontar tales problemáticas porque no existe una respuesta concisa; por el contrario, sale a flote la corruptela institucional en el tema de la verificación vehicular.

¿Dónde están las sanciones a las empresas que contaminan?

¿Para qué sirven entonces las secretarías encargadas del medio ambiente?

Todos aquellos que reclamaron ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación su derecho de circular en su automóvil todos los días, ¿habrán pensado las consecuencias?

Una de ellas, regresando a cifras de la OMS, es que 12.6 millones de personas mueren al año por la contaminación. Dicha organización estima que 2,5 millones de humanos mueren anualmente de accidente vasculares cerebrales; otros 2,3 fallecen por cardiopatías isquémicas; 1,7 millones perecen por traumatismos no intencionales como accidentes de circulación y alrededor de 567.000 de personas padecen infecciones respiratorias.

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