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"EL SEXTO Y SÉPTIMO DE NUESTROS SENTIDOS"

  • Patricio Patiño
  • 5 jun 2015
  • 5 Min. de lectura

Por Gonzalo López Tello y H. Caleb Lagunas Rojas

@RojasCaleb

Los seres humanos poseemos sentidos que nos permiten interactuar con nuestro ambiente de manera efectiva y en constante desarrollo. Estos sentidos captan estímulos aferentes que son transmitidos a nuestro cerebro y convertidos en sensaciones. Gracias a los sentidos, la humanidad ha evolucionado de una manera importante, pues el hombre primitivo aprendió de manera exitosa el uso de herramientas que le darían una nueva visión de sus capacidades por medio de sus sentidos, como el caso en el que tuvo contacto con fuego.

Comúnmente se habla de que poseemos solamente 5 sentidos, pero actualmente se distinguen 7 sentidos; sin embargo, los investigadores no se ponen de acuerdo en una clasificación general. El estudio y categorización de los sentidos se lleva a cabo por distintas ciencias que incluyen la psicología, la filosofía, las neurociencias, la metafísica y otras ciencias empíricas.

Tradicionalmente, sabemos que tenemos 5 sentidos bien identificados en el ser humano que son el gusto, cuando saboreamos lo amargo, dulce salado y ácido; el olfato, que es capaz de detectar hasta 10,000 olores distintos; la audición, donde el componente anatómico clave es el oído interno; la vista, sentido captado por estructuras intraoculares llamadas conos y bastones; y el tacto, el primero en desarrollarse en la etapa embrionaria del ser humano, por lo cual se considera como el padre de los sentidos.

Con el desarrollo de la ciencia y el aumento del panorama al respecto, han surgido muchas ideas de diversos sentidos extracorpóreos, aunque para los científicos resalta la clasificación sensorial denominada “somatopercepción” que incluye el sentido del tacto y otros dos sentidos bien definidos, que son la nocicepción y la propiocepción, los cuales detallaremos enseguida.

El sentido de la nocipercepción o percepción del dolor es el sexto sentido. Debemos notar que hay una diferencia notable entre la nocicepción y el dolor; con el primer término nos referimos a señales del sistema nervioso central provocadas por la activación de nociceptores; el segundo se refiere a la experiencia sensorial como tal. Hay tres tipos de receptores de los dolores cutáneos como la piel, somáticos en los huesos o las articulaciones, y viscerales, los órganos del cuerpo.

El término nocicepción significa "percepción de lo nocivo", y ayuda a detectar estímulos mecánicos, químicos y térmicos que podrían dañar nuestros tejidos, especialmente los que tejen nuestro exterior; es decir, la nocicepción nos proporciona información de peligro o daño en nuestro cuerpo a través de nocirreceptores neuronales y estos estímulos que nos otorgan experiencias externas específicas no como un tacto más, sino como una amenaza antes de que lo percibamos.

Así, el dolor nociceptivo aparece como un dolor agudo o crónico, por lo que se supone que la nocicepción es uno de los mecanismos de supervivencia de las especies más evolucionadas. Cabe recordar que la percepción del dolor se localiza en diversas partes del cerebro y éste no identifica entre un dolor físico y uno emocional, por lo que se puede comparar el dolor de la pérdida de un abrazo al de un desamor.

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En el ser humano hay tres aspectos principales del dolor: La experiencia sensorial, la cual provee información sobre la localización, la extensión y naturaleza del daño; la experiencia desagradable, asociada a una respuesta motora variable en complejidad para evitar o escapar del daño; y un proceso cognoscitivo consciente reflexivo de evaluación del daño y de la toma de decisiones sobre el comportamiento a seguir. Estos tres aspectos de la experiencia dolorosa en el hombre están íntimamente relacionados con la evolución y el desarrollo de su sistema nervioso.

