top of page

"LA CIENCIA TRAS LA MAGIA DEL CIRCO"

  • Patricio Patiño
  • 4 jun 2015
  • 5 Min. de lectura

Miroslava Balderas

@MirosBP

Cuando asistimos a espectáculos o circos con animales, nos maravilla la manera en cómo estos responden a lo que los entrenadores les indican y, en muchos casos, dan la impresión de estar entendiendo las indicaciones verbales que les hacen. Lo cierto es que ni el público comprende la manera en cómo se llega a este resultado y ni los mismos entrenadores conocen, en muchas ocasiones, la metodología científica implicada en estos condicionamientos.

La respuesta a lo anterior puede leerse en los paradigmas del Condicionamiento Clásico y Operante. Los principios contenidos en estas relaciones, dan cuenta de muchos eventos que observamos comúnmente tanto en animales como en seres humanos. Con relación a los animales, los procedimientos son más evidentes aunque no siempre se analizan bajo una óptica científica. Generalmente, asistimos al Circo ilusionados por las maravillas que logran hacer los acróbatas, animales, magos, y payasos. No obstante, mucho de lo que ahí se observa son entrenamientos que tienen la finalidad de hacer creer al espectador que el animal “sabe” y “entiende” los comandos verbales del entrenador. Pero ¿Cómo modular el comportamiento de un león para que atraviese un aro de fuego?

Frecuentemente, utilizamos la palabra condicionamiento para referir relaciones de dependencia donde “si hacemos algo”, entonces, “obtendremos algo”. Los procedimientos de Condicionamiento, conocidos principalmente por llevarse a cabo en la ciencia experimental del comportamiento, son una forma de relación aunque controlada de manera sistemática y fundamentada en argumentos que refieren a la naturaleza de los organismos vivos y la importancia de los factores ambientales.

En primer término, como organismos vivos, contamos con un aparato biológico que cumple ciertas funciones; se adapta al medio que le rodea y opera de manera tanto interna como externa, lo cual permite mantenerse regulado (homeostasis) y responder a los estímulos externos. En segundo término, la conducta de un organismo no puede aislarse de los factores externos que le rodean y de la situación o condición bajo la cual se presentan.

Tomando en cuenta los factores anteriormente mencionados, podemos hacer mención del paradigma del Condicionamiento Clásico. El fisiólogo ruso Iván Pavlov, estudió durante mucho tiempo el proceso de digestión y como sujetos experimentales empleó a un grupo de perros. Tras observaciones minuciosas, notó que los perros salivaban cuando la comida estaba cercana a ellos, es decir, mucho antes de que ingresará a su boca. Al percatarse de este fenómeno, comenzó a regular ensayos en los que se hacía tocar una campana antes de la entrega de la comida. Posterior a diversos ensayos similares, notó que los perros salivaban en ausencia de la comida con el solo hecho de que la campanilla sonará.

De esta manera, Pavlov determinó que los organismos somos reactivos al medio ambiente y que hay relaciones de condicionalidad que se fundamentan en los reflejos naturales (como la salivación). Destacó, a su vez, que estos reflejos pueden ser condicionados a estímulos ajenos a aquello que los produce (como el sonido de una campana) si se entrena a el animal a responder de esta manera. Así, un estímulo como la comida (en este caso, Estímulo Incondicionado) provoca la salivación (Respuesta Condicionada). Contiguo a la presentación de la comida se hace sonar una campana (Estímulo incondicionado) y esto provoca la salivación en ausencia de la comida (Respuesta condicionada).

Ciencia-La ciencia tras la magia del circo-Miroslava Balderas.jpg

Ahora bien, imaginemos que queremos que un león lancé un zarpazo al aire cada que digamos ¡Ataca! El león reproduce esta conducta cuando hay un objeto cercano a su cabeza “como si quisiera apartarlo”; por ende, el procedimiento para que el león lance el zarpazo sería producir el sonido ¡ataca! mientras hacemos pasar frente a su cabeza un objeto cualquiera.

Posterior a diversos ensayos, la presencia del objeto ya no será necesaria para que el león lancé el zarpazo porque el Estímulo Condicionado (decir ¡Ataca!) va a producir que se presente esta conducta. El ejemplo anterior es realmente superficial, pero da cuenta cómo podemos relacionar estímulos aparentemente ajenos para lograr que la conducta refleja de un organismo se presente ante un zumbido, al cerrar de las puertas del tren o cuando escuchamos timbrar el celular.

Ahora bien, este condicionamiento no es el único que se emplea en el entrenamiento de animales; en muchas ocasiones hay una consecuencia (sea positiva o negativa) posterior a una respuesta. Un organismo no sólo es reactivo a su medio, sino también opera en él; es decir, el organismo produce efectos en su ambiente (denominándose efectividad). Por ejemplo, una persona retira la mano cuando toca algún objeto caliente (reactividad) pero emplea un trapo para sostener una olla y poder manipularla (efectividad).

El psicólogo estadounidense B. F. Skinner, postuló que la conducta no sólo es reflejo y que el comportamiento de los organismos esta en función de las consecuencias. En otras palabras, hay una triple relación de contingencia (dependencia) en la que un estímulo (por ejemplo: “la profesora deja una tarea”) provoca una respuesta (podría ser “que la alumna haga la tarea”) y esto genera una consecuencia (“la profesora le da una calificación aprobatoria”). Con esta relación, podemos notar que el organismo opera en su medio y que las consecuencias que genera pueden ser positivas (reforzantes) o negativas (punitivas), lo cual va a probabilizar la ocurrencia o extinción de una conducta específica.

De esta manera, los entrenadores pueden generar condiciones para que la ocurrencia de una conducta aumente. Ahora, ¿cómo lograr que una conducta aumente?

Imaginemos que queremos condicionar a un perro a levantar la patita. Lo primero que hacemos es identificar algún estímulo que podría fungir como consecuencia positiva (reforzante) para aplicarla en el perro inmediatamente después de que el levante la patita. En segundo término, se elabora una serie de ensayos en las que se instiga al perro a levantar la pata mientras el entrenador dice “Arriba”, y acto seguido se brinda la consecuencia positiva, (por ejemplo, darle una galleta como premio).

Cuando el perro ya levanta la pata sin instigación se dice “Arriba” y sólo se brinda la galleta (se refuerza) si el perro levanta la pata. Podremos observar así que, tras una gran cantidad de ensayos, el perro levantará la patita ante el comando “arriba”, aunque no en todas las ocasiones se haga entrega de una galleta.

Estos procedimientos, si bien suenan sencillos, pueden esclarecer la manera como operan diversos sitios de entretenimiento con animales o gran parte del repertorio conductual de los seres humanos.

¿Cómo pueden hacer que una foca logre sostener una pelota en su nariz? ¿O por qué cada que suena la alarma de las puertas del metro las personas se apresuran a entrar o salir? Los métodos de condicionamiento tienen la respuesta científica a estos eventos.

 
 
 

PARTNERS

Queda prohibida la reproducción total o parcial de este material por cualquier medio sin el previo y expreso consentimiento por escrito de Metrópoli Digital.

  • Facebook - Grey Circle
  • YouTube - Grey Circle
  • Instagram - Grey Circle
  • Twitter - Grey Circle

© 2018 Metrópoli Digital

 

bottom of page