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"BANGLADESH: LLEVANDO EL DINERO A DONDE HACE MÁS FALTA"

  • Patricio Patiño
  • 28 ene 2015
  • 4 Min. de lectura

Jorge A. Nieto

@jorgegrandson



Muy pocos países en el mundo enfrentan obstáculos a la superación de la pobreza tan intimidantes como Bangladesh. Con una de las densidades de población más altas del mundo, una economía predominantemente rural, escasez de recursos naturales de gran valor, falta de acceso a grandes mercados internacionales y competencia feroz de sus vecinos, India, China y el Sureste de Asia. En estas circunstancias hay muy pocas oportunidades en la economía formal para sobrevivir y aún menos para escapar a la pobreza. Abundan los prestamistas informales, los usureros, que cobran intereses altísimos y muchas veces recurren a métodos violentos para cobrar los pagos atrasados.


En este contexto surgió la idea de los microcréditos, préstamos de pequeñas cantidades a personas que normalmente no tendrían acceso a otras fuentes de financiamiento. El pionero en esta labor fue Muhammad Yunus con un préstamo de aproximadamente $27 dólares a un grupo de mujeres que lograron hacer ganancias, aunque modestas, con ese dinero.


Inspirado por los buenos resultados de esa experiencia, Yunus fundó en 1983 el Grameen Bank (Banco de la Aldea) y empezó a ofrecer microcréditos a mujeres con el objetivo explícito de mejorar su condición social. Los préstamos tenían varias condiciones, entre ellas pagos y plazos fijos en los que se hacía responsable a un grupo y no sólo al individuo por el pago de los préstamos, que los pagos se hicieran a un fondo de ahorro común con el que el banco se financiaba y que los clientes se sujetaran a un código de conducta estricto donde había juntas periódicas obligatorias y cero tolerancia a actos de delincuencia.


El éxito de los microcréditos fue tal que Yunus recibió el Premio Nobel de la Paz en 2006 por su contribución al combate a la pobreza. Desde entonces han surgido numerosos imitadores en Bangladesh y otros países que siguen la misma estrategia; préstamos pequeños a clientes fuera del sistema financiero. Pero conforme ha avanzado la competencia y ha madurado la industria, se han eliminado o relajado las condiciones que caracterizaban a la industria.




Ahora, tanto hombres como mujeres pueden contratar préstamos sin tener un grupo responsable y sin necesidad de asistir a juntas y la cuenta de ahorros se ha vuelto opcional. El mercado de microcréditos en Bangladesh se ha expandido enormemente y ahora ocupa varios miles de millones de dólares.


Pero hay muchas críticas que se han hecho al sistema de microcréditos. Una de ellas es que el efecto que tienen en la reducción de la pobreza es mínimo y que los costos pueden ser muy altos. Se han reportado casos en que por accidentes o circunstancias fuera del control de los clientes, pierden su fuente de ingreso y no pueden pagar su préstamo a lo que muchas compañías reaccionan con intereses altos que provocan deudas impagables y/o usando los mismos métodos violentos de los usureros que Yunus pretendía erradicar en primer lugar.


También se critica que los clientes, al tener poca experiencia en el manejo de las finanzas, no aprovechan los recursos que obtienen de los créditos y los invierten en bienes poco redituables a largo plazo pero de fácil acceso como animales de corral o en bienes de consumo que aportan poco a mejorar su condición. Esto, junto al hecho de que muchos adquieren deudas con más de un banco, puede producir círculos viciosos en lo que las personas se endeudan cada vez más, atrapándolos en la pobreza.


Aunque Grameen tiene políticas de ayuda a los clientes como la suspensión de los pagos en caso de recursos naturales, otros no ofrecen este beneficio, que en muchos casos se convierte en un problema gravísimo e insuperable para el deudor.


La relación entre Grameen Bank y otros similares con el gobierno de Bangladesh ha sido ambivalente conforme surgen y se descartan críticas a los microcréditos y las instituciones que los emiten. En 2006 se creó la Autoridad de Regulación de Microcréditos para vigilar las acciones de las instituciones que ofrecen microcréditos, después de un largo proceso que empezó en 1997 para buscar la mejor forma de regularlos. Pero en algunos casos el gobierno ha ido más allá en sus disputas con los prestamistas. Los vaivenes de la relación con el gobierno provocaron que el gobierno de Bangladesh ordenara la destitución de Yunus de su puesto como Director de Grameen Bank en 2011 y que en abril del año pasado el gobierno bangladeshí despojara a Grameen la atribución para nombrar su propia junta directiva, otorgándole esta función al Banco Central.


Aún no hay certeza sobre los efectos benignos o perjudiciales de los microcréditos, aunque varias instituciones financieras, entre ellas el Banco Mundial, han hecho importantes investigaciones que han señalado los principales puntos a tener en cuenta, como los medios para facilitar el acceso al dinero y la situación de las personas en pobreza extrema, y proponen algunas soluciones. El ejemplo de Bangladesh y los más de veinte años de experiencia que podrían compartir serán de gran ayuda para mejorar los resultados positivos de los microcréditos en todo el mundo.

 
 
 

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