#Join "PERIODISMO Y CIUDAD"
- Mónica Vázquez Delgado (Directora de Join)
- 2 sept 2015
- 3 Min. de lectura
@MnicaVzquez2
Cuántas veces no hemos oído adjetivos, en su mayoría, negativos sobre las ciudades, cuando en un principio eran espacios de seguridad y modernización. En el caso de la ciudad de México, el aumento demográfico a finales de la década de los 50 y en la de los 60 fue causado por la migración de los residentes del campo a la ciudad en busca de trabajo. Ante tal problemática social, el Estado mexicano lanzó su política de segregación como respuesta al aumento poblacional, y con ello la pobreza. Además de concentrar la vivienda en unidades habitacionales, que al no ser una política social de vivienda, sino un refugio de la pobreza de aquellos años y también, de conservar la imagen mediática internacional del México moderno que la revista TIME publicó con la inauguración del Conjunto Urbano “Adolfo López Mateos”, que aunque haya sido inaugurado por Díaz Ordaz, López Mateos quería dejar su “recordatorio” de sexenio.
De esta manera, los proyectos urbanísticos desde la visión del Estado parecen ser medidas para “maquillar” realidades o “esconderlas”, sin embargo, estas mismas transformaciones del espacio resultan ser pautas a nuevas formas de organización y movilización social. Así pasó en Tlatelolco en la década de los 70 cuando lucharon por la autoadministración de su unidad habitacional, y que dentro del contexto, este movimiento social urbano, fue parte de lo que instauró el movimiento estudiantil de 1968: el cuestionamiento al Estado y a sus medidas.
Como parte de la comunicación que debía existir entre los tlatelolcas, la prensa vecinal se hizo presente: boletines, carteles, gacetas, volantes eran repartidos entre edificios para notificar sobre las reuniones y que posterior al temblor de 1985, la organización entre vecinos se acentúo debido a la falta de respuesta que hubo por parte del Estado hacia la crisis humanitaria y urbana que se dio en ese tiempo.
En la década de los 70, José Lima Zuno, sobrino de Echeverría, fue el primer subdelegado de Tlatelolco y con ello trajo el periódico El Residente, una publicación que se repartía en esa localidad, tratando temas oficialistas con el único fin de querer “limpiar” su imagen mediática, después del asesinato y represión a estudiantes en 1968 y 1970.

Y en 2003, Vivir en Tlatelolco , “el periodiquito” como lo conocen los tlatelolcas nació en una hoja carta doblada en dos partes, para en 2007 consolidarse como revista impresa a color donde se publican asuntos y temas históricos locales. Sus fundadores dicen que “siguen intentando hacer comunidad a través del periodismo”, por lo cual no se definen como periodismo ciudadano, porque su concepción está más ligado “hacer comunidad”, es decir, construir lazos de identidad y de apropiación de espacio en términos locales.
¿En la ciudad puede existir comunidad? Sí, porque comunidad es un concepto, que más allá de su etimología “en común”, el compartir un espacio que tiene cultura, crea entre sus residentes un sentimiento de pertenencia. En el texto El concepto de comunidad desde el punto de vista socio-histórico-cultural y lingüístico, define comunidad: “El sentimiento (o sentido) de pertenencia o conciencia de pertenencia tiene carácter histórico y está relacionado con la identidad cultural, se va formando en la medida en que se desarrolla la comunidad sobre la base de la interacción entre sus miembros, la cooperación y colaboración entre unos y otros, la afinidad entre sus intereses y la posibilidad de compartir historia y cultura.”
Es decir que si como periodistas rescatamos el fin de nuestra profesión: servicio público, pero también social y que a través de la historia del lugar, y de las personas, contextualizaremos a nuestros lectores por medio de la investigación para no olvidar que el espacio, las calles son nuestras.