"CRÓNICAS DE UNA IUSMUJER"
- Patricio Patiño
- 8 mar 2015
- 2 Min. de lectura
Anónimo
Es lunes. Hace frío y tengo unas tremendas ganas de quedarme en casa. No quiero salir, no quiero hablar, no quiero pensar, no saber, no quiero nada.
Pero, al final, la responsabilidad, o el miedo a que me descuenten más de la mitad de mi sueldo, hacen que me levante y termine yendo a la oficina (al final creo que sí aprendemos algo del dinero).
Son las 08:30 y aún está el primer turno; escucho a lo lejos, mientras camino al checador, que tuvieron tres Homicidios en su guardia (SÍ, TRES). Para algunos es una cantidad exagerada de pérdidas humanas en una coordinación territorial que abarca 10 colonias, para otros es lo "normal". Levantar el cadáver, tomar las declaraciones, solicitar intervenciones y demás es normal y hasta un tanto tedioso.
No me mal interpreten, amigos, no es que sea insensibilidad o crueldad, porque déjenme decirles que la insensibilidad vienen en múltiples representaciones: se puede ser insensible simplemente al negarle la mirada a la mujer indígena que pide dinero en la esquina de cualquier calle, o al contestar un mensaje; así de extraño es el ser humano.
Esto es costumbre. Son tantas cosas que se ven en 24 horas que el tiempo simplemente no te deja pensar, dormir, comer ni mucho menos sentir.

Perfecto, alcancé a checar. Decido quedarme cerca de la impresora a escuchar lo que tuvieron en su guardia y, mientras parlotean un poco, me llega la nostalgia: no hace mucho yo me hacía tonta en las islas o en la explanada de mi facultad, ahora tengo que estar aquí, oyendo cosas.
Saben, en la universidad te enseñan muchas cosas, pero la pasión o la decepción es algo que experimentas hasta que estás ejerciendo lo que estudiaste. Te das cuenta de eso después de no dormir toda una noche porque tienes que ir al reclusorio a tomar la declaración de cuatro personas; sin más, tienes que recibir la puesta a disposición de una persona detenida; debes ir al levantamiento de un cadáver; no tienes idea de cómo hacer un acuerdo de retención y nadie te dice cómo se hace, son cosas que simplemente pasan.
Me quedó ahí, parada, pensando en todo lo que acaban de leer mientras la señora de limpieza me pide que me quite porque va a limpiar la impresora. Regreso a aquel lunes, con frío y nublado. Otro lunes en que tengo que ver, oír y leer cosas. Tantas cosas.