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"¿COMEMOS VENENO SIN SABERLO?"

  • Patricio Patiño
  • 22 ene 2015
  • 4 Min. de lectura

María Fernanda Paniagua

@mferpani

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Glutamato Monosódico

Los cambios tan radicales en las formas de alimentación del ser humano como consecuencia de las nuevas innovaciones en la producción de los alimentos que consumimos diariamente han propiciado una distorsión en el plato del buen comer de la mayor parte de la población a nivel mundial.


Hoy millones de personas prefieren el consumo de productos conocidos como “chatarra” y olvidan por completo los alimentos de origen natural que tienen mejores efectos en nuestro organismo. En nuestro día a día tan acelerado como el que estamos viviendo, el consumir un caldo de verduras ha sido reemplazado por una sopa instantánea, propagando un malestar que el cuerpo grita pero que pareciera que nuestra sociedad, sigue sin darse cuenta.


Lo anterior quiere decir que los hábitos alimenticios están dañando el correcto funcionamiento del cuerpo humano, alterando por completo el sentido del gusto y propiciando que “inexplicablemente” se tenga una sensación de falta de saciedad. Ocasionando a su vez problemas médicos muy importantes, tales como la obesidad, la diabetes, el autismo y daños en el sistema nervioso de manera significativa.


Seguramente conocerás a alguna persona que tenga una “adicción” por algún producto en el mercado al que tenga una predilección y simplemente no puede dejar de consumirlo.


Tales productos como las botanas, salsas o condimentos en específico. Pero, te has puesto a pensar en ¿cuál es el verdadero motivo por el que no se puede consumir moderadamente?, ¿es culpable el inconsciente de que no se pueda dejar de consumir tal producto?, ¿el producto posee en verdad un sabor apetitoso?, ¿es un comportamiento completamente normal?


Pues bien, la mayoría de los alimentos “chatarra” o comida basura, término que se utiliza para describir a los alimentos con una mínima cantidad de los nutrientes que el cuerpo necesita y con un contenido de grasas, azúcar y sal verdaderamente altos, son los productos que el cuerpo verdaderamente puede obtener en exceso con mucha facilidad: papas fritas con endulcolorantes, dulces, galletas, bebidas con gas, cacahuates cubiertos de harina, etc., mismos que al tener un acceso fácil al obtenerlos en la “tiendita de la esquina”, resultan ser los productos de mayor preferencia por los consumidores actuales (con un alerta especial en los niños, adolescentes y personas de la tercera edad) que son elaborados con glutamato monosódico conocido como GMS o E-621 , sustancia en forma de sal que se adiciona a muchos productos procesados para mejorar y potencializar su sabor.



Al existir una competencia continúa, la industria alimenticia en general (no sólo de comida “chatarra”) está agregando una mayor cantidad de esta sustancia a sus productos con la finalidad de que la clientela sea engañada por su sentido del gusto y así, tomar la decisión de preferir sus productos por encima de los de origen natural o de otras megaempresas.


En la información nutrimental se ha optado por utilizar sinónimos para que no se utilice el término GMS tales como: levadura autolizada, extracto de levadura, maltodextrina, proteína hidrolizada, caseínato de sodio, glutamato mono-potasio, proteína de soya texturizada y ablandadora de carne.

Aún a sabiendas de que genera un malestar en el ser humano, esta “sal” se sigue utilizando en muchos productos con el argumento de que el GMS ha sido utilizado durante muchos años lo cual es cierto; sin embargo, anteriormente se obtenía de manera natural (principalmente de algas, setas y tomates) pero actualmente su producción es industrial, sintética lo cual ha distorsionado la reacción que genera en el cuerpo.


Entre los efectos más importantes que genera esta sustancia, es precisamente el efecto adictivo a los productos que lo contienen, causa por la cual se ha generado el término umami que en japonés significa "gusto sabroso" para llamar a la sensación gustativa que produce el ácido glutámico. Se trata del famoso 5º sabor debido a que en los receptores de la lengua se produce un gusto muy particular, completamente distinto a los que se conocían con anterioridad (dulce, salado, amargo y agrio). Además de la percepción a través del sentido del gusto, el GMS también tiene otro efecto: aumenta la salivación, lo que hace que los ingredientes se perciban con más intensidad, esto se produce como defensa ante el ácido glutámico, ya que la saliva, al ser alcalina, contrarresta la acidez para evitar que se deteriore el esmalte de los dientes.


Siendo el glutamato monosódico un neurotransmisor en nuestro cuerpo, en exceso afecta a muchos órganos y sistemas por su potencial de excitar las células. Por ejemplo, los casos de migrañas se caracterizan por presentar fotosensibilidad (sensibilidad a la luz) y fono-sensibilidad (sensibilidad al sonido) por eso muchas personas necesitan una habitación oscura y tranquila para relajarse y recuperarse. El GMS natural y sintético también está asociado a la presencia de síntomas como rubor, sudor y/o gases del llamado “Síndrome del restaurante chino”.


La próxima vez que vayas a comprar tu tentempié favorito, asegúrate de que no contenga GMS, pues existen alternativas que pueden ser más seguras en cuanto al consumo sin tener que sacrificar el sabor. Asegúrate de que en las etiquetas de los alimentos no tengan alguno de los nombres que se le han puesto al glutamato monosódico, si lo tiene intenta averiguar su origen, es decir, si es sintético o natural (del queso parmesano, jamón serrano, anchoas, espárragos, pescado, algas, espárragos, tomates, champiñones, espinacas, té verde u otra frutas maduras) y trata de balancear tu alimentación de manera saludable.


La cuestión en este momento depende de la elección y pensamiento crítico de los consumidores, sobre todo al ser precavidos de qué alimento en específico será el que adquieran conociendo los efectos que provoca en su organismo, ya que como consumidor se tiene derecho a saber el origen, efecto y manera de transporte y empaque de nuestros alimentos. Si a esto se le agrega una rutina diaria de ejercicio, obviamente, los beneficios serán mucho más satisfactorios y por lo tanto, se contribuirá a desacelerar la tasa del tan alarmante sedentarismo.

 
 
 

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