"UN MUSEO CON MUCHA HISTORIA"
- Patricio Patiño
- 23 abr 2015
- 3 Min. de lectura
Diana Vázquez
@vzdiana
El Museo Hermitage es admirado y considerado uno de los 10 museos más grandes y bellos de Europa, pues atesora el enorme patrimonio cultural desde las primeras civilizaciones hasta nuestros días. Se encuentra en San Petersburgo, Rusia, entre el río Neva y la Plaza del Palacio, ambos patrimonios incuestionables de la vida rusa.
Seguido de otros, como el Museo del Prado, en Madrid o Museo del Louvre, en París, este museo es una pieza exquisita, única en su clase y digna de todos los zares. En este museo se atesoran un poco más de dos millones de piezas culturales de los pueblos de Europa, tratándose de tiempos remotos hasta el siglo XX.
Se ha considerado que el Hermitage fue construido en 1764. El zar Pedro el Grande adquirió obras de arte de enorme valor, como La Venus de Tauride y David despidiéndose de Jonatán. Además, se dice que un comerciante berlinés envió 225 cuadros a Catalina II como pago de deudas adquiridas. Catalina II desarrolló un gusto por éstas obras, aunado a un deseo de que su galería no fuera superada por ningún otro, así que comenzó a comprar arte en todas las subastas europeas de la época.

Las colecciones abarcan 5 edificios situados a la orilla del Río Neva, ocupando el puesto más importante “El Palacio de Invierno”, ya que fue la residencia oficial de los zares rusos, su escala monumental refleja el poder y la grandeza de la Rusia Imperial.
Hoy en día conforman el museo Hermitage los edificios del teatro de Hermitage, el Hermitage Pequeño, el Hermitage Viejo y el Hermitage Nuevo que forman una arquitectura esplendorosa, estilo barroco del siglo XVIII. El palacio posee 1,786 puertas, 1,945 ventanas, 1,500 habitaciones y 117 escaleras.
Su fachada principal mide 150 m de longitud y 30 m de altura. Debido a un incendio en 1837, algunas salas fueron reconstruidas con estilo del siglo XIX siguiendo la moda de la época; la más bella de las salas es “malaquita”, con lámparas de piel y chimeneas, columnas y mobiliario con seda color frambuesa. Ésta es una de las características más sobresalientes que no dejan ni la menor duda de toda su belleza.
El llamado “Hermitage pequeño” fue construido para Catalina II para su vida privada, pues deseaba descansar en un lugar acogedor. Este motivo fue por el que se llamó “Hermitage”, una palabra francesa que quiere decir “ermita”, es decir, al que sólo podían acceder sus invitados personales. En esta habitación habían mecanismos especiales que evitaban el contacto con servidumbre; sin embargo, el palacio fue reconstruido a mediados del siglo XIX en la que se adoptó una sala-pabellón con mosaicos esmaltados y galerías de adorno, donde se expone el reloj Pavo real (obra inglesa del siglo XVIII) que al marcar la hora el pavo instalado en un roble abre su espléndida cola y da la vuelta mostrándola. Por si fuera poco, esta bella sala tiene vista al jardín colgante que le da un toque reconfortante y hermoso.

Una peculiaridad de este glorioso museo es que a finales del reinado de Catalina II, su colección contenía con casi 7,000 dibujos, 10,000 piedras talladas, 3,000 cuadros y 70,000 grabados, por los que si una persona dedicara tan sólo un minuto a contemplar cada pieza del museo, necesitaría por lo menos 4 años y medio sin descanso para verlas todas. Lo que se recomienda a los visitantes es que elijan secciones del museo o piezas específicas que desean observar.
Hay obras de Fra Angelico, Boticelli, Giorgione y Simone Martín, todos maestros del renacimiento italiano, pero la obra estrella es la de Leonardo Da Vinci: La Madona Benois, que representa a la Virgen como una joven contemporánea peinada a la moda jugando con su hija. El nuevo Hermitage también contiene arte italiano de los siglos XIII y XVIII, la exposición de pintura italiana y la colección de pintura española, que es considerada como una de las mejores fuera de las fronteras españolas. El museo también contiene obras de arte de Países Bajos, Francia y otras latitudes de Europa.

Sin lugar a dudas, el Museo Hermitage es un lugar esplendoroso para los amantes del arte y no tan amantes, que se debe visitar por lo menos una vez en la vida.