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“HACIA LA TRANSICIÓN VERDE”

  • Patricio Patiño
  • 22 abr 2015
  • 4 Min. de lectura

María Fernanda Paniagua Pérez

@mferpani

El cambio climático se ha convertido en una de las prioridades de Naciones Unidas, de los gobiernos de todos los Estados y la sociedad civil. Esto se debe a que es una problemática que engloba aéreas, que van desde lo económico a lo político, debido a que pone en peligro los intereses y el bienestar de la Sociedad Internacional en conjunto.

Este es el momento propicio para analizar y reflexionar sobre las acciones que estamos realizando en favor de nuestro planeta, pero sobre todo, en las que lo perjudican. Finalmente la Tierra es nuestro planeta, nuestro hogar y está en nuestras manos el poder de decidir y de cambiar la calidad de vida que añoramos. Tomar conciencia es el primer paso para comenzar con el cambio. Recordando la importancia de la capa de ozono cada uno debe responsabilizarse del uso y abuso de ciertos productos que actúan de manera negativa, porque las acciones locales tienen efectos globales.

Tras los avances tecnológicos, los procesos de industrialización y la explotación desmedida de los recursos naturales que han incrementado en los últimos años, los estilos de vida se han transformando propiciando una distorsión de los ecosistemas y climas producto del calentamiento global, el cual se ha mantenido por tanto tiempo, que la mayoría de personas ni siquiera había nacido la última vez que la Tierra presentó temperaturas más frías, alterando las percepciones de un clima "normal", cuando cada día se producen nuevas afectaciones a la misma.

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Michel Jarraud, Secretario General de la Organización Meteorológica Mundial de Naciones Unidas (OMM) ha mencionado que, debido a que en las últimas tres décadas ha habido un aumento significativo en las temperaturas regionales y globales, la mayoría de personas menores a 30 años no ha vivido en un mundo sin calentamiento global.

Entre las consecuencias están la alteración en los climas naturales de las regiones, cambios de estaciones del año que normalmente eran constantes e incambiables; se puede mencionar como ejemplo cuando el año pasado históricamente nevó en la Ciudad de Nueva York en plena época de primavera.

Sin olvidar que las aguas de los océanos del sur se han mezclado de forma distinta, es por esa razón que ahora los huracanes aparecen en lugares donde anteriormente no ocurrían, devastando territorios por la fuerza con que ahora se presentan.

El desequilibrio en las redes tróficas por la extinción de animales y su relación con que se ha calculado que sólo el 1% de todas las especies mundiales ha sido estudiado con detenimiento a fin de conocer el valor potencial que ofrecen a la humanidad en la elaboración de medicinas, producción de alimentos y como materia prima para la industria. Lamentablemente, muchas especies desaparecen sin que el hombre haya estudiado sus beneficios potenciales (Luedevid, 1998).

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El desarrollo de nuevas enfermedades, por las alteraciones en el clima y de propagación mundial como el ébola, que actualmente está afectando a territorios de África y ya es considerado como el brote más grave de los últimos años debido al número de casos registrados y la cantidad de pacientes fallecidos.

Las consecuencias se vislumbran todos los días y a medida que el tiempo transcurre, se van agudizando más. Ante la elevada sensibilidad climática de algunas de sus actividades económicas, como la agricultura o el turismo, las pérdidas potenciales de biodiversidad o de vidas humanas, incluso, los riesgos potenciales de sufrir eventos climáticos extremos, revelan la importancia del análisis económico del cambio climático para la formulación de una estrategia de desarrollo (Samaniego, 2009), razón por la que el cambio climático se ha convertido en un tema de suma relevancia en la agenda internacional.

La formación ambiental implica así la elaboración de nuevas teorías, métodos y técnicas para su incorporación en los proyectos de educación formal informal de estrategias para su difusión en el campo académico, de la gestión pública, de la empresa privada y de la acción comunitaria. (González y Medina, 1999).

Los gobiernos se han visto obligados a realizar cambios estructurales en sus políticas tanto en términos económicos como sociales. Pasando de una cultura de la libertad a una “de los límites” (Luedevid,1998:222) porque las implicaciones que pueden poner en peligro los intereses de crecimiento. Pasando a una política encaminada a la incorporación de límites de uso de recursos, con la intensión puesta en las próximas generaciones.

Al mismo tiempo, se ha propiciado la aparición de una nueva estrategia de crecimiento económico en los Estados la llamada economía verde, que lo que pretende es el desarrollo económico sea de carácter sustentable, el cual cuente con un sólido fundamento científico y un amplio consenso social.

Integrando factores de cambio en el comportamiento de algunas empresas, como resultado de la presión normativa legal de los gobiernos por diversos pactos previamente establecidos en convenciones internacionales, tales como la Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano (realizada en Noruega en 1972), la Conferencia de la Biosfera en (realizada en Paris en 1968) y el Protocolo de Kyoto (realizada en Tokio en 1997) que fue el resultado de la Cumbre Mundial de la Tierra de Río+10 (Río de Janeiro en 1992) cuando se exhortaba a los Estados a una reducción de los gases de efecto invernadero con regulaciones, todo en pro de la reducción y planes de mitigación del calentamiento global.

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A pesar de las distintas especulaciones que en su momento propició el Protocolo de Kioto por los Estados no firmantes y las expectativas de acciones a seguir ante situaciones no previstas como si algún gobierno llegase a incumplir lo estipulado en el compromiso internacional. Este documento daba pauta a la creación del cambio en la economía mundial a una vía de desarrollo con bajas emisiones de carbono, con la cual se favoreciera a la disminución del cambio climático.

Sin embargo, el reto actual es incorporar el desarrollo sustentable dentro de la gestión local, nacional e incluso internacional y para ello es necesario aplicar el concepto a las nuevas formas de desarrollo, las cuales ahora sean amigables con el planeta y se pueda generar en los sectores empresariales una ecoeficiencia (Luedevid, 1998,) con la que se pueda tener la capacidad de añadir valor a los productos y al mismo tiempo se minimice el uso de los recursos y de esta forma la contaminación.

 
 
 

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