Por otro lado, existen síndromes como el de la insensibilidad congénita al dolor, presentes en personas que por lo general no superan los 25 años de edad, y se manifiesta por no darse cuenta de las heridas o peligros que su cuerpo sufre. También existe un trastorno del dolor somatomorfo, el cual consiste en un dolor intenso que afecta la vida cotidiana de la persona sin haber causa física por lo que se considera la causa psicológica, aunque el dolor que padecen estas personas es real.

Por otra parte, el séptimo sentido, el de la propiocepción, nos informa de la posición de cada una de las partes de nuestro cuerpo con respecto a las demás. Nos brinda la capacidad de ser conscientes si tenemos las piernas estiradas o la boca abierta, por ejemplo.

La propiocepción permite saber en qué posición tenemos situadas nuestras articulaciones sin necesidad de utilizar la vista. Sin embargo, este término ha evolucionado a la conciencia de la posición, movimiento articular y detección de la fuerza del movimiento que consta de 3 mecanismos: estatestesia, que es la conciencia de la posición exacta de las articulaciones, la cenestesia o conciencia de la aceleración y movimiento, así como las actividades efectoras que dan respuesta a reflejos y tono muscular por lo que determinamos que la propiocepción es la principal fuente sensorial para la estabilidad, movimiento y control neuromuscular y de este modo nuestro movimiento es más coherente y eficaz que nos puede dar un sistema automático de respuesta.

No obstante, este sistema puede verse alterado con la lesión de ciertas estructuras que contiene receptores. Por esta razón, cuando ocurre un esquince de tobillo y éste se recupera, es fácil sufrir una torcedura en el mismo lugar y sentir inseguridad al pisar; además nuestro sistema propioceptivo a veces puede verse perezoso a causa de protecciones que utilizamos, por estrés, temperatura y calor, aquí es donde la medicina fisioterapéutica entra en campo y rehabilita la zona dañada forzando a nuestros propioceptores a trabajar de manera constante y eficaz.

Podríamos considerar a la propiocepción como un mecanismo de retroalimentación: cuando un músculo o tendón se estira, sus moléculas se separan levemente. Células especializadas captan esa separación e informan al cerebro mediante señales eléctricas. El cerebro así, puede actualizar constantemente el estado del mapa mental que tiene el cuerpo en ese momento.

Es un sentido fundamental para desarrollar cualquier tarea que involucre movimientos musculares controlados, desde rascarse en donde se tiene comezón, hasta jugar ping-pong, pasando por lo que hacen mis dedos mientras escribo este texto: la coordinación mano-ojo que me permite acertar en cada tecla, y luego la memoria muscular que incluso me deja escribir sin mirar el teclado, porque no sólo sé dónde está cada tecla, sino que percibo interiormente dónde está cada dedo con respecto a ellas.

La nocicepción y la propiocepción son dos mecanismos que generalmente se relacionan entre sí y se tratan al mismo tiempo cuando existen fisiopatologías. Es importante destacar que así como damos importancia a los otros sentidos del ser humano, estos dos sentidos deben ser tomados de igual manera; aun así, no existe una ciencia que estudie concretamente a estos sentidos aunque sí intervienen muchas disciplinas.

Aquellos sentidos que le permiten al hombre relacionarse con su medio externo e incluso interno son los que debemos cuidar en todo momento, pues la exposición a la computadora o la televisión pueden dañar nuestra vista; el escuchar música con audífonos a gran volumen ocasionará daños a nuestra audición; cuando nos quemamos podemos dañar nuestro tacto o nuestra lengua; y cuando se bebe alcohol, se distorsionan todos los sentidos y puede dejar secuelas importantes.

Es mejor actuar con responsabilidad, pues si atrofiamos nuestros sentidos hasta perderlos, sentiríamos dolor y no podríamos hacer nada para evitar la amenaza o deberíamos mirar atentamente cada paso que damos al caminar. Necesitaríamos un espejo para comer y no podríamos coordinar movimiento alguno cuando nos acompañe la oscuridad.

 
 
 

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