“CRÓNICA DE UNA CRISIS ANUNCIADA”
- Patricio Patiño
- 26 abr 2015
- 3 Min. de lectura
Juan Diego Vega Cruz
Petróleo Brasileiro SA (mejor conocida como Petrobras), esa empresa pública de Brasil que en 2009 fue considerada como la empresa número uno en cuestiones de hidrocarburos y energía en América Latina, se encuentra en la sombra de la corrupción. Se ha posicionado en los periódicos nacionales e internacionales ya no como una empresa con ganancias sorprendentes, sino que ahora su nombre va acompañado de la palabra “corrupción”.
¿Qué sucedió en el gigante extractor de petróleo del sur de América para que el escándalo de corrupción se encuentre en los titulares de los periódicos más importantes cada lunes? Para entender la fuerza del escándalo no podemos olvidar el “mensalão” de Lula Da Silva. Las acusaciones fueron causadas por el Partido Laboral Brasileño, quien mencionó que el Partido de los Trabajadores ofrecía una cantidad excesiva a los Diputados del PLB para que votaran a favor de una serie de reformas económicas caracterizadas por ser reformas en hidrocarburos. Lula Da Silva supo contener las acusaciones y logró reelegirse como Presidente; por ello, cuando Dilma Rouseff asumió la presidencia en 2010, se cuestionó el hecho de que el gobierno seguiría bajo el fantasma “Lula”.
Dilma Rouseff se ha caracterizado por seguir la línea de políticas de Lula, principalmente dentro de la política exterior; sin embargo, hasta en el escándalo ha coincidido con éste último. En marzo de 2014 se empezaron a filtrar los primeros cuestionamientos sobre corrupción en la empresa brasileña, al tiempo que el mundial de futbol se acercaba y las elecciones de octubre estaban cada vez más próximas. Ella se mantuvo siempre al margen de las acusaciones y dejó al Tribunal de Justicia a cargo de las investigaciones correspondientes.
Paulo Roberto Costa, ex director de Petrobras, que actualmente se encuentra en arraigo domiciliario debido a su participación dentro de las investigaciones, es otro de los actores de esta novela. En septiembre del año pasado acusó a 62 parlamentaristas que participaron en las acciones de corrupción; además, detalla que el contrato abarcaba un 3% de las ganancias por cada contrato firmado con la petrolera.

La oposición del gobierno de Dilma Rouseff, liderada por Aécio Neves, ha causado gran revuelo contra el PT y contra ella. Dentro de las discusiones de la oposición, se ha tomado como punto de partida la corrupción en el gobierno, que da realce a la encuesta realizada por el Instituto de investigaciones Datafolha, donde se reveló que el 84% de los brasileños creía que el Presidente tenía conocimiento de la corrupción en Petrobras.
Durante el mes de marzo han tenido lugar movilizaciones que buscan el esclarecimiento y la solución al problema de la corrupción para que, en caso de que Dilma Rouseff no sea capaz, renuncie a su cargo. Se encuentra en el “ojo del huracán” porque en su presidencialismo la sociedad cree que el culpable de todos los males de la nación es su máximo representante. En sus discursos ha dejado claro una cosa: El escándalo de Petrobras hará cambiar a Brasil.
Para evitar la crisis política ha lanzado el “Paquete contra la corrupción”, el cual establece, de forma general: 1) incrementar la pena de corrupción de tres a seis años, 2) la confiscación de bienes de los tratos ilícitos de corrupción, 3) enajenación de bienes con el objetivo de poder reparar los daños causantes de la corrupción, 4) la extensión de la “ficha limpia”, es decir, que un funcionario acusado de algún tema ilícito no podrá reelegirse en su función, 5) la tipificación del enriquecimiento ilícito, 6) reglamentación de la Ley anticorrupción y 7) la creación de un grupo entre los poderes para agilizar las funciones en contra de la corrupción.
Brasil se encuentra en un papel que no ha estado en el ámbito político desde que se regresó a la democracia en el año 1985. El juego de la política entre intereses y la oposición pone en duda una posible quinta presidencia del Partido de los Trabajadores. La sociedad ha caído en una crisis de identidad con su representante, así como ella ha perdido el carisma –sí alguna vez lo tuvo- y el apoyo de sus simpatizantes empresarios. ¿Brasil es, quizá, un país donde se encuentra la “crónica de una muerte anunciada”?