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"DEL TEXTO AL HIPERTEXTO"

  • Patricio Patiño
  • 7 mar 2015
  • 3 Min. de lectura

Por José Eduardo Guerra D.

@edgdehesa

¿Cómo nos comunicamos hoy en día? Seguramente no nos resulta extraño el hecho de estar rodeados de tecnología que facilita la interacción con personas que de la noche a la mañana pasan a formar parte de nuestra vida en el ciberespacio interpersonal: se convierten repentinamente en “amigos”, “contactos”, “círculos” y “seguidores”.

Desde el surgimiento de las redes sociales hasta la fecha ha pasado tiempo suficiente para comenzar a percatarnos de las implicaciones que poseen estas nuevas formas de comunicación e interacción.

El libro tradicional ante el apogeo de las imágenes

Numerosas son las políticas puestas en marcha para formar “lectores” de libros tradicionales (impresos) y textos literarios bajo la premisa de que es éste el medio óptimo para culturizar en masa; sin embargo, la gran cantidad de información que recibimos a diario no proviene precisamente de textos sino de un bombardeo de imágenes por donde quiera que se vaya.

Nos encontramos inmersos en una cultura que da privilegios sustantivos a la imagen más que a las palabras, es decir, a lo inmediato más que a lo de fondo.

El desarrollo de la publicidad en el siglo pasado dotó a la imagen no sólo de características figurativas sino de todo un código de comunicación basado en sugerencias, mensajes subliminales y, sobre todo, en la capacidad inmediata de apelar a los sentimientos y emociones de los individuos o del público (que pasó a ser cliente o consumidor más que lector).

Lo anterior mencionado ha hecho patente que somos individuos mucho más emocionales de lo que pensábamos; las imágenes se han convertido en el medio primordial para transmitir mensajes políticos con el poder de un solo impacto.

Muchas de las imágenes que encontramos en internet (y sobre todo en las redes sociales) conllevan un mensaje dirigido hacia la generación de conductas específicas: aprobar o desaprobar temas, personas o posturas; comprar tal o cual producto, acudir a tal evento, comportarse, vestirse o actuar de determinada manera y en compañía de cierto tipo de personas. La imagen es hoy un condicionante de la comunicación humana.

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La era del meme y el hashtag

Desde siempre, los lenguajes escritos y hablados han buscado el modo de comunicar la mayor cantidad de información con el menor número de recursos; ante esto, es frecuente encontrarnos en internet, y al navegar por las redes sociales, verdaderos manifiestos, ideas y posturas que se resumen con una sola imagen (meme) o con un solo lema o frase (hashtag). Se trata de recursos que son un arma de doble filo; porque, a mayor abstracción del mensaje, también habrá mayor dificultad y necesidad de recursos o experiencias previas para lograr interpretar el mensaje.

También debemos considerar que el formato de Internet es el hipertexto y, por lo tanto, el usuario (no el lector) de una página es el que elige la ruta a seguir para descubrir el contenido.

El verdadero reto del hipertexto radica en la capacidad de comunicar, tomando en cuenta que el usuario desecha o ignora con mayor facilidad aquella información que no logra captar su interés.

Se afirma que internet nos separa de nuestro entorno inmediato al requerir gran parte de nuestra atención frente a un aparato, al mismo tiempo que nos une con información y con “ciberusuarios”, con los que podríamos compartir afinidades e intereses.

El conocimiento en la web ya no se construye desde los espacios académicos, sino que, al existir enciclopedias abiertas (Wikipedia), todo usuario puede enriquecer con su propia experiencia o conocimiento la amplitud de determinado tema; además, existen plataformas especializadas para la transmisión de contenidos específicos: música, video, publicidad, libros o publicaciones electrónicas, fotografías, software de código libre, etc.

Los medios de comunicación masiva tradicionales comienzan a ser obsoletos ante la gran cantidad de información “en tiempo real” que fluye de manera más eficiente por medio de las redes e Internet; este acontecimiento ha beneficiado a los usuarios que ahora pueden encontrar diversidad de opiniones, creatividad y libertad de expresión que era prácticamente imposible en décadas pasadas cuando medios como la televisión producían contenidos, los cuales, de ninguna manera, se retroalimentan sino todo lo contrario: producidos unilateralmente y bajo la premisa de generar rentabilidad.

A pesar de los beneficios que representa, internet sigue siendo un medio para el tráfico de información ilegal: contenidos violentos y pornográficos, software ilegal, música pirata y películas sin concesión de las productoras originales.

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Hiperlectores.

No se trata de generar partidarios y detractores de uno u otro sistema de comunicación (visual y escrito), sino de promover entre los productores de contenido una integración entre “el gancho” y el contenido, lo visual y lo formal, lo tradicional y lo contemporáneo, lo inmediato y lo de fondo.

Así, los “hiperlectores” (si existe el hipertexto, éste debe tener sus lectores) encontrarán que Internet es un buen medio para integrar diversos sistemas de lenguajes o códigos, dando igual importancia a unos y a otros.

 
 
 

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