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"CÓMO HACER ARTE URBANO, SIN CORROMPERSE"

  • Patricio Patiño
  • 26 ene 2015
  • 4 Min. de lectura

José Eduardo Dehesa

@edgdehesa


Chimalhuacán es uno de los municipios conurbados de la Zona Metropolitana del Valle de México, fue urbanizado en los años setenta tras el gran crecimiento de Ciudad Nezahualcóyotl y tanto en su traza como en la dimensión de su población podemos encontrar un modelo de desarrollo urbano basado en la especulación sobre el territorio así como en los principios matemáticos de “optimización del espacio” que más bien trajeron como consecuencia el hacinamiento de un gran número de personas en la menor área posible.


Como consecuencia de esto Chimalhuacán es hoy uno de los municipios más densamente poblados cuyo único vestigio de área no urbanizada es el Cerro Chimalhuache (que da nombre a la región); la silueta urbana o “skyline” del municipio nos revela una “ciudad dormitorio”, periférica y con gran cantidad de deficiencias en cuanto a equipamiento, centros de trabajo y áreas de esparcimiento. Nos encontramos ante un territorio proclive a la desigualdad social, a la violencia y a la segregación respecto a los servicios de la zona centro de la ciudad.


En este contexto resulta alarmante la postura de las autoridades municipales al dar prioridad a la construcción de un “hito urbano” para fortalecer la “identidad” del municipio. Es preocupante tanto la visión como el modo de proceder a intervenir porque en un municipio donde se aprecian las más absolutas carencias de servicios de salud, educativos o de recreación, se da prioridad a intervenir con una mega-escultura. Para este propósito se contrató a Sebastián cuya trayectoria y cercana relación con grupos de gobierno lo ha convertido en el único especialista de facto para este tipo de obras en toda la República Mexicana.


La entrega de la magna obra ocurrió a finales del 2014 y el resultado no puede ser más desalentador, el crítico de arte Cuauhtémoc Medina señala que la obra de Sebastián representa la “atrofia del geometrismo en México”, a lo anterior debemos agregar que un inexplicable paso de lo abstracto a lo figurativo ha resultado en un Guerrero Chimalli compuesto de geometrías burdas; si antes lo abstracto en la obra de Sebastián servía mínimamente para dar un valor artístico agregado a tan monumentales obras, ahora la imagen del Guerrero nos remite a la estética de la serie animada japonesa Mazinger Z.


En lugar de ser un lúdico juego de cromatismo y geometría se nos presenta una única figura burda cubierta con el color del partido que actualmente gobierna en Chimalhuacán, toneladas de acero cuyo costo deberá asumir el municipio; por otra parte las declaraciones del autor parecen ser las de un comerciante vendiendo lo único que le queda al mejor postor pero poseedor de la inteligencia más limitada: “El Guerrero Chimalli protegerá a Chimalhuacán de la inseguridad con su escudo”…“pienso en el destino de mi Guerrero Chimalli como en el de la Torre Eiffel: en un principio fue rechazada por los parisinos pero con el tiempo se convirtió en el hito por excelencia de la ciudad.


Olvida Sebastián que Chimalhuacán está lejos de ser una ciudad global como la Ciudad Luz con muchos más atractivos que ofrecer a sus habitantes y visitantes. París no se resume en la Torre Eiffel como Chimalhuacán tampoco puede ser resumido con el Guerrero Chimalli; pretender verlo de esta forma sólo demuestra una visión acotada y déspota de la realidad, es imposible que una sola obra dentro de un territorio socialmente complejo se convierta en la “solución definitiva”.


Es así como en la nueva silueta de Chimalhuacán hallamos el sobresaliente y burdo adefesio que insolentemente se burla del transeúnte, del automovilista y del habitante de Chimalhuacán al demostrarles cada día que tristemente se ha priorizado la imagen sobre la obra de arte real e integrada a la ciudad. En palabras de Marcos Betanzos, crítico de arquitectura, el Guerrero Chimalli representa “un cascarón de acero sin oficio ni beneficio”; un estorbo en lugar de una genuina contribución al arte urbano.

El Guerrero Chimalli de Sebastián. Imagen: Blog personal de Mario Antonio Núñez López en http://agencia--manl.globered.com/

Toda crítica estaría inconclusa sin una propuesta alternativa o visión distinta para dar solución a las problemáticas que plantea, por este motivo y como contrapunto a la intervención de Sebastián, se exponen algunos puntos característicos de la obra de Santiago Cirugeda, arquitecto español, interventor del espacio urbano en varias ciudades de su país natal. Al contrario del Sr. Enrique Carbajal Sebastián, la obra de Cirugeda presenta un hilo-conductor coherente tanto a nivel discurso como a nivel social en cualquier contexto donde ha desarrollado sus intervenciones.


Observación: un minucioso estudio del entorno a nivel urbano con todas sus condicionantes y determinantes para llegar a un diagnóstico de lo que el sitio requiere en cuanto a imagen, equipamiento o paisaje.


Sutileza: no se trata de “mega-obras” o “mega-esculturas” de pretensiones monumentales e imponentes sino todo lo contrario; intervenciones sutiles pensadas a una escala barrial y con cuyos componentes pueda interactuar fácilmente la gente que habita cotidianamente el lugar.


Integración al contexto: para intervenir un sitio se puede tomar una postura conciliadora de intereses o tan radical que transforme las dinámicas urbanas del sitio; esto de ninguna manera significa la necesidad de una magna obra ni un discurso elocuente; se trata de entender las “lógicas del sitio” y partir de ellas para consolidar propuestas congruentes.


Integración social: el arte urbano no debe nacer por iniciativa de los grupos de poder, cuya visión y educación en este aspecto suele ser sumamente estrecha.Por el contrario, el artista que pretenda crear una intervención urbana debe partir de la gente y el entorno inmediato que lo rodea.


En muchas de las obras de Cirugeda son los mismos vecinos del entorno quienes lo han apoyado en la gestión, logística y ejecución de las intervenciones. Sus obras se gestan desde una visión estratégica y consideran que el paso del tiempo y la gente son los factores que irán transformando la obra; es así como se conforma un arte urbano que verdaderamente ofrece un nicho de identidad dentro de ciudades con paisajes tan homogéneos.


Finalmente, la identidad de un sitio no la compone un solo objeto o hito específico sino todo un conjunto de imagen urbana, comportamientos culturales, tradiciones y costumbres de una sociedad única que se desenvuelve en un territorio cuyas características son irrepetibles.


Intervención urbano-artística de Santiago Cirugeda en Barcelona con motivo del festival de nueva arquitectura y urbanismo EME3 en su edición 1999. Imagen: www.ergosfera.org

 
 
 

